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Educación

Los fallos endémicos de las becas en España: retrasos, destinatarios que no las reciben y los que las pierden

  • Tres de cada diez becados universitarios pierden la ayuda al año siguiente de recibirla
  • El 60% de los niños de los hogares más necesitados no recibe beca

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Los fallos endémicos del sistema de becas en España
Los fallos endémicos del sistema de becas en España. 

“Hay estudiantes que tenemos una situación económica difícil y dependemos directamente de la beca del Ministerio”.  Como Antonio, para muchos jóvenes universitarios las becas son fundamentales a la hora de decidir qué estudiar y para pagar la carrera, especialmente si tienen que vivir fuera de casa.

En el curso académico 2021-2022, se repartieron más de 1.226 millones de euros entre medio millón de universitarios, pero en muchas ocasiones esta ayuda no resultó suficiente, se ingresó muy tarde o incluso no llegó a las familias que más la necesitaban. Problemas estructurales del sistema de becas a la educación en España, que se repiten en las diferentes etapas formativas.

Las becas universitarias: ¿llegan a tiempo y cubren lo suficiente?

La etapa universitaria generalmente exige un gran esfuerzo económico y, para paliar su coste, hay cuatro órganos que convocan ayudas: la Administración General del Estado (AGE), las comunidades autónomas y también tienen sus propios procesos las universidades públicas y las privadas.

En 2021-22, 514.375 estudiantes fueron becados, convirtiéndose en el segundo curso con más beneficiarios desde 2015-16, año en el que empiezan los registros del Ministerio de Universidades; fue también el curso en el que más dinero recibió cada becado. Del total del importe concedido ese año, el 92% corresponde a becas de carácter general. Pero ¿qué cubren y cuándo llegan?

Isabel tuvo que irse a otra ciudad para estudiar Enfermería y ha sido beneficiaria de la beca del Estado todos los años de la carrera. Para ella y su familia, la beca ha sido esencial para cubrir los gastos de residencia: “Creo que en mi caso la cuantía estaba bien, teniendo en cuenta que mi piso era muy barato, que no soy una persona que gaste mucho y que tampoco salgo mucho de fiesta”.

Pero para Ainhoa la beca no fue suficiente. Tuvo que mudarse para estudiar Medicina a Madrid y, en declaraciones a DatosRTVE, se queja de que vivir en la capital hubiera sido “insostenible” sin la ayuda de sus padres porque la beca le llegaba “prácticamente cuando acababa el curso”.

“El problema principal de las becas es el tiempo que se tarda en recibir el dinero: faltan funcionarios que se encarguen de este proceso para que vaya más rápido”, asegura Antonio Amante, presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE). Sin embargo, a pesar de la reciente reforma del sistema de plazos, el resultado no ha sido el esperado: “Hay estudiantes que estamos en una situación precaria porque todavía no hemos recibido ese dinero”.

La beca Erasmus es una de las más comunes, pero no cubre una gran parte de los gastos y a menudo llega tarde: eso fue lo que le pasó a Jesús, que no recibió el dinero hasta que volvió a España de su estancia en República Checa.

“Se supone que darán el 70% de la beca pronto y el resto más tarde, de hecho, hay compañeros a los que les ha llegado ya”, agrega Alejandro, estudiante sevillano de Ingeniería que acaba de empezar su estancia en Rumanía. Le corresponde la cuantía más baja y asegura que sin la ayuda económica de sus padres no podría vivir la experiencia: “Con la beca Erasmus no me da para vivir aquí porque solo con el piso ya se me van los 250 euros al mes”.

Lo mismo ocurre con las becas de prácticas externas, una de las que tienen menos beneficiarios al año. Así lo cuenta Andrés, que reconoce que sin la ayuda de sus padres se vería “bastante ahogado”. El ingeniero se trasladó desde Córdoba a Madrid tras conseguir una beca de la fundación SEPI: gana 857 euros netos y asegura que no es suficiente para vivir en la capital.

Los umbrales de renta: ¿llegan las becas universitarias a quienes más lo necesitan?

En el curso 2021-22, las becas de carácter general del Estado fueron a parar a 340.000 estudiantes, clasificados en tres umbrales según su renta familiar.  El 57,5% de los beneficiarios pertenecían al umbral 1, las familias con menos recursos económicos,  y solo un 4,2% de los beneficiarios eran de las familias con rentas más altas.

En la pandemia el umbral de renta bajó hasta casi equiparar el umbral 1 al nivel de pobreza.  Esto provocó que “más familias se queden fuera de esas ayudas” por cantidades ínfimas como cinco euros, denuncia María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA). Y señala que la subida generalizada de precios tampoco ayuda: “Con el mismo salario tienes que cubrir muchísimos más gastos. Por ejemplo, un estudiante que estudia fuera ahora no come por el mismo dinero que hace un año”.

