30 años del genocidio de Srebrenica: "Es habitual encontrar restos de un solo hombre en cinco lugares diferentes"
- Más de 8.000 hombres y niños musulmanes bosnios fueron ejecutados en 1995
- Menos de una decena de fragmentos óseos serán enterrados este 11 de julio en el memorial de la ciudad
El único recuerdo que Ermina conserva de su padre es una fotografía tomada poco antes de su muerte. Fue ejecutado en julio de 1995 por soldados serbios en Srebrenica, una pequeña ciudad que se hunde bajo las imponentes montañas balcánicas y que fue testigo de la mayor masacre perpetrada en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En apenas seis días, más de 8.000 hombres y niños musulmanes bosnios fueron asesinados sistemáticamente.
Museo de la Infancia en Guerra
"Nunca dije que no tenía padre", recuerda Ermina. "Tenía la esperanza de que regresara, así que un día les conté a todos que mi padre había vuelto a casa. Sin él, nunca pudimos tomarnos una foto familiar. Mi madre aún estaba embarazada cuando los separaron, así que mi hermana ni siquiera llegó a conocerlo. Edité una foto de mi madre, mi hermana y mía para completar nuestro retrato familiar, añadiendo la única foto que teníamos de mi padre. En 2010, se encontraron sus restos". Este montaje descansa en las paredes del Museo de la Infancia en Guerra de Sarajevo dentro de una colección dedicada a este genocidio. La imagen intenta enmendar la ausencia, a la vez que retrata la brutalidad que marcó la disolución de Yugoslavia.
Historias como la de Ermina se repiten en cada rincón de Bosnia y Herzegovina, un país que en los años noventa se convirtió en el epicentro de una cruenta guerra civil y que encontró en Srebrenica su expresión más devastadora. La conocida como ciudad de plata acogió cerca de 60.000 personas que huían de las campañas de limpieza étnica y traslado forzoso del Ejército serbiobosnio, bautizado como República Srpska. Todos ellos buscaban protección en la "zona segura" designada por la ONU y resguardada por un pequeño batallón de cascos azules holandeses, pero la promesa de seguridad se rompió cuando las tropas enemigas cercaron el enclave.
"Tras la declaración de zona protegida a principios de 1993, se esperaba un mayor nivel de seguridad. Sin embargo, los incidentes diarios y la pérdida de vidas demostraron que la seguridad nunca estuvo garantizada", recuerdan varias mujeres víctimas de la masacre que han decidido unificar sus testimonios en una sola voz. En una sala improvisada de la asociación de ancianos Hatidža Mehmedović, varias viudas de la localidad han compartido sus recuerdos, miedos y silencios. Sus voces, de las que ha sido testigo RTVE.es, han insistido en que, a pesar de las noticias que llegaban de fuera, se aferraron "a la creencia de que nada malo ocurriría".
Sin embargo, el 2 de julio de 1995, el general Ratko Mladić, conocido como el carnicero de los Balcanes, decidió atacar y en nueve días la ciudad cayó en las manos serbobosnias que perpetraron la masacre. Casa por casa, separaron a las mujeres de los hombres y a estos los fusilaron en ejecuciones masivas sin hacer apenas distinciones de edad. Las mujeres, por su parte, fueron víctimas de violencia sexual, desplazamientos y estigmatizaciones que todavía persisten. "Muchas perdieron a 20, 30 o más miembros de sus familias", indica la historiadora Elissa Helms, especializada en cuestiones de género en Europa Central.
