Nadia Murad, premio nobel de la paz y superviviente del genocidio yazidí: "La sanación no puede suceder sin justicia"
- En 2014 la ahora activista iraquí fue tomada como esclava sexual por el autodenominado Estado Islámico (EI)
- Murad logró escapar del cautiverio y dedica su vida a la lucha por la erradicación de la violencia sexual
En el verano de 2014, Nadia Murad estaba a punto de empezar su último año de instituto. En su familia eran granjeros y ella ya sabía que nunca iría a la universidad —nadie a su alrededor había ido— pero eso no significaba que no tuviera un plan. Quería abrir un salón de belleza, el primero que tendría su pueblo, un espacio que serviría como "lugar de encuentro" para las mujeres de su aldea, situada en Sinjar, al norte de Irak. Pero en agosto "todo cambió". El autodenominado Estado Islámico (EI) atacó a la comunidad yazidí, a la que ella pertenece, en un genocidio en el que fueron asesinadas unas 5.000 personas y en el que miles de mujeres, incluida Murad, fueron tomadas como esclavas sexuales.
Además de arrasar su comunidad, el EI mató a su madre, que era "demasiado mayor" para ser esclava sexual, y a seis de sus hermanos. A otras mujeres de su familia también las captaron, aunque Murad logró escapar varios meses después. "Gente como yo fue arrancada de sus familias, violada y abusada [...] cuando sobreviví a la cautividad sentí la necesidad de compartir con el mundo lo que viví. Porque no es solo mi historia y, aunque lo fuera, nunca había sido escuchada", relató durante un encuentro del ciclo 'Mujeres contra la impunidad' organizado por La Casa Encendida y la Asociación de Mujeres de Guatemala.
El Estado Islámico utilizaba a mujeres como Murad para reclutar guerrilleros. "Podrás tener a nueve mujeres como esclavas sexuales para ti", les decían, tal y como parafraseó la activista al explicar los métodos de captación que utilizan porque, aseguró, tienen "un plan" tanto para las mujeres como para los menores. "Sabían que cuando aún eran niños, se les podía lavar el cerebro [...] Mi sobrino tenía 12 años cuando lo cogieron. Ahora tiene unos 33 y la última vez que supimos de él fue hace 17, estaba en un campo de entrenamiento", relató en su primera visita a España.
Una de las personas más perseguidas por el EI
El despliegue policial que rodeaba al acto recordaba que Murad sigue siendo una de las personas más perseguidas por el EI, pese a que la organización fuera derrocada en su país. Ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2018 y fundadora de la organización Nadia’s Iniciative, dedica su vida al activismo de derechos humanos y lucha por la erradicación de la violencia sexual, con un especial acento en la protección de las mujeres y los niños, quienes, aseguró, siempre "pagan el precio más elevado", en cualquier conflicto.
Murad se refirió a otros lugares en guerra, como Sudán, Libia u Oriente Próximo y, al ser preguntada por la situación en Gaza, aseguró que se le "rompe el corazón" al ver el sufrimiento de las personas que se encuentran en el enclave. "Es muy importante que miremos a quien está sufriendo. Rezo para que haya paz en Oriente Próximo", señalaba, al tiempo que recordaba que la ayuda humanitaria "salva vidas". "Cuando rodearon a mi pueblo, nadie mandaba mensajes y nadie vino a salvarnos [...] lo que necesitábamos es que esa guerra acabara [...]. Es lo que necesitan ahora, que la guerra acabe, y luego podremos lanzar mensajes", sentenció la activista iraquí.
"El reconocimiento es el paso más importante"
En 2014, más de 6.000 mujeres y niños fueron capturados y 2.800 siguen todavía desaparecidos. Cuando ocurre un genocidio, asegura Murad, "las personas necesitan distintas cosas para curar y sobrevivir". En el caso de los yazidíes, "muchos fueron desplazados", afirma la activista, que pasó varios meses de su vida en un campo de refugiados y que llama a "reconocer" a esta población "como seres humanos completos". La mayoría de aquellos que dejan su país, dijo, no quiere irse de su casa ni dejar de lado su cultura y su historia.
"La sanación es un proceso que no puede suceder sin justicia", sostuvo Murad, que recordó que "el reconocimiento es el paso más importante" y que países como España no han dado ese paso con respecto al genocidio yazidí. "Espero que España pueda hacerlo porque otros países europeos ya lo han hecho", afirmó. Por otro lado, recalcó la importancia de poder enterrar a los seres queridos asesinados y lamentó que la mayoría de yazidíes no pudo hacerlo. "Es muy difícil seguir sin tener a tus seres queridos para ser enterrados", dijo.
La suya, dijo Murad, es la suma de "todas las historias de mujeres supervivientes, ya sea en Irak, el Congo, Sudán o Ucrania" y señaló que es consciente de que hay "millones" de mujeres en todo el mundo que "son incapaces de compartir sus historias", pero que, sin embargo, también necesitan justicia. En muchas partes del mundo hay mujeres "silenciadas", según Murad.
La activista iraquí destaca que hay que "parar de culpabilizar a los supervivientes" por lo que les ha ocurrido y "respetar a aquellos que no quieren compartir sus historias", ya que el hecho de que no lo cuenten "no significa que haya que parar de luchar por la justicia". Hay que "respetarlas, trabajar con ellas y hacer que sea fácil para no retraumatizar", explicó Murad, que durante el encuentro con la prensa ha hablado de la importancia de que "exista la responsabilidad proteger comunidades vulnerables, sobre todo a mujeres y niños".
Murad, que dedica su vida a defender a las víctimas de violencia sexual y a trabajar para reconstruir comunidades en crisis, es también la creadora del Código Murad, un documento que recoge códigos de conducta adecuados para investigar y documentar la violencia sexual relacionada con conflictos.
"Falta de voluntad política" para hacer justicia
"Creo que he perdido a más miembros de mi familia que miembros del ISIS han sido juzgados", relataba Murad durante el acto. El camino hacia la justicia es "muy largo y oscuro", pero cuando llega al momento "merece la pena y es muy importante para los supervivientes", explicaba al ser preguntada sobre si los organismos internacionales tienen la capacidad para hacer justicia en casos como el suyo. "No hay voluntad política para llevar a los criminales a la justicia", lamenta Murad, que asegura que alguien "lo retrasa una y otra vez".
Murad también subrayó las dificultades por las que pasan los supervivientes. "Sobrevivir al genocidio es sólo el principio", afirmó, al tiempo que explicaba que en su caso, la lucha continúa 11 años después de haber escapado del cautiverio, sigue luchando "para superar el trauma". "La gente no solo tiene que sobrevivir, tenemos que disfrutar de la vida", enfatizó y recordó que tres miembros de su familia se suicidaron desde que su comunidad fue desplazada sin remedio.
"No he tirado la toalla con respecto a mi centro de estética, es algo en lo que voy a seguir trabajando", dijo Nadia Murad al ser preguntada sobre el futuro. Además, dijo, le gustaría ser recordada como su familia y la gente que la conoció recuerda a su madre. "Siempre me enseñó a mí y a mis hermanos que teníamos que asegurarnos de que nadie sufriera por nuestra culpa. Así que espero que en mi tiempo en este planeta nadie sufra por mi culpa [...] y que ninguna familia tenga que pasar por lo que pasó la mía", afirmó.