Arranca un cónclave "fascinante" para buscar un papa moderado tras el "huracán de Francisco"
- Los cardenales tratan de encontrar un nombre capaz de unificar la Iglesia y se descartan candidatos "en los extremos"
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La suerte está echada. Tras 12 reuniones previas, los cardenales se encierran este miércoles en la Capilla Sixtina para el cónclave, un ritual con siglos de historia y de esencia medieval. En el mundo de la última tecnología y la inmediatez, la única comunicación de los cardenales electores con el mundo es el humo: blanco si hay papa y negro si no.
Tras semanas de quinielas en las que se repite un puñado de cardenales papables, vaticanistas y expertos son reticentes a dar nombres, pero coinciden en algo: será un candidato de consenso, alguien capaz de unificar a la Iglesia que se ha visto sometida a grandes divisiones bajo el pontificado de Francisco.
"Evidentemente buscarán a un hombre de consenso, porque si hay que recaudar 89 votos se excluye a las alas extremas", explica a RTVE.es Giovanni Maria Vian, director del periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, entre 2007 y 2018, y autor del libro sobre Francisco recientemente publicado El último papa (Deusto).
Un papa "de compromiso", no de "primera elección"
Al necesitarse una mayoría de dos tercios más uno de entre el total de 133 candidatos, el mayor número de cardenales participantes de la historia, el número de apoyos necesarios es extraordinariamente alto, y se presume que ninguna facción podrá conseguirlo fácilmente.
Juan Pablo II bajó el número de votos necesarios, permitiendo una mayoría absoluta, pero Benedicto XVI recuperó después la regla tradicional de la mayoría cualificada para que "se eligiera un papa en el que todos se pudieran reconocer", dice Roberto Regoli, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y experto en historia de la Iglesia. Por ello, se elegirá "un papa de compromiso, no uno de primera elección, sino de segunda, tercera o cuarta".
"Después del huracán Francisco se pide un poco de calma", apunta por su parte Antonio Olivié, CEO de la agencia de noticias católica Rome Reports y periodista especializado en el Vaticano desde hace una década.
Parolin, conocido por todos, aunque con importantes críticas
¿Quién representaría por tanto esa calma, ese consenso? Muchos, como Olivié, apuestan por Pietro Parolin, secretario de Estado —algo así como primer ministro del Vaticano— con Francisco, un hombre cercano al papa, pero algo más moderado, y quien podría aunar apoyos de los sectores conservador y liberal.
Juega a su favor que, en un cónclave en el que una gran parte de cardenales no se conocen —y algunos ni siquiera hablan inglés, por no decir italiano, apunta ácidamente un experto—, Parolin es una figura conocida por todos, señala Olivié. Forma parte de la curia romana desde hace décadas, y por su labor diplomática ha recorrido el mundo junto a Francisco, lo que le ha permitido entablar relación con cardenales de las periferias.
En su contra está la estadística: solo tres secretarios de Estado en la historia han sido elegidos papa, apunta Vian. Además, si la Iglesia lo que busca ahora es un pastor —en la línea de lo que quería Francisco—, "Parolin ha sido vicepárroco solo dos años", considera. Se le ve, en su lugar, como un político.
Los críticos lamentan que no haya protestado después de que Francisco "le vaciara de poder la Secretaría de Estado" y, lo que probablemente más pese sobre su candidatura, el pacto secreto firmado con China en 2018, siguiendo una política de acercamiento con Pekín —que ya venía de décadas anteriores— "demasiado débil", apunta el exdirector de L’Osservatore Romano.
Un "quién es quién": descartando candidatos
Para orientarse en una elección como esta hay que jugar a algo parecido al "quién es quién": descartando piezas. Al necesitarse tantos votos, eso garantiza que se elija a "una persona moderada", según Olivié, y "se descartan todos los extremos", tal y como señala Regoli.
Algunas voces excluyen a algunos de los cardenales más abiertamente críticos con Francisco, como el estadounidense Raymond Leo Burke o el guineano Robert Sarah, envuelto en la polémica por un libro que supuestamente escribió junto a Benedicto XVI y en el que cargaba contra las reformas del papa argentino.
"Era difícil enfadar tanto a Francisco como a Benedicto, pero él lo consiguió", por lo que está descartado, cuenta una fuente autorizada. "Los candidatos conservadores no tienen ninguna posibilidad", afirma Vian, aunque excluye de ese grupo a algunos que han recibido esta etiqueta, pero no lo serían, a su parecer, como el húngaro Peter Erdo o el alemán Muller. Tampoco entrarían, por esta lógica, los candidatos más progresistas, como el luxemburgués Jean-Claude Hollerich, señalan otras fuentes.
Reacción al "autoritarismo" de Francisco
Siguiendo con los descartes, Vian apuesta porque no haya un papa hispanohablante en esta ocasión ni uno jesuita "nunca más". "Este papa se ha portado de manera tan autoritaria que ha creado un malestar contra los jesuitas que ya era histórico", cuenta este veterano vaticanista italiano, y cuenta una anécdota para ilustrarlo. "Un cardenal suyo y fiel a su línea le espetó, con al asunto Becciu [el cardenal excluido de participar en este cónclave por Francisco tras un escándalo de corrupción]: "¿Este señor pretende mandar también desde la tumba?".
Vian cree que no va a haber una "corrección de rumbo" respecto a Francisco, ya que el rumbo es el que marcó el Concilio Vaticano II en los 60 y es el que han seguido desde entonces todos los papas. Sí que puede haber una corrección de "método".
