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“El campo se muere”: los motivos de seis agricultores para unirse a la tractorada en Madrid

  • Han viajado desde Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León y País Vasco para la manifestación
  • Piden precios justos para el campo y cargan contra la Agenda 2030 y la “competencia desleal” de terceros países

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Los motivos de seis agricultores para unirse a la tractorada en Madrid
Cientos de agricultores se concentran en la Puerta de Alcalá durante la décimosexta jornada de protestas de los tractores en las carreteras españolas.

Una marea de chalecos amarillos rodea la Puerta de Alcalá, en Madrid. “El campo se muere”, dice un agricultor vasco a RTVE.es, ante el monumento que un día fue el acceso a la ciudad y hoy es el corazón de la capital. Mientras esperan a las cinco columnas de tractores que han llegado más tarde desde diferentes puntos de España, cientos de manifestantes ondean banderas de prácticamente todas las comunidades autónomas y sus manos sostienen pancartas en las que se extraen tres motivos: por unos precios justos, contra la Agenda 2030 y contra la “competencia desleal” de terceros países. 

Por lo demás, nada es demasiado uniforme en la manifestación convocada por Unión de uniones, la cuarta organización agraria, que no se sienta en la mesa de negociación con el Ministerio de Agricultura. Tampoco estable: la protesta pacífica y casi festiva que se ha vivido por la mañana ha dado paso a algunos enfrentamientos e insultos puntuales al entrar la tarde.

“Nuestra ruina va a ser el hambre de todos”

Y entre las bocinas, cencerros, castañuelas, arengas por megafonía y música que envuelven la plaza al mediodía, Florencia Heras y Carmen Martín sostienen juntas una enseña. A simple vista se puede observar que a estas dos mujeres del Valle del Jerte, en Extremadura, las separan unas cuantas décadas.

“Nuestra ruina va a ser el hambre de todos los ciudadanos”, sostiene la segunda y más joven de las dos, a quien le gustaría poder continuar con el trabajo en el campo de sus padres, aunque ahora se sienta “desilusionada” por las perspectivas de futuro del producto agrario: “Nos lo pagan a céntimos y lo cobran a cuatro euros en el supermercado”.

Su acompañante habla orgullosa de las cerezas y tantos otros alimentos que se producen en Extremadura y, al hilo, protesta por la prohibición de usar determinados pesticidas. “Nos dicen que son tóxicos y luego se compran [productos de fuera de la Unión Europea] que los llevan. Y os lo estáis comiendo todos”, completa.

Esta intersección de problemas se repite a menudo en las conversaciones. “Deberíamos poder vender todos con las mismas reglas, por lo menos”, reclama Álvaro, agricultor de cereales, patatas y alubias que ha venido desde Vitoria, Euskadi, para la protesta. Ikurriña en mano pide a “los que nos gobiernan” que le den “una vuelta de turca” a la Agenda 2030, que —dice— acabará con el campo. ¿Pero cómo debería ser ese cambio? “Que vaya enfocada al beneficio de la población, no de las grandes multinacionales y empresas que nos gobiernan”, replica.

De la "competencia desleal" a la "hipocresía" de la Agenda 2030

Porque para los agricultores, la legislación de la Unión Europea y las dificultades para cubrir los costes con el precio que reciben a cambio se sienten caras de un mismo problema.

Así lo expone Mariana Fuente Rodero, que se dedica al cultivo de cereal de secano, olivos y melones en Castilla-La Mancha. Ha viajado para la manifestación junto a sus hermanas: “Europa está intentando que la agricultura sea un campo bonito con el medio ambiente y no nos dejan producir, porque nos ponen miles de medidas. Tenemos que cumplir unos controles muy estrictos, con nuestro cuaderno de campo, nuestro plan de prevención, hay que tener todos los requisitos. Pero cuando falta alimento, dejan pasar cualquier cosa de países que no son de la Unión Europea, y eso es una competencia desleal. Eso es lo que no podemos permitir. Nosotros queremos trabajar, lo que hemos hecho toda la vida”, afirma a RTVE.es.

Y Rodero agrega: “El principal motivo por el que yo estoy aquí es para que tú comas más barato y de mejor calidad, y la normativa no nos lo está permitiendo, porque nuestros productos no se valoran, nos lo pagan de aquella manera y a ti te lo cobran tres, cuatro, cinco o 20 veces más caro. ¿Quién se está quedando con este dinero?”

Esta última cuestión ha animado a Pedro, agricultor de viñedos y secano en Aranda del Duero (Burgos), a unirse a la manifestación. Él, que se pasea por la Puerta de Alcalá con una bandera de Palestina, achaca a las “políticas neoliberales” el problema de los precios y alerta de los “fondos buitre” que están comprando el campo. ¿Y la Agenda 2030? “Una hipocresía. Nos la piden a nosotros y luego se compran productos que no cumplen”, coincide.

El plan de desarrollo sostenible de Naciones Unidas está en la diana de numerosas pancartas. Desde el "Agenda 2030 vais a comer", que se lee atado a la cerca del parque del Retiro, al "Agenda 2030, metérosla por el culo", que sostiene un grupo de extremeños.

"Me gustaría seguir viviendo del campo y que alguno de mis hijos lo hiciera"

Y el debate del comercio exterior, que se repite en todas las conversaciones, tiene también su impacto en el precio, advierte la castellanomanchega Mariana Fuente Rodero. "Ahora la gente prefiere comprar de otros países porque son más baratos. Pero cuando en España ya no podamos producir, pondrán el producto de aquella calidad al precio que quieran. Y entonces el consumidor se acordará de por qué estamos hoy aquí", sostiene. 

Un chaval apura una cerveza con otros dos amigos mientras observan la manifestación. Prefiere no decirnos su nombre, porque debería estar exponiendo en clase, pero, sí, que es de Burgos y que tiene 21 años. Él está en Madrid ahora por su padre, que cultiva cereales y pipas de girasol. “Él sabe hacer las cosas del campo. Ahí puede hacer lo que quieras, pero qué va a saber hacer una PAC”, dice sobre la burocracia para acceder a las ayudas europeas. “En la gestoría te sablan y es que ahora produces a pérdidas. Con lo que te cuesta el abono, el insecticida, el fungicida, el herbicida, es que te arruinas”. 

Además del coste, los agricultores denuncian que la abrumadora burocracia, ahora también digital, está expulsando a los más veteranos, cuando no hay recambio generacional. Es quizás el golpe más duro para un mundo rural que está orgulloso de serlo. 

“Yo hoy estoy aquí gracias a que mi padre en los años 70 y 80 no se vino a la capital a trabajar", narra Mariana Fuente Rodero. "Se quedó en la España profunda" —explica— "en esta España vaciada que está tan de moda. Esa la llenó mi padre, con sus cinco hijas y un hijo. Y todos vivimos del campo. A mí me gustaría seguir viviendo el campo y que alguno de mis hijos lo hiciera”, zanja Rodero, que asegura nadie respeta más el medioambiente que quien vive en él.