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La paradoja entre el "posible" fin de los ayatolás y la sombra de Netanyahu: "No es la guerra de los iraníes"

  • El Ministerio de Salud iraní ha confirmado al menos 224 muertos y más de mil heridos desde el inicio de la operación israelí
  • La población civil huye de la capital ante las amenazas de Israel de atacar barrios civiles
La reacción de civiles tras un ataque aéreo israelí en el centro de Teherán, Irán.
La reacción de civiles tras un ataque aéreo israelí en el centro de Teherán, Irán. EFE / AMIR KHOLOUSI
EBBABA HAMEIDA

Maryama atiende a RTVE.es tras varios intentos de contacto. "Mi familia y yo estamos a salvo", dice al otro lado del teléfono, e informa de que no tienen conexión a internet. Aún está en shock y no puede tomar decisiones sobre su futuro más inmediato. "Tengo mucho trabajo y estoy en mi casa, ¿a dónde me voy?", se pregunta. "No sé, no sé, no sé", reitera. No sabe aún cuánto marcará su vida el intercambio de misiles entre Israel e Irán, que ya llevan cinco días de ataques. El Estado hebrero inició el pasado viernes la operación 'El alzamiento del león' contra un centenar de objetivos que considera como "la amenaza nuclear" iraní. En el país persa, 224 personas han perdido la vida y más de un millar ha resultado heridas, mientras que en Israel el balance es de 24 víctimas mortales y otros 400 hospitalizados.

"No es nuestra guerra", denuncia la abogada. Explica que el suyo no es un pueblo que conoce las atrocidades de la guerra y que no sabe cómo gestionar este momento. "Tenemos a gente que piensa que este contexto podría suponer el fin del régimen, pero otros creemos que la destrucción va a acabar con todos", explica la letrada, que también es activista por los derechos de las mujeres del movimiento "Mujer, Vida y Libertad". El movimiento desencadenó una ola de protestas sin precedentes contra los ayatolás tras el asesinato de Mahsa Amini a manos de la Guardia Revolucionaria por llevar "mal" el hiyab.

"Hemos sido siempre pacíficos y ahora el pueblo iraní corre serios peligros", dice preocupada ante la escalada del conflicto, y recuerda que ellos, como sociedad, no tienen a nadie. "Al régimen no le importamos y a nosotros tampoco nos importa", dice. Se refiere a que, desde hace un tiempo, la oposición se ha ejercido mediante la abstención en las elecciones "para no legitimar" a los clérigos que les gobiernan. "Los iraníes libran la verdadera guerra en las calles una y otra vez. En estos 50 años ha habido muchísimos intentos de llevar el cambio desde el reformismo de forma pacífica, han dicho al mundo 'nosotros no participamos de ese sistema de ninguna manera ni lo aceptamos'", explica Ryma Sheermohammadi, analista y activista por los derechos humanos afincada en España.

Maryama reconoce que no se esperaba esta tensión: "Quería creer que nunca viviríamos esto y estoy muy preocupada. Amo mi país, mi gente y mi casa". Israel intensificó su ofensiva el lunes en Teherán y llegó a bombardear la televisión estatal iraní durante su emisión. "Los habitantes de Teherán pagarán el precio, y pronto", dijo el ministro de Defensa israelí, Israel Katz.

Estos días, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha fijado el programa nuclear iraní como centro de los ataques, pero todo apunta a que no es su objetivo final. Según adelantó Reuters, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, paralizó el supuesto plan de Netanyahu de asesinar al líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei. Asesinar al líder supremo "no era una buena idea", le dijo Trump, según las mismas fuentes. Preguntado por ello el lunes en una entrevista en ABC News, Netanyahu no descartó que figurara en sus planes. Maryama se ríe ante la pregunta de si esta guerra podría traer el fin del régimen y recuerda que no hay que subestimar a los que llevaron a cabo la Revolución Islámica, ya que tienen mucho poder y todo lo tienen atado.

"Si muere Jameneí se acaba el régimen"

"Israel ha dañado la estructura política y militar y al único al que no han matado es al líder supremo, Alí Jameneí, aunque podría hacerlo", asegura el profesor investigador del Centro de Estudios del Golfo de Qatar University, Luciano Zaccara. Es difícil de explicar la complejidad de sentimientos contradictorios que atraviesa la sociedad iraní estos días. Ramtin Zigorat, es prueba de ello. Este arquitecto y activista que trabaja con refugiados en España tuvo que abandonar su país en 2013 tras ser condenado a pena de muerte por ser homosexual. "Me he tenido que desinstalar algunas redes para poder desconectar un poco, pero es imposible. Es un momento muy importante", admite. Él sí considera que este podría ser un momento crucial: "Si muere Jameneí se acaba el régimen. Dejarán de existir (los ayatolás)", dice con contundencia. Lo compara con otros dictadores como Franco o Bachar al Asad.