Hay un "malestar" por el "autoritarismo" del papa jesuita, señala este vaticanista. Se le eligió, "ya bastante anciano, como un papa inmediato y de emergencia con el mandato de reformar, pero nadie hubiera pensado que lo hubiese hecho de esta manera". Arrancó las reformas "prescindiendo de todos, porque él ha desconfiado de las dos curias, la de los jesuitas y de Roma".
Coincide en parte Olivié, que recuerda que Francisco levantó ampollas en la curia. "Ha generado tensiones porque era muy espontáneo, muy poco jerárquico en una organización jerárquica como la Iglesia". Por ello, creo que ahora muchos cardenales buscan "poner orden y tranquilidad".
Los italianos parten con fuerza, pero divididos
Este es un cónclave "fascinante", según Olivié, ya que es el "más universal de los últimos años", con representantes de 71 países, lo que hace todo más incierto. Pero precisamente por esa incertidumbre y por el hecho de que no se conozcan entre sí los propios cardenales, se podría dar la paradoja que en este cónclave tan internacional haya un retraimiento hacia Europa, donde la religión está en retroceso.
A favor de Europa está el hecho de que, aunque muchas parroquias en otros continentes estén en ascenso, los cardenales de fuera tienen como referencia por su formación y apoyo económico el Viejo Continente, apunta Regoli. Ganan posibilidades clérigos europeos que trabajan en diócesis ajenas a nuestro continente, como el español Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, y presente en las quinielas de los medios italianos —no así de los españoles—.
Suenan con fuerza los italianos, el país con más cardenales (17) y el que ha ostentado el papado durante los últimos 400 años, hasta la llegada del polaco Wojtyla en 1978. Le han seguido Benedicto XVI, alemán, y Francisco, argentino, por lo que muchos en el país que rodea al Vaticano reclaman volver a ocupar esta posición privilegiada. "Los italianos también tienen mucha habilidad diplomática", expresa el responsable de Rome Reports, algo que se ve por ejemplo en la Unión Europea.
“Los italianos son los que hunden a los italianos“
Sin embargo, suelen votar divididos. "Los italianos son los que hunden a los italianos", señala Vian. Ocurrió con la elección de Juan Pablo II, cuando uno de sus principales rivales era el italiano Giovanni Benelli, y de nuevo en 2013, cuando Bergoglio se impuso al milanés Angelo Scola, recuerda este experto.
Sus compatriotas veían tan ganador a Scola que de hecho se recuerda estos días por Roma el histórico error de la Conferencia Episcopal Italiana entonces: a los pocos minutos de conocerse la elección del argentino, enviaron un correo felicitando en su lugar al arzobispo de Milán.
Las maniobras que revelan a cardenales favoritos
La prensa italiana suele inflar las posibilidades de los suyos, recuerdan los expertos, pero en este caso suena con fuerza un nombre, además del de Parolin: el de Pierbattista Pizzaballa. El patriarca latino de Jerusalén es un candidato "serio a pesar de su edad" (60 años, joven para los estándares papales), dice Vian.
Lo demuestran las "maniobras" en su contra que han activado los grupos de presión, algo que ocurre con otros candidatos favoritos, como Parolin, del que han corrido rumores sobre su estado de salud que él ha desmentido. De Francisco, por cierto, se dijo falsamente que le faltaba un pulmón en los días del cónclave que le eligió.
Fuera de nuestro continente, se mira "adonde está la Iglesia más fuerte ahora y con más crecimiento, a Asia y África", según Olivié. Entre los asiáticos destacan el filipino Luis Antonio Tagle, en todas las quinielas, y que "podría ser una persona de unión". Mientras, en África el problema es que "no hay un líder entre los que están en la curia", y el congoleño Fridolin Ambongo Besungu no es conocido en Roma, aunque sea un líder en su país.
Arborelius, posible sorpresa
El exdirector del periódico del Vaticano señala que, aunque su "sensación" es que se va a volver a Europa, "difícilmente" será a Italia. Apuesta en su lugar por el norte del continente, territorio tradicionalmente protestante pero donde el catolicismo está en expansión. Si fuera cardenal, señala, votaría al sueco Anders Arborelius.
Aunque se le suele situar en el sector conservador, "es un candidato de consenso", asevera. "Francisco mismo ha hablado muy bien de él. Quiere mantener la continuidad con la tradición cristiana, pero colocándola en el mundo de hoy". Arborelius tiene un perfil personal "muy interesante", ya que "nace en una familia luterana agnóstica y se convierte al catolicismo a los 20 años".
Es carmelita, otro religioso de una orden como Francisco, "pero una más tranquila que los jesuitas". Además, considera que, como otros obispos nórdicos, tiene una "actitud tradicional pero abierta". Por ejemplo, no condenan las uniones homosexuales a pesar de que no las apoyan. También Olivié apuesta por él: "Es muy convencido de lo que hace, con mucha garra, mucha capacidad".
Vian incluye además en las quinielas al estadounidense Robert Francis Prevost, con una larga trayectoria como misionero en Perú (país del que también tiene la nacionalidad), e incluso a una persona externa a los cardenales electores, el también americano Sean O’Malley, que al tener 81 años no puede entrar en la Capilla Sixtina, pero sí ser elegido. Sería una figura "inatacable con los abusos", si eso es lo que se quiere destacar.
No sería la primera vez, en cualquier caso, que el candidato no está en ninguna quiniela. Ya le pasó a Francisco, un ‘outsider’ elegido en gran parte gracias a un breve, pero potente discurso en las congregaciones generales. Solo los purpurados encerrados entre los muros pintados por Miguel Ángel tienen la respuesta.