La bajada en el umbral afectó a Alexandra mientras estudiaba en Tenerife. Siempre recibía la cuantía máxima, pero su renta subió al umbral 2 cuando su madre trabajó unos meses: “Yo solía recibir 1.600 euros por renta y no me dieron nada, a pesar de que mi madre ya no estaba trabajando y el dinero del año anterior ya se había esfumado”. Además, como tuvo que mudarse de isla, la beca de residencia no era suficiente “en comparación a lo que cuesta un año de alquiler”.

Algo parecido le ocurrió a Raquel, universitaria madrileña, cuando su renta familiar sobrepasó el nivel dos por unos 180 euros. “Todos los años me pagaron la matrícula, pero la beca asociada al nivel de renta varió: el primer año recibí 800 euros, el segundo 600, luego 400 y después dejé de recibir la parte variable”.

El presidente de CANAE defiende que las becas deberían otorgarse solo en función de la renta familiar y la residencia, teniendo en cuenta el coste del alquiler, porque “el nivel de vida va aumentando y las becas deberían aumentar en función de la inflación y la situación económica del país”.

Amante asegura que muchas familias en el umbral 1 no solicitan la beca por desconocimiento, brecha digital o miedo a la estigmatización como necesitado.  Para ayudar a estas familias, CANAE ha puesto en marcha una iniciativa de asesoramiento y acompañamiento.

Tres de cada diez universitarios pierde la beca un año después de conseguirla

Tanto en la pública como en la privada, más de un 33% de los alumnos que fueron becados en el curso 2020-2021, en plena pandemia de COVID-19, la perdieron al año siguiente. Por zonas, Asturias y Aragón fueron las comunidades con un mayor porcentaje de pérdida (40%). Es una fotografía que se repite desde 2012: Asturias siempre destaca con la tasa más alta y los alumnos de la UNED y la UIMP son los que tradicionalmente pierden más veces la ayuda tras el primer año.

Curso tras curso,  los alumnos de la Comunidad Valenciana y País Vasco están entre los que menos pierden la beca.  Y los de Madrid también destacan entre quienes más la mantienen. No fue el caso de Pilar, que recibió 1.700 euros en segundo de carrera, pero perdió la beca al año siguiente, aun teniendo los mismos ingresos y patrimonio. A pesar de seguir viviendo en un pueblo de Toledo mientras estudiaba en Madrid, solo le dieron beca ese año, una situación que a día de hoy no entiende, porque su renta familiar era “baja” y no vivía siquiera en la misma comunidad.

Otro caso es el de Iván, que tuvo que irse a Granada para estudiar Trabajo Social y, aunque los dos primeros años de carrera recibió 2.500 euros, cuando bajó el umbral le dejaron de conceder la beca: “En mi familia nunca hemos ido sobrados, mi madre es auxiliar de Enfermería y mi padre trabaja en el Carrefour. Cuando me la quitaron me tuve que poner a trabajar y mis padres tuvieron que pedir algún préstamo pequeñito para que pudiera seguir estudiando”.

¿Y cuáles son los estudios donde más alumnos pierden la beca? Economía; Derecho; el ámbito de la agricultura, ganadería y pesca; administración y gestión de empresas y las ingenierías son, desde que el Ministerio de Universidades lo registra, las cinco donde más ayudas se retiran tras el primer curso.

Y, por universidades concretas, más de siete de cada diez alumnos pierden la beca en Derecho en las universidades públicas de Santiago de Compostela (77%), Huelva (75%) y Murcia (72%). En el otro extremo, hay 33 carreras donde la tasa de ayudas retiradas es menor al 10% y las más bajas son Enfermería en La Laguna (Tenerife) y Trabajo social y orientación en Cádiz, con un 3,6 y 4,2%, respectivamente.

Destaca también el caso de Veterinaria, que suele ser la carrera con menos beneficiarios y también una en la que más alumnos pierden la beca. En la universidad pública, 2.251 estudiantes fueron becados, pero el 44% perdió la ayuda al año siguiente, la tasa más alta hasta la fecha en esta carrera. En la privada ocurrió algo similar, 193 estudiantes fueron becados y el 52% la perdió al año siguiente.

Laura, que estudia este grado desde hace ocho años, tiene claro cuál es la razón: es “muy exigente” y el precio del crédito está entre los más caros. Según esta joven madrileña, es fácil perder la beca “si estás trabajando y no puedes matricularte de los créditos mínimos o no apruebas” el 70% de las asignaturas. Laura solo ha recibido la beca del Estado en dos ocasiones: en tercero le dieron 50 euros y la correspondiente a este año aún no se la han ingresado desde mayo, cuando la solicitó.

