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El Vargas Llosa más político: de apoyar el régimen comunista de Castro a renacer en el liberalismo y acercarse al PP

  • El nobel de literatura pasó de defender la lucha armada a cargar contra los regímenes autoritarios
  • El escritor, que disputó sin éxito a Alberto Fujimori la Presidencia de Perú, ha muerto a los 89 años
El viaje político de Vargas Llosa: de su marxista juventud a definirse como liberal
ROCÍO GIL GRANDE

América Latina estaba siempre presente en su literatura pero también en sus ideales. Mario Vargas Llosa se marcó como compromiso alcanzar la justicia social para los pueblos y su corazón, que ebullía en un mundo de letras, abrió pronto un hueco para la política. Su punto álgido fue en 1990, cuando plantó cara a Alberto Fujimori, disputándole sin éxito la presidencia de Perú, lo que le obligó a instalarse en España. Se había metido en política por una “razón moral”, para escribir en la vida real “la gran novela”, dijo en su autobiografía. Marxista convencido, revolucionario y defensor de la lucha armada en sus inicios, su mente fue un torbellino de ideas que le hizo virar al liberalismo y a una firme oposición a las dictaduras: pasó de apoyar a Fidel Castro a respaldar los postulados de Margaret Thatcher y Javier Milei.

Vargas Llosa venía de haber sufrido la represión por parte de su propio padre por el único motivo de mostrar sus inquietudes literarias. Tanto que le llevó a estudiar en el Colegio Militar Leoncio Prado, un internado con una férrea disciplina militar. Pese a esta circunstancia, se sintió cómodo a lo largo de su vida apoyando en un principio regímenes militares, aunque fue su defensa por la libertad de expresión y de prensa y por las libertades personales lo que le llevaron a confrontar sistemas autoritarios y abrazarse a las posiciones neoliberales.

Su activismo político comenzó cuando ingresó para estudiar Derecho y Literatura en la Universidad de San Marcos, una institución que acogía a jóvenes con pocos recursos. Allí, se integró en Cahuide, una organización que recibía el nombre de un comandante inca y que estaba vinculada al Partido Comunista, al que perseguía entonces el régimen de Manuel Odría. Esperaba que el expresidente peruano en el exilio José Luis Bustamante Rivero regresara a Perú tras el golpe de Estado de Odría y ello le llevó a integrarse después en el Partido Demócrata Cristiano, del que se decía que podría formar la candidatura de Bustamante, algo que nunca sucedió.

De acoger a la madre del ‘Che’ a la ruptura con el régimen de Castro

Los azares del destino le llevaron a París como premio tras ganar un premio literario, y decidió prolongar su estancia. Allí, llegó a acoger durante un tiempo en su casa a Julia Guevara, la madre del revolucionario comunista argentino ‘Che Guevara’.

Vargas Llosa no solo era escritor, también fue periodista, y en 1962 viajó como corresponsal a Cuba en plena crisis de los misiles, desde donde manifestó su apoyo a la revolución de Fidel Castro. Vargas Llosa estaba cómodo defendiendo la lucha armada, también lo haría en Perú con el respaldo público del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que encabezaba Luis de la Puente Uceda.

Pero algo se rompió en sus ideales poco después, cuando el régimen castrista encarceló al poeta Heberto Padilla. Aquello reafirmó su compromiso con la libertad de prensa y le llevó a romper con el régimen cubano, detonando un viraje gradual hacia los postulados de la derecha, llegando a abogar en alguna ocasión por "que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror".

Defensor de la libertades individuales

No fue inmediato. En Perú, ya casi en la década de los 70, aplaudió algunas reformas del recién instalado régimen militar de Juan Velasco Alvarado aunque acabó cargando contra su autoritarismo después del cierre de diversos medios de comunicación, alejándose del gobierno militar.

Hizo lo mismo contra el régimen del dictador argentino Jorge Rafael Videla por la persecución, incluido el secuestro y el asesinato, de intelectuales. Siendo presidente del PEN Club Internacional (una organización mundial fundada en Londres en defensa de los escritores), le envió una carta denunciándolo.

En 1969 remitió una carta al autor mexicano Carlos Fuentes, a quien escribió: "En el Perú la confusión política adquiere niveles paranoicos. Los generales se van a quedar en el poder muchos años y cuentan con el apoyo de la izquierda, que proclama a diestra y siniestra que el régimen es nacionalista y antiimperialista, lo que es un disparate apocalíptico".

Su compromiso con las libertades y como periodista le llevó a implicarse en 1983 como presidente de la Comisión Investigadora del asesinato de ocho periodistas en la aldea Uchuraccay (Ayacucho, Perú) en los años del terrorismo del Sendero Luminoso y del MRTA.

Su derrota contra Fujimori

El verdadero salto de Vargas Llosa a la política llegó en la década de los 80, cuando comenzó a exhibir una marcada ideología liberal al ingresar en Movimiento Libertad, que integraba a los dos partidos tradicionales de la derecha peruana. Aquello causó sorpresa entre sus seguidores y entre los propios intelectuales de la época, que mantenían un perfil de izquierda.

