José Antonio García, director de Pastoral Penitenciaria: "El 40% de los presos toma medicación psiquiátrica"
- Actualmente hay 52 personas cumpliendo la condena de prisión permanente revisable
- La Iglesia Católica es la única organización presente en los 88 centros penitenciarios
José Antonio García Quintana dirige la única organización con presencia en los 88 centros penitenciarios de nuestro país a través de más de 2.000 voluntarios. El Departamento de Pastoral Penitenciaria ofrece asesoría jurídica, apoyo social y acompañamiento espiritual a las cerca de 50.000 personas privadas de libertad en España.
Este jesuita —nacido en 1962 en Venezuela— se crio en Llanes (Asturias). Ha sido capellán de la única cárcel del Principado desde el año 2015. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias le otorgó en 2020 la Medalla de Bronce al Mérito Social Penitenciario.
José Antonio (derecha) con voluntarios e internos durante una Javierada en Navarra. ARCHIVO PARTICULAR J.A.G.
Actualmente, reside en un edificio de viviendas sociales que tiene la Compañía de Jesús (SJ) en San Sebastián (Guipúzcoa) desde donde viaja todos los meses a Madrid, a la sede de la Conferencia Episcopal Española. Conversamos con él sobre la realidad penitenciaria cuando se cumplen en España diez años de la entrada en vigor de la prisión permanente revisable.
PREGUNTA: Instituciones Penitenciarias ha confirmado que no hay ningún programa específico para las 52 personas condenadas a prisión permanente revisable. ¿Pastoral Penitenciaria contempla alguna actividad concreta para estos internos e internas?
RESPUESTA: Luchamos para que haya programas específicos y para que se incorporen a otros programas que ya hay en las prisiones, pero es muy difícil. El problema es que esta ley se hizo por una presión pública. Y claro, cuando se legisla desde las entrañas…
El jesuita García Quintana ha sustituido en el cargo al actual obispo de Pamplona, el mercedario Florencio Roselló. BERGUÑO FERNÁNDEZ
P: La ley se aprobó en el Congreso el 26 de marzo de 2015 y se publicó en el BOE el 30 de marzo coincidiendo con varios casos que conmovieron a la sociedad.
R: Desde el mundo de la política y de los jueces trataron de tranquilizar a la sociedad. La ley que se aprobó tiene fundamentalmente esa función social. Pero desde el punto de vista tratamental (del tratamiento) vemos que la ley ha ido por delante porque en el mundo interno de las prisiones no se trabaja con estas personas condenadas a prisión permanente revisable. Hay una frase de la filósofa María Zambrano que dice: "El horizonte ordena el paisaje". En la cárcel, con penas relativamente cortas, puedes ir trabajando con la gente y el paisaje se va organizando. Pero claro, con penas tan largas...
P: ¿Qué esperanza tiene un condenado a prisión permanente revisable?
“Después de 25 o 30 años esa persona está muerta en vida; es una muerte social“
R: Imagínate que vives en un mundo sin esperanza, sin luz. Que además, por el delito que has cometido, cuando salgas de prisión, ya anciano o anciana, nadie te va a esperar fuera. Después de 25 ó 30 años, esa persona está muerta en vida; es una muerte social. Y claro, tenemos ahí otro componente importante que es el médico psiquiátrico, el de salud mental.
P: ¿Qué ocurre con la salud mental?
R: Ahora mismo, en Instituciones Penitenciarias tenemos un problema médico de atención psicológica y psiquiátrica de primer orden. A veces solo hay un psicólogo para 300 internos. El 40% de los internos en España está recibiendo medicación psiquiátrica. ¡El 40%! Con el cierre de los psiquiátricos —que fue muy acertado— se dejó en manos de la familia el tratamiento de salud mental ambulatoria. Pero cuando ese chaval o esa chavala deja de estar controlado por alguien de la familia en su medicación… le da un brote y puede hacer cualquier cosa.
P: Pero hay dos centros penitenciarios psiquiátricos.
“Apenas hay psiquiatras en instituciones penitenciarias. Es un problema que nos desborda. La situación es tremenda“
R: Sí, uno en Alicante y otro en Sevilla, pero son unidades pequeñísimas. En todas las cárceles hay un grupo de internos que debería estar en programas específicos de salud mental. Existe el famoso programa Paiem, pero eso lo llevan educadores, no profesionales de la salud mental. Apenas hay psiquiatras en instituciones penitenciarias. Y el psiquiatra, cuando está, a lo que se dedica es a dar medicación. Es un problema que nos desborda a todos. La situación es tremenda. Y eso que tenemos uno de los mejores sistemas penitenciarios de Europa.
P: ¿Por qué es uno de los mejores?
R: Porque hay más programas tratamentales. Se trabaja mucho en la vía de la reinserción social, mientras que en las prisiones de otros países, no. También es verdad que tenemos un índice de presos muy por encima del de otros países. El sistema penal español es muy duro con respecto al de otros países. Tenemos pocos delitos y muchos presos. Son 50.000 más o menos.
El Camino de Santiago es una de las actividades más valoradas por los internos de los centros penitenciarios. ARCHIVO PARTICULAR J.A.G.
P: Y, sin embargo, la percepción social es que en España sale muy barato delinquir.
R: Exactamente. Pero aquí se castiga y se penaliza mucho con la privación de libertad y no se utilizan otros recursos alternativos al internamiento que están contemplados en la ley como, por ejemplo, la prestación de servicios en beneficio de la comunidad.