Ahora mismo, la población se encuentra muy dividida, "como si estuviera en una encrucijada" De hecho, la mayoría no quiere hablar ante las fuertes medidas de control interno. "Nadie está a favor de la guerra, pero, honestamente, la gente se hace muchas preguntas. ¿Cuántas veces hemos salido esa gente a la calle? ¿Y qué nos hemos encontrado? ¿Cómo habría sido posible cambiar esto? Sí, lo hemos intentado. Es muy bonito eso del 'no a la guerra', pero, ¿qué otra solución hay? Los países occidentales no quisieron apoyar esos movimientos cívicos a favor del cambio", denuncia Sheermohammadi.

"Si se pone fin a Jameneí y a los principales líderes, el resto de militares estarán con el pueblo. Nadie les tiene miedo", dice el activista LGTBI. De hecho, las Fuerzas Armadas israelíes han provocado importantes bajas dentro de la poderosa Guardia Revolucionaria iraní. "Pero nos entristece que sea Netanyahu quien ponga fin a este régimen cuando nos hemos dejado muchas vidas para ponerles entre la espada y la pared", sigue. Lo cierto es que la injerencia externa puede despertar el patriotismo de la sociedad iraní y, "si Israel decide masacrarnos, entonces ganarán los clérigos y pueden salir reforzados", dice.

Netanyahu ha llamado a los iraníes a derrocar "juntos" al régimen, mientras el presidente iraní, Masud Pezeshkian, ha pedido a su pueblo "luchar de la mano" y mantenerse unido ante la ofensiva extranjera. "Todos nuestros compatriotas deben unirse para defenderse del ataque israelí", ha dicho en un discurso en el Parlamento retransmitido en vivo en la televisión estatal. Ramtin está también convencido de que todo puede salir mal y "los ayatolás pueden ganar mucha vida". "El primer día estábamos contentos, el segundo también, pero ya a partir del tercer día lo estamos poniendo todo en duda", matiza.

La sociedad no es capaz de medir la fuerza de la República Islámica, un "sistema muy opaco y nada transparente", señala el activista. "Está lleno de secretos y no puedes creer lo que dicen", añade. Sin embargo, los iraníes, aclara, tampoco le importan a Netanyahu ni a sus aliados occidentales. "Ellos querrán destruir el régimen, pero también destruir nuestro país", zanja. El joven es consciente de que ningún cambio debe venir de la mano de la guerra, cree más en los procesos de los cambios liderados por movimientos sociales. "La guerra es un precipicio, puede caer el régimen, pero Irán también", reflexiona.

"¿La vuelta del Sha?"

Una de las personalidades iraníes más visibles en medios de comunicación, entidades y organismos internacionales es el hijo del rey, el Sha, que ha liderado la oposición en los últimos años. "Se postula como una alternativa clara con un discurso que ha ido calando entre la población", explica Sheermohammadi. De hecho, ha visitado a Netanyahu en Israel. "La gente teme que sea una alternativa impuesta y afín a Israel y Occidente", explica la activista. Estos días se postula como la única opción en entrevistas a la prensa, pero no está claro cuánto apoyo tendría. "Es muy peligroso. ¿La vuelta del Sha? Hay gente que le apoya, pero no creo que haya una mayoría monárquica. Necesitamos escoger el sistema político que consensuemos entre todos", concluye la analista.

La opinión pública iraní se pregunta estos días qué pasará, qué será de su futuro y hasta qué punto puede mantener el pulso a Israel. La población vive sometida a la censura y a un fuerte control por parte del régimen, pero también asfixiada económica y políticamente por las sanciones impuestas por algunos países occidentales encabezados por Estados Unidos. En 2023, el Ministerio de Trabajo y Bienestar Social publicó un informe donde se estimaba que un tercio estaba sumida en la pobreza extrema en uno de los países más ricos en petróleo y gas del mundo.

La capital, con alrededor de 18 millones de habitantes, no tiene búnkeres y ha tenido que improvisar zonas de refugio para la población. Muchas personas han intentado salir de Irán desde el viernes, pero otras no pueden siquiera intentarlo por la falta de recursos. "En nuestro país rige otro calendario por lo que a mucha gente esto le ha pillado a final de mes. No tienen prácticamente nada en su cuenta y esto es una realidad. No tienen para gasolina, no tienen para comida y los comercios aprovechan para aumentar los precios de los productos básicos", explica la analista iraní. La siguiente fase sería la falta de luz y agua.

El servicio de inteligencia de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) ha recordado la vigencia de una ley poco conocida que permite desde sentencias de prisión de dos años hasta pena de muerte por cualquier contacto, expresión o colaboración (directa o indirecta) con ciudadanos o instituciones israelíes. "Contra todo aquel que hable contra el régimen estos días", explica. Además, Irán se prepara para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear, una decisión que preocupa a la activista por el previsible desastre medioambiental que implicaría.

Pero, más allá del devenir del conflicto, la población tiene claro que "lo último que quiere y necesita es una guerra", señala Sheermohammadi. "Llevan décadas pidiendo una vida normal", concluye.