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Sesgos cognitivos: cuando el cerebro te lleva a la trampa de la desinformación

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Exposición 'Fake News. La fábrica de las mentiras', con el sello 'VerificaRTVE' en naranja
Exposición 'Fake News. La fábrica de las mentiras'

Vivimos en un mundo digitalizado en el que podemos acceder a una cantidad de contenidos casi inagotable y de forma inmediata. Este es el caldo de cultivo perfecto para los desinformadores, que construyen sus mentiras de una forma cada vez más sofisticada y tocando temas que afectan a nuestras emociones para hacerlas más creíbles. La expansión de la desinformación se ve beneficiada por los llamados sesgos cognitivos, los atajos que adopta el cerebro humano y que pueden provocar una predisposición a aceptar los bulos que circulan cada día en redes sociales y en aplicaciones de mensajería. Estos patrones de pensamiento son automatismos inconscientes que llevan a los ciudadanos a percibir en muchas ocasiones la realidad a través de juicios inexactos.

El impacto de los sesgos cognitivos en la difusión de la desinformación es uno de los conceptos que aborda ‘Fake News. La fábrica de mentiras’, una exposición que organiza la Fundación Telefónica en Madrid y que está abierta al público desde este 15 de junio. La muestra, comisariada por el escritor y periodista Mario Tascón, destaca 10 sesgos cognitivos que nos hacen vulnerables ante la desinformación: sesgo de confirmación, sesgo de autoridad, heurística de disponibilidad, anclaje, efecto arrastre, efecto en tercera persona, efecto macro, falso consenso, influencia continuada, favoritismo de endogrupo, verdad ilusoria y efecto halo. En la rueda de prensa de presentación de la exhibición, Tascón ha explicado que “el objetivo de esta exposición es ayudarnos a combatir la desinformación identificando los mecanismos que ejerce nuestro propio cerebro para engañarnos” y que hacen que estemos “más predispuestos a creernos” mensajes falsos. Desde VerificaRTVE te explicamos cómo los desinformadores se aprovechan de algunos de estos sesgos cognitivos para extender sus narrativas falsas.

El sesgo de confirmación

Este patrón cerebral hace que las personas tiendan a buscar y aceptar aquella información que confirma lo que ya piensan. El ser humano suele interpretar más positivamente los hechos que respaldan sus opiniones previas. Este sesgo es un prejuicio que afecta a la forma en que recopilamos la información. En la práctica, se traduce en la elección de un mismo periódico, un determinado canal de televisión o una emisora de radio específica por parte de los ciudadanos para ver sus posiciones reforzadas. Es por ello que una de las técnicas que utilizan los desinformadores para transmitir sus mensajes falsos es la suplantación de medios de comunicación a los que atribuyen informaciones falsas que no han emitido. En VerificaRTVE te hemos alertado en repetidas ocasiones de páginas webs que promueven la venta de falsos remedios suplantando a medios de comunicación como RTVE.

El sesgo de autoridad

Los desinformadores también se aprovechan de que si un mensaje proviene de una autoridad, un experto o una institución oficial, la mente rebaja su nivel de incredulidad. Por este motivo una de las técnicas más utilizadas para difundir bulos es la suplantación; el uso de la la imagen de personajes públicos o instituciones a los que atribuyen mensajes que no han pronunciado. En ocasiones también se tergiversan sus palabras para hacer creer a los usuarios que un personaje público ha transmitido una información que en realidad no han facilitado. En VerificaRTVE hemos desmontado falsos mensajes que afirman que el cambio climático es una estafa basándose en un vídeo en el que un Premio Nobel de Física aportaba datos inexactos para negar el calentamiento global.

El anclaje

Este sesgo se basa en la tendencia del ser humano a confiar en la primera información que recibe para emitir juicios posteriores. Los desinformadores aprovechan momentos de incertidumbre y confusión para lanzar sus mensajes falsos. Las personas son más susceptibles de caer en estos bulos cuando no disponen de suficiente información sobre un determinado asunto y tienden a creer lo primero que leen sobre esos temas. En el inicio de la pandemia del coronavirus circularon mensajes falsos sobre supuestos tratamientos para curar la enfermedad. Es el caso del bulo que aseguraba que beber Betadine mataba el coronavirus.