Llegó a aceptar en 1984, en un primer momento, la proposición del presidente Fernando Belaúnde Terry para encabezar el Consejo de Ministros, aunque acabó desistiendo de su intención de formar un gabinete independiente e imparcial. Y encabezó las protestas en el país contra la intención del gobierno de Alan García de nacionalizar la banca peruana.

El salto definitivo a la política llegó en 1990, cuando bajo la coalición Frente Democrático le disputó a Alberto Fujimori la presidencia de Perú. Se enfrentaban dos perfiles antagonistas: un hombre criado en una familia tradicional peruana que ofrecía liberalismo económico frente a un hijo de inmigrantes japoneses de ideología antisistema. El escritor se armó de una gran popularidad y estuvo cerca de lograr su objetivo, aunque acabó siendo derrotado en una segunda vuelta electoral y Fujimori acabó convirtiéndose en un autócrata que dividió al país hasta que murió en 2024.

La derrota de Vargas Llosa desencadenó una persecución política contra él que le llevó a instalarse en Madrid, donde logró que se le concediese la nacionalidad española después de que Fujimori amenazara con quitarle la peruana. Lo hizo, según sus propias palabras, para evitar ser un “paria”.

Las circunstancias de la vida harían que mucho más tarde, en 2021, acabara pidiendo el voto a los peruanos para apoyar a Keiko Fujimori, hija de su rival en las urnas y acusada de corrupción, después de años en los que se había mostrado como un firme detractor de ésta. "Deseo ardientemente que Keiko Fujimori gane la elección", dijo para sorpresa de muchos. Lo hacía ante la amenaza de la posible victoria de Pedro Castillo, considerado de extrema izquierda por aceptar algunos postulados marxistas. Castillo acabó gobernando y fue incapacitado después del intento fallido de golpe de Estado un año más tarde.

Lo importante en unas elecciones no es que haya libertad sino votar bien

Poco después, en una convención en España del Partido Popular, el escritor pronunció una frase que no estuvo exenta de polémica: “Los latinoamericanos saldrán de la crisis cuando descubran que han votado mal. Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien”.

Su trayectoria en España: apoyo a UPyD y rechazo al independentismo

Desde que se instaló en España en 1993, ha dado apoyo público a figuras de la esfera de la derecha española, como el expresidente José María Aznar, el exlíder de Ciudadanos Albert Rivera o la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a quien llegó a definir como un símbolo de la “resistencia liberal”.

El nobel de literatura llegó a ver en UPyD una alternativa regeneradora al bipartidismo. Participó en su acto de presentación y fue nombrado patrono de honor de la Fundación Progreso y Democracia, vinculada a este partido.

Mario Vargas Llosa y Fernando Savater participan con Rosa Díez en la presentación de UPyD en 2007

Mario Vargas Llosa y Fernando Savater participan con Rosa Díez en la presentación de UPyD en 2007 EFE/Mondelo

Ha sido un firme detractor del independentismo catalán. En 2014, encabezó el manifiesto de “Libres e Iguales”, un movimiento para luchar contra el secesionismo que apelaba a PP, PSOE, UPyD y Ciudadanos y que aunó a varios intelectuales, políticos y diversas personalidades del país.

Precisamente, llegó a abandonar el PEN Club Internacional en 2019 después de que esta organización, que llegó a presidir, se mostrara a favor de la liberación de los líderes secesionistas catalanes presos Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

Su apoyo a líderes de extrema derecha como Jair Bolsonaro

Vargas Llosa ha sido muy activo en la prensa denunciando los regímenes autoritarios. Calificó por ejemplo como “dictadura perfecta” el sistema político mexicano por más de seis décadas de gobernancia del Partido Revolucionario Institucional (PRI). También ha sido un fuerte adversario de la Venezuela de Hugo Chaves y Nicolás Maduro y ha protagonizado un marcado perfil antirracista.

Durante sus últimas décadas, ha sido muy activo defendiendo líderes de derecha en distintos países. En 1990 escribió sobre su “admiración sin reservas” por la ‘dama de hierro’ británica Margaret Thatcher después de que renunciara como primera ministra británica. En los últimos años, ha mostrado su respaldo a dirigentes de derechas como Carlos Mesa en Bolivia, José Antonio Kast en Chile, Rodolfo Hernández en Colombia, Jair Bolsonaro en Brasil e incluso Javier Milei en Argentina. En Chile, apoyó a Sebastián Piñera y participó en diversas iniciativas de memoria para conmemorar a las víctimas de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Pero su apoyo al liberalismo no ha evitado que profiriera duras críticas al presidente estadounidense, Donald Trump, antes incluso de su llegada a la Casa Blanca. "Demagogo, payaso e irresponsable" son algunos de los calificativos que le dedicó.

Ahora que Mario Vargas Llosa ha fallecido a los 89 años, el mundo dice adiós no solo a un escritor gigante con un legado más que prolífero, sino también a un pensador inquieto que no ha estado exento de las contradicciones que, al fin y al cabo, caracterizan a cualquier ser humano.