Refugiadas bosnios huyendo de Srebrenica Patrick Robert/Sygma/CORBIS/Sygma vía Getty Images
El odio étnico, resultado de años de propaganda populista en los distintos territorios yugoslavos, culminó en estos asesinatos masivos, comprendidos en el conjunto de atrocidades de la guerra civil. En palabras del historiador bosnio Jasmin Mujanović, "Srebrenica probablemente nunca habría ocurrido si no hubieran asediado Sarajevo", el sitio más prolongado a una ciudad en la historia moderna. De hecho, este cerco sobre la capital bosnia fue llevado a cabo principalmente por las fuerzas de la autoproclamada República Srpska (autores de la masacre en Srebrenica) junto con el Ejército Popular Yugoslavo. "No se puede entender Srebrenica de manera aislada, porque hubo asesinatos idénticos, campos de concentración y violencia sexual masiva perpetrada por fuerzas nacionalistas serbias contra la comunidad bosnia en todo el este y norte del país, y, por supuesto, durante el asedio de Sarajevo", señala este investigador del instituto de Washington New Lines.
Ataques indiscriminados a la población civil
Los ataques indiscriminados a la población civil se remontan a 1992, cuando los Ejércitos beligerantes dispararon la primera bala. Antes de esto, Yugoslavia era un país multicultural, con diferentes etnias y religiones que hasta la década de los 90 vivían bajo el mando de Tito, pero tras la muerte del mariscal, vio explotar sus nacionalismos. Una vez fallecido el mandatario comunista y caído el telón de acero, la barbarie se apoderó del país balcánico en siete guerras que provocaron el desmembramiento de la unión de los pueblos sudeslavos. Serbios, bosnios, croatas, kosovares y montenegrinos, que habían convivido en paz durante décadas, se enfrentaron bajo la premisa de la superioridad étnica.
Bosnia y Herzegovina fue uno de los países que surgió de aquella división. Su paz duró poco porque en marzo de 1992 proclamó su independencia y en abril empezó la guerra que enfrentó a las dos principales etnias del país. Por un lado, la mayoría bosnia de religión islámica y por otro, la minoría serbia cristiano-ortodoxa. Pero ningún lugar fue tan decisivo para el conflicto como Srebrenica, una ciudad de mayoría musulmana en territorio serbiobosnio, que ubicada a orillas del río Drina, se sitúa muy cerca de la frontera natural entre ambos países.
Por este motivo, pronto se convirtió en blanco de la República Srpska. Los combates empezaron en 1992, con bombardeos y un asedio que dejó sin agua ni comida a sus habitantes. La vulnerabilidad de la ciudad llevó a la ONU a intervenir, enviando a un cuerpo de paz que contuvo la situación hasta 1995. La frágil tregua, que se prolongó un par de años, atrajo a los refugiados bosnios que escapaban de las zonas controladas por los serbios, sin saber que acabarían atrapados en una ratonera donde miles de hombres y niños serían asesinados a sangre fría. Mientras tanto la guerra continuó fuera del enclave, dejando más de 100.000 muertos en todo el territorio.
Tras la caída de Srebrenica, la matanza dejó tras de sí los cuerpos de miles de víctimas enterradas en fosas comunes. Seis meses después, una vez finalizada la guerra, miembros de la República Srpska reabrieron las fosas y, para borrar toda huella del genocidio, trasladaron con excavadoras los cadáveres a lugares remotos. Durante casi una década, las supervivientes se aferraron a la esperanza de encontrar algún día a sus padres, maridos, hermanos e hijos desaparecidos, sin ser conscientes de la matanza que había tenido lugar en la ciudad.
Forenses del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra de La Haya trabajan en una fosa común Odd ANDERSEN / AFP
La magnitud del horror no se conoció hasta años después, cuando comenzaron a exhumarse los restos esparcidos por la región en un rompecabezas macabro que todavía hoy sigue incompleto. "Es habitual encontrar restos de un solo hombre en cinco lugares diferentes, a veces a 50 kilómetros de distancia", indica la directora general de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas, Kathryne Bomberger, que apunta que "sigue habiendo más de 1.000 desaparecidos en toda la región y es muy triste saber que muchos nunca serán encontrados".
