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El camarlengo y el decano del Colegio Cardenalicio, dos hombres clave en el cónclave

El camarlengo, Kevin Joseph Farrell, y el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re.
El camarlengo, Kevin Joseph Farrell, y el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re. RTVE
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En el intrincado proceso de elección del nuevo papa, hay dos figuras destacadas cuyos roles son cruciales y que tienen unas responsabilidades muy definidas: el camarlengo y el decano del Colegio Cardenalicio. Sus acciones y decisiones durante el periodo de sede vacante y durante el cónclave son fundamentales para garantizar la continuidad de la Iglesia Católica. Los cardenales Joseph Kevin Farrell y Giovanni Battista Re son las dos personas clave en el cónclave que arranca este miércoles.

El camarlengo, Joseph Kevin Farrell, cuyo título completo es Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, desempeña un papel administrativo y de verificación de gran importancia. Tras la muerte del papa es quien certifica su deceso. Esta verificación, realizada tradicionalmente en presencia de testigos, marca el inicio formal del periodo de sede vacante. A partir de ese momento, el camarlengo asume la responsabilidad de la administración de los bienes y derechos temporales de la Santa Sede. Sella los aposentos papales, organiza los funerales del pontífice difunto y toma las medidas necesarias para la seguridad del Vaticano.

La elección del nuevo papa está regulada por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis (1996). El camarlengo juega un papel importante en la preparación del cónclave. Junto a los cardenales primeros de cada orden, debe determinar el inicio de las congregaciones generales y preparar la residencia de Santa Marta —que es donde residen los cardenales electores durante el cónclave— así como los alojamientos del resto del personal (maestro de ceremonias, el secretario del colegio y ceremonieros).

Kevin Joseph Farrell, camarlengo.

Kevin Joseph Farrell, camarlengo. VATICAN NEWS

Durante el cónclave es responsable, junto al sustituto de la Secretaría de Estado, de la seguridad y de la protección de la ceremonia. También es el encargado de comprobar que tanto la Capilla Sixtina como los edificios adyacentes estén libres de cualquier medio que pueda servir para comunicarse con el exterior. Al terminar el cónclave, el camarlengo redacta un informe sobre el resultado de cada escrutinio. Este informe —en un sobre sellado que se guardará en el archivo— es entregado al nuevo pontífice.

Un decano que ha enterrado a tres papas

Por otro lado, el cardenal no elector Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio ostenta una primacía de honor y liderazgo dentro del cuerpo cardenalicio. Ha asistido a los funerales de los tres últimos papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Aunque no posee poderes de gobierno sobre la Iglesia, su rol se vuelve particularmente relevante durante la sede vacante. Es el decano quien tiene la responsabilidad de comunicar oficialmente la muerte del papa a los jefes de Estado y a los representantes de las diversas naciones.

Una de sus funciones más significativas es la de convocar y presidir las congregaciones generales de cardenales previas al cónclave. Estas reuniones son cruciales para que los cardenales electores puedan intercambiar información sobre el estado de la Iglesia, discutir los desafíos que enfrenta y discernir colegialmente el perfil del futuro papa. El decano facilita estas discusiones y vela por el correcto desarrollo de las mismas.

Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.

Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. VATICAN NEWS

Re presidirá la misa Pro eligendo Romano Pontifice en la Basílica de San Pedro antes del cónclave, una ceremonia en la que invocará la guía del Espíritu Santo sobre los cardenales electores. Aunque dentro de la Capilla Sixtina la presidencia de las votaciones rota entre los cardenales electores por orden de antigüedad, la figura del decano sigue siendo un punto de referencia moral y de unidad para el Colegio Cardenalicio. Al ser mayor de 80 años y, por lo tanto, no elector, su papel de liderazgo en las congregaciones previas cobra aún mayor relevancia.

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