En la misma línea, Sandra (nombre ficticio) argumenta que nunca solicitó la ayuda porque “la gente suspende tanto que directamente ni nos planteamos pedir becas”. Cuenta que hay una asignatura de 14 créditos cuya segunda matrícula cuesta 900 euros, algo que no cualquiera puede permitirse: “Es una carrera para gente bastante acomodada y es muy difícil de compaginar con un trabajo, por lo que la tasa de abandono es brutal”.

A la hora de mantener las becas, la dificultad varía: mientras que en las carreras de ‘letras’ se exige no suspender más de una asignatura, en las de ‘ciencias’ hay mayor flexibilidad. En el caso de Ingeniería, se puede recibir si se aprueba más del 70% de créditos matriculados y se mantiene si se supera un 40% de las asignaturas.

Pero no es tan fácil, según José: “Ingeniería es de las carreras en que menos porcentaje de aprobado necesitas, pero en la pandemia la gente aprobó solo una o dos asignaturas. Yo suspendí más y tuve que devolver la beca al año siguiente de conseguirla”. Lleva dos años aprobando prácticamente todas las asignaturas y resalta que, a pesar del esfuerzo económico, el papel de las academias es fundamental: una asignatura cuesta de media unos 340 al año.

Las carreras universitarias con más y menos becados

En el curso 2021-22, el Estado becó al 30,4% de estudiantes de la pública y solo al 9% de la privada. Las carreras de Trabajo social y las de Educación son las que tienen más alumnos beneficiarios del Estado, mientras que las de ciencias como Veterinaria, Medicina, Arquitectura, Ingeniería o Agricultura no superan el 20% de matriculados becados.

En las universidades públicas, las ingenierías registraron el mayor número de beneficiarios (27.460) y también superaron los 20.000 becados las de Educación Primaria; Administración y gestión; y Derecho. Y, comparándolo con las privadas, hubo menos de 600 becados en la rama de Ingeniería, cifra que triplicaron solo los beneficiarios de Educación Primaria.

En la pandemia no solo se bajó el umbral de renta, sino que también hubo un pico en la tasa de becados de prácticamente todas las carreras. Superaron la tasa de 2019 en 5,6 puntos porcentuales los alumnos de Trabajo social; rondaron los cinco puntos los de Turismo y Derecho y los alumnos de Veterinaria recibieron más becas que nunca (23%). Un año después, la subida se ha contenido de forma generalizada y Veterinaria vuelve a ser la carrera con menos beneficiarios.

Antes de la universidad: ¿qué pasa con las becas y qué cubren?

En Infantil, Primaria, la ESO o Bachillerato las becas también son esenciales. Sin embargo, un informe publicado por EsadeEcPol recoge que el 60% de los niños de los hogares más necesitados no recibe beca, mientras que un 13% de las familias más ricas sí.

El mayor problema son los comedores escolares porque en los centros públicos los estudiantes a partir de los 12 años -cuando se entra en la ESO- ya no tienen derecho a comedor”, insiste la presidenta de CEAPA, María Capellán. Añade que es un servicio indispensable que no está cubierto en todas las comunidades: “Aunque la familia tenga que pagar un porcentaje mínimo por hijo, es un gasto que no se puede permitir todos los meses”.

En esa línea, considera que las ayudas son “desiguales” en las etapas obligatorias: “Hay comunidades autónomas en la que los libros de la ESO están cubiertos al 100%, en otras hay intercambio de libros y en otras varía en función de los ingresos de las familias”. Álex, por ejemplo, recuerda que en la Junta de Andalucía recibía la beca del cheque-libro, que consistía en el préstamo de los libros escolares que iba a utilizar o el dinero para comprar nuevos.

Como en la universidad, en los niveles postobligatorios también se dividen las ayudas en función a los umbrales de renta de las familias, el desplazamiento y la nota de los estudiantes. Así lo cuenta Raúl, que recibió en su segundo año de grado superior de Fotografía una ayuda de 2.000 euros por notas y desplazamiento del centro a su casa.

La etapa con más estudiantes becados es Bachillerato, aunque, por ejemplo, el transporte no está financiado. Los alumnos de la ESO son los que menos becas reciben, pero las ayudas para libros compensan la balanza, al igual que pasa, en menor medida, en Primaria.

Ante eso, el estudio de EsadeEcPol advierte que el sistema está muy fragmentado debido a las tasas de cobertura y sistemas de cada autonomía. Así, las ayudas en ciertos territorios no siempre tienen carácter de beca y, por tanto, es difícil extraer una fotografía precisa.