Muchas familias ni siquiera tienen un solo hueso que enterrar. Quienes sí pueden hacerlo se tienen que conformar, en la mayoría de los casos, con restos parciales y acudir a las sepulturas para rezar ante lo único que pudieron recuperar: un hueso, un cráneo o un diente. Por ello, las viudas insisten en "la necesidad de encontrar los cuerpos y enterrarlos con dignidad". Menos de una decena de fragmentos óseos serán enterrados este 11 de julio, esta vez con nombres y apellidos, brindando algo de consuelo a familias que, tras 30 años, han encontrado un pequeño descanso para sus seres queridos.
Un genocidio internacionalmente reconocido
Hasta la fecha, Srebrenica es uno de los pocos actos de genocidio legalmente reconocido por la justicia internacional desde el Holocausto. Fue condenado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y por la Corte Internacional de Justicia. En la víspera del aniversario de la masacre, fiscal jefe de aquel juicio, Serge Brammertz, atiende a este medio y detalla al otro lado del teléfono como "la comunidad internacional subestimó el peligro de la toma de Srebrenica".
La justicia tardó décadas en llegar, pero la sentencia de genocidio fue clara. Condenaron a cadena perpetua al dirigente político serbiobosnio Radovan Karadzic y al líder militar Ratko Mladic por crímenes de guerra. "Lo que realmente impulsó a los jueces a tomar esta decisión fue el carácter sumamente organizado. No puedes asesinar espontáneamente a 8.000 prisioneros: se prepararon las fosas comunes, los vehículos para el transporte de los cuerpos de las víctimas, con todo el equipo pesado necesario para trabajar en esos diferentes escenarios. Contaron con suficientes soldados capaces y dispuestos a realizar esas ejecuciones. El carácter sumamente organizado convirtió la masacre en un genocidio, y también, el hecho de que todos los hombres y niños arrestados fueran ejecutados. No fue como en otros sitios donde la gente era desplazada o moría en combate. Aquí hubo una destrucción muy clara de una parte importante de la población musulmana", explica el fiscal.
Una mujer ve un video en televisión que muestra ejecuciones de musulmanes bosnios de Srebrenica KOCA SULEJMANOVIC / AFP
Brammertz, igual que el resto de entrevistados por RTVE.es, insiste en esos rostros que guardan miles de historias anónimas: "Aunque el acontecimiento histórico que ocurrió hace 30 años, para las sobrevivientes y víctimas, sus vidas cambiaron para siempre y que, desde entonces, el dolor y la falta de seres queridos dominan diariamente". "Las mujeres supervivientes se organizaron, exigieron audiencias con altos funcionarios, testificaron en La Haya y Sarajevo... Algunos las ridiculizaron ya que sus acciones excedieron el papel que se suponía que debían desempeñar como víctimas pasivas que lloraban la pérdida de un familiar. Actuaron políticamente mientras exigían ser vistas como víctimas de la guerra y la injusticia", detalla Helms. Una afirmación que entra en conexión con la expresada por las viudas de Srebrenica que sostienen que "solo a través de la verdad y la confrontación sincera se puede construir una paz duradera".
A muchos les surge la duda si este conflicto, que terminó con el armisticio de 1995, puede estar finalizado si gran parte de la verdad sigue enterrada tres décadas después. "Bosnia sigue siendo, lamentablemente, un país muy dividido por este tipo de divisiones sectarias. Ha habido progresos pero no tanto como deseariamos 30 años después", reflexiona el historiador, ya que parte del Estado serbio sigue negando el genocidio cometido en Srebrenica.
A pesar del avance judicial y el reconocimiento internacional del genocidio, la rendición de cuentas y la verdad completa aún están lejos de alcanzarse. "Cuando trabajas en esos casos de atrocidad, lo primero que piensas es: ¿Cómo es posible que seres humanos inflijan tanto dolor y tanta brutalidad? Lo hemos visto en la forma en que se asesina, tortura y viola a las personas con brutalidad y total ausencia de humanidad. Y ahora, veo el mundo actual y al ver que la impunidad se está convirtiendo en la regla, parece que la rendición de cuentas [de Srebrenica] se esté convirtiendo en una excepción", reflexiona el fiscal.