La influencia continuada

Este patrón consiste en la tendencia a creer una información errónea incluso después de haberla corregido. El efecto de los mensajes falsos persiste en las personas a pesar de que estén ampliamente desmentidos. Muchos de los ciudadanos que difunden bulos no dejan de hacerlo a pesar de saber que su contenido no es cierto. Este sesgo representa uno de los problemas a los que nos enfrentamos los equipos de verificación cada día. Tal y como revela la exposición ‘La fábrica de mentiras’, “según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid un 90% de los españoles afirma haber compartido noticias falsas alguna vez. Hay bulos recurrentes que vuelven una y otra vez a pesar de que los verificadores los desmentimos en repetidas ocasiones. En VerificaRTVE detectamos a diario mensajes que defienden la existencia de chemtrails, a pesar de que ya te explicamos que estas estelas químicas representan una hipótesis falsa sin base científica.

El favoritismo de endogrupo

Los seres humanos tendemos a favorecer a las personas de un mismo grupo en detrimento de los miembros de otros grupos. Este sesgo cognitivo favorece la aparición de estereotipos y los desinformadores aprovechan este mecanismo para difundir bulos con el objetivo de extender discursos de odio contra ciertos colectivos. En VerificaRTVE hemos desmentido recientemente mensajes falsos que aseguraban que un participante de un desfile del Orgullo LGTBI lucía una camiseta con un mensaje sobre los niños trans. Durante el Mundial de fútbol también circularon desinformaciones cuyo objetivo era extender el discurso de odio racista, como este bulo que afirmaba que hinchas marroquíes habían matado a un aficionado español en Cartagena.

Los sesgos cognitivos representados en la exposición 'Fake News. La fábrica de mentiras', con el sello VerificaRTVE en blanco

Los sesgos cognitivos representados en la exposición 'Fake News. La fábrica de las mentiras' Espacio Fundación Telefónica

La exhibición 'La fábrica de mentiras', en la que han colaborado la Fundación Maldita, la Universidad San Pablo CEU y la Biblioteca Nacional de España, analiza el fenómeno de la desinformación de una manera didáctica, mostrando a los visitantes un recorrido en el que pueden comprobar que este concepto es tan antiguo como el ser humano. Aporta ejemplos como la imagen exagerada de los emperadores romanos en las monedas para mostrarlos con una forma física que en realidad no tenían, todo ello con el objetivo de infudir respeto y admiración hacia su figura. Este uso propagandístico de la imagen de los emperadores queda patente también en las esculturas y representa un claro ejemplo de cómo la manipulación en forma de exageración se ponía al servicio del Imperio para someter a la ciudadanía.

La exhibición en la Fundación Telefónica de Madrid incluye, entre otros objetos, una falsa portada del diario The New York Times que adelantaba cómo serían las noticias en los 18 meses posteriores a la llegada del demócrata Barack Obama a la Casa Blanca, en enero de 2009. También hay espacio en la muestra para recuperar una de las grandes mentiras que engañó a la ciudadanía estadounidense: el programa radiofónico 'La guerra de los mundos', una creación del cineasta Orson Welles que hizo creer a los norteamericanos que estaban siendo invadidos por extraterrestres.

Abierta hasta el próximo mes de noviembre, 'Fake News. La fábrica de mentiras' aborda también el fenómeno de los deep fake, los vídeos ultrafalsos que destacan por su alto nivel de credibilidad al conseguir mostrar imágenes muy similares a una grabación real superponiendo millones de fotografías de un personaje público para suplantarlo en un vídeo grabado por un actor. La exhibición pone a prueba a los visitantes con ejercicios en los que pueden evaluar lo que han aprendido sobre desinformación en la muestra, cómo detectarla y cómo combatirla.