“Se penaliza mucho con la privación de libertad y no se utilizan otros recursos alternativos al internamiento“
Para esto la sociedad tiene que estar preparada y hay que trabajar y tener una buena red de asociacionismo. Cuando hay asociaciones sociales que trabajan y tienen sensibilidad es más fácil. Pero el asociacionismo ahora ha descendido en todos los ámbitos.
P: Volviendo a los condenados a prisión permanente revisable. Estos 52 internos ya no tienen nada que perder.
R: Eso es. De hecho, en España se suprimió la cadena perpetua por ser inhumana. Y la pena de muerte también. La prisión permanente revisable es como una muerte en vida. Tú no lo matas, pero lo matas porque lo metes en una prisión, en un ambiente cerrado, donde no hay horizonte, no hay programas diseñados...
P: ¿Sabe si tienen diagnosticada una enfermedad mental los condenados a prisión permanente revisable?
R: No conozco todos los casos ni tampoco si están calificados como problemas de salud mental. Muchos sí, pero a lo mejor es una enfermedad mental leve, no es una psicopatía grave. Yo he conocido gente condenada a prisión permanente revisable y a gente con largas condenas de la banda terrorista ETA, gente de Al Qaeda, de Estado Islámico y cosas de ese tipo, pero no entran dentro de ese perfil de enfermedad mental. Asesinos en serie tampoco he conocido nunca. Son casos rarísimos. Además, muchas veces se diluyen en módulos ordinarios.
José Antonio en la capilla del centro penitenciario de Asturias. ARCHIVO PARTICULAR J.A.G.
P: ¿Qué hacen los más de 2.000 voluntarios católicos en los 88 centros penitenciarios?
R: Tentemos tres tipos de programas: de ámbito social, de ámbito jurídico y el religioso. El más amplio es el de ámbito social, donde tenemos desde ayudas económicas a personas a las que nadie les ingresa dinero hasta la entrega de ropa. Pero la asistencia religiosa es también muy importante porque ahí entra el tema del perdón y la reconciliación con Dios, contigo mismo y con los demás. Cuando te juntas con los capellanes, los voluntarios y las voluntarias, esos hombres y mujeres de todas las edades que dan su tiempo y pagan su gasolina... Es impresionante.
La cárcel, reflejo de la sociedad
P: ¿Hay un nuevo perfil de internos con las nuevas leyes de seguridad vial y violencia de género? ¿Es más fácil entrar ahora en la cárcel?
R: A ver, la cárcel es un reflejo de la sociedad. En general la sociedad ha mejorado y se tiene más formación, pero yo creo que no es tan fácil entrar en una prisión. Los jueces en general son muy reacios a mandar a una un chaval a la cárcel por un pequeño delito. ¿Qué pasa? Que cuando un chaval de estos ha reincidido y reincidido entra en prisión y no solo le cuentan la última, sino que entran todas las anteriores.
“El 80% de los internos es de estrato social bajo y ha tenido contacto con el mundo de la droga“
Y claro, se puede meter tranquilamente siete años ahí por pequeños delitos que ha tenido ido acumulando. Son personas que vienen de un estrato social bajo. El 80% han tenido contacto con el mundo de la droga. Pueden estar por un delito de hurto, de violencia, de género, de quebrantamiento de una orden de alejamiento, pero detrás de todo está la droga. La droga es el cáncer del siglo XX y XXI. Se consume muchísima droga, pero muchísima.
García Quintana durante una charla de concienciación sobre la cárcel en un instituto de enseñanza secundaria. ARCHIVO PARTICULAR J.A.G.
P: ¿Qué pasaría si no entrase la droga en la cárcel?
R: En la pandemia no entraba la droga y la gente mejoró su aspecto físico. Fue una cosa interesantísima. Veías a la gente haciendo deporte. Al no haber visitas durante un año, pues no entraba la droga. Bueno, pasaron su “mono” (síndrome de abstinencia), pero tampoco es una cosa...
P: ¿Qué debería mejorar urgentemente el sistema penitenciario español?
R: Creo que habría que invertir mucho en programas de tratamiento, de salud mental y tratamentales en general para este tipo de chavales. Instituciones penitenciarias programa cursos sobre violencia de género, maltratadores, sobre el tema de robos, delitos económicos, tráfico... Tiene programas muy bien diseñados. El problema es que cuando llega el programa a un centro penitenciario, ¿quién lo hace? ¿Quién va a impartir ese curso? Cada vez hay menos personal. Hay un desmantelamiento similar al que se da en muchos servicios sociales.
P: ¿Se le ocurre alguna solución?
“Sal ahí a defender el sistema penitenciario y te dejan de votar rápidamente“
R: Yo creo que habría que reformar el sistema penitenciario poniendo más educadores, mucho más personal, trabajadores sociales…, trabajar mucho la conexión interna, buscar medidas alternativas al internamiento que están contempladas en la ley... Pero claro, los centros no tienen dinero, reciben poco, las subvenciones van tarde, el personal está agotado, saturado. Las ayudas que a veces dan los gobiernos son para callar a los jubilados que saben que los van a votar. Pero, ¿quién va a defender a los presos? ¿Da votos defender a los presos? Al contrario. Sal ahí a defender el sistema penitenciario y te dejan de votar rápidamente. Por eso todo el mundo calla con esto. Es lo último de lo último.