Enlaces accesibilidad

El cónclave para elegir al nuevo papa empieza sin sorpresas: la primera votación concluye con fumata negra

El cónclave comienza oficialmente en la Capilla Sixtina tras la proclamación del 'Extra omnes': "Todos fuera"
MARTA REY

La primera fumata del cónclave ha sido negra. Los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina no han elegido aún al nuevo papa, que sucederá al difunto Francisco al frente de la Iglesia Católica. La duración de esta secreta reunión —los purpurados no pueden revelar nada de lo que ocurra en el interior del emblemático templo— es imprevisible y dependerá del tiempo que necesiten los purpurados para llegar a un consenso, es decir, para que uno de ellos obtenga al menos dos tercios de los votos y se convierta en el futuro obispo de Roma. La próxima votación está prevista este jueves a partir de las 9.00 horas.

A las 21.00 horas, cuando ya empezaba a caer la noche sobre el Vaticano, el humo negro ha salido de una chimenea que a ratos ha estado acompañada de un par de gaviotas que se posaban sobre el tejado. La fumata ha llegado casi dos horas más tarde de lo previsto, cuando algunos fieles ya habían empezado a abandonar la emblemática Plaza de San Pedro. Según cifras de la jefatura de policía de Roma, se han congregado allí unas 45.000 personas.

Los cardenales, ataviados con sus hábitos rojos y blancos, han desfilado a las 16.30 desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina. En su camino, han entonado la Letanía de los Santos, una oración pronunciada en latín que solicita la intercesión de todos los santos. Una vez dentro, han invocado la asistencia del Espíritu Santo con el canto del Veni Creator. Después, todos ellos han realizado dos juramentos: uno para guardar silencio sobre lo que acontezca en la capilla y otro en el que aceptan desempeñar fielmente el papado en caso de ser elegido, con la mano sobre el Evangelio.

'Extra omnes'

Pasadas las 17.30 horas, el Extra omnes (todos fuera) proclamado por el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, ha anunciado la clausura del templo. Desde ese momento, solo los 133 cardenales electores —que por tener menos de 80 años cuentan con derecho a voto y que, por lo tanto, podrían convertirse en obispo de Roma— se han quedado en el interior de la capilla bajo un estricto aislamiento del exterior. Nadie podía entrar o salir hasta el final de la votación.

El camarlengo, el irlandés Kevin Farrell, y tres cardenales asistentes son los encargados de vigilar que la sala permanezca cerrada y de inspeccionar, con la ayuda de peritos técnicos, que no haya ningún dispositivo que pueda grabar o retransmitir nada de lo que ocurra en el interior de la estancia más conocida del Palacio Apostólico. La violación del absoluto secreto sobre lo que ocurra en la Capilla Sixtina conlleva la pena de excomunión latae sententiae (automáticamente deja de pertenecer a la Iglesia Católica).

Por la mañana, unas 5.000 personas se han reunido en la basílica de San Pedro para asistir a la misa Pro Eligendo Pontifice, una ceremonia oficiada por el cardenal decano Giovanni Battista Re, en la que los cardenales electores han hecho su última aparición pública antes del cónclave.

Extra omnes

La Capilla Sixtina cierra sus puertas Vatican Media

A la espera de la fumata blanca

Durante el encuentro de este miércoles, los cardenales han votado una sola vez y, al finalizar, las papeletas han sido quemadas en una estufa. Un aditivo químico ha cambiado el color del "humo" para convertirlo en la primera fumata de este cónclave. A partir del jueves habrá cuatro votaciones al día, dos por la mañana y dos veces por la tarde, aunque solo dos fumatas, previsiblemente no antes de las 12.00 y las 19.00 horas locales.

El cónclave que designó al argentino Jorge Mario Bergoglio como papa lo hizo en la quinta votación (segundo día), el que eligió al cardenal Joseph Ratzinger, necesitó cuatro votaciones (segundo día), y el que hizo papa al polaco Karol Wojtyła, requirió de ocho rondas (tercer día). Está por ver cuánto tardarán esta vez los cardenales en llegar a un acuerdo del que se informará al mundo a través de la esperada fumata blanca, a la que acompañará el sonido de seis campanas de San Pedro en señal de celebración.

Los 133 cardenales volverán a reunirse el jueves desde las 9.00 horas para las nuevas votaciones. Hasta entonces, los purpurados han sido trasladados a la Residencia de Santa Marta, donde permanecerán aislados de cualquier información proveniente del exterior.

Un cónclave universal

Este cónclave es uno de los más abiertos y diversos de la historia. No solo por el número de electores, que es más alto que nunca, sino porque participan en él purpurados de más de 70 países que, en muchos casos, no habían tenido nunca un cardenal ni apenas contacto con la curia romana. Están representados 17 Estados de África, 14 americanos, 17 asiáticos, 18 europeos y cuatro de Oceanía. Además, 12 países entrarán a la Capilla Sixtina para esta secreta votación por primera vez.

Por ello, las reuniones que se han celebrado desde la muerte de Francisco, conocidas como congregaciones cardenalicias, han sido claves para permitir a los cardenales conocerse entre ellos y trazar alianzas.

Esta circunstancia es fruto de los intentos de Francisco por descentralizar el catolicismo y abrirlo al mundo. El difunto pontífice apostó por religiosos procedentes de países como la India, donde la Iglesia católica está creciendo, o como Singapur, Ghana o Mongolia, donde los cristianos son minoría. Después de un papado como el suyo —que no gustó a un amplio sector del catolicismo— la gran incógnita es si los purpurados se inclinarán hacia una opción de la línea aperturista que marcó el argentino u optarán por un candidato más moderado o conservador.

De los 133 cardenales con derecho a voto, 108 fueron designados por Francisco durante sus 12 años de papado (casi un 80%). Sin embargo, eso no significa que todos ellos vayan a seguir sus pasos en caso de ser elegidos. En la última misa antes del cónclave, el cardenal Re ha sostenido que el elegido para situarse al frente de la Iglesia Católica y de la Santa Sede deberá mantener "la unidad de la Iglesia".

Aunque el resultado de este solemne ritual es impredecible, hay nombres que llevan días sonando con mayor intensidad en las quinielas para convertirse en el papa número 267 de la historia. Entre los favoritos están el secretario de Estado del Vaticano, el italiano Pietro Parolin, el Patriarca Latino de Jerusalén, el también italiano Pierbattista Pizzaballa, el húngaro Péter Ërdo, el guineano Robert Sarah, o el filipino Luis Antonio Tagle, entre otros.