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Elecciones en Brasil

El desplome de los derechos humanos en la era Bolsonaro: "Brasil lleva cuatro años viviendo en una distopía"

  • Brasil llega a la primera vuelta de las elecciones presidenciales con Lula da Silva como claro favorito
  • Los brasileños tienen menos derechos y libertades en un contexto de más violencia y polarización

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Primer plano del presidente de Brasil Jair Bolsonaro
El presidente de Brasil Jair Bolsonaro

"Brasil lleva cuatro años viviendo en una distopía liderada por Jair Bolsonaro, asegura Simone Abreu, maestra de 58 años en un colegio concertado en Belo Horizonte. La profesora que lleva más de veinte años involucrada en la educación denuncia que el ultraderechista se ha mantenido fiel a su promesa inicial de anteponer los valores de la "familia y Dios" y "deconstruir el país" de los gobiernos anteriores. Amado por unos y odiado por otros, desde que juró el cargo el 3 de enero de 2019, el presidente ha tenido tiempo de poner patas arriba al gigante suramericano para afrontar las elecciones presidencialistas más crispadas y polarizadas de su historia.

Su principal rival es el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, al que los sondeos sitúan como el máximo favorito. Podría ganarle el pulso en las urnas que abrirán este 2 de octubre para celebrar la primera vuelta de los comicios presidenciales. Según la encuensta del Instituto Datafolha, el líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) obtendría el 47 % de los votos, frente al 33% de Bolsonaro. Gane quien gane, no es difícil hacer un balance de la herencia del capitán retirado del Ejército brasileño que llegó al poder a un país que ansiaba un cambio ante tanta violencia y corrupción.

Durante su primer mandato, Bolsonaro ha suspendido en la asignatura de los de los Derechos Humanos según Amnistía Internacional: ha sido incapaz de gestionar la pandemia, ha fomentado la desinformación, los ataques a la prensa, el racismo y la exclusión social de las minorías. "La situación de los derechos humanos es hoy peor que cuando Jair Bolsonaro asumió el cargo. Asistimos a una crisis severa y multidimensional que afecta a muchísimos derechos económicos, sociales, civiles y políticos", argumenta a RTVE.es la portavoz de Amnistía Internacional, Yolanda Vega.

Lula y Bolsonaro calientan el primer debate electoral en Brasil.

En víspera de las elecciones, lo que más preocupa a las organizaciones de derechos humanos son las acusaciones de irregularidades por parte del actual presidente, que ya ha amenazado en varias ocasiones que no aceptará los resultados. Desde Human Rights Watch denuncian la violencia política durante la campaña electoral e insisten en que el país más poblado de Iberoamérica cuenta con uno de los sistemas electorales más blindados y mejor desarrollados del mundo, ya que para evitar irregularidades las autoridades desarrollaron en los años 90 una urna electrónica.

"Desde el 2000 no ha habido ningún caso comprobado de fraude en ningún tipo de votación municipal ni estatal", asegura el investigador de la HRW para América Latina, César Muñoz. "La acusación de Bolsonaro de que no es fiable es muy grave y lo que aún es más grave es que en ningún momento ha aportado una sola prueba de lo que está diciendo", añade. Considera que el objetivo del hasta ahora presidente es claramente el de socavar la confianza de los ciudadanos en el sistema electoral brasileño. "Se trata de máquinas muy sencillas, en las que el voto electrónico se guarda en una memoria, pero que no tienen acceso a internet, por lo que no pueden ser hackeadas", matiza Muñoz. HRW teme que finalmente no se respete una decisión democrática y la voluntad de la ciudadanía.

"No tengo miedo, pero estoy muy preocupada. Están siendo días muy difíciles en los que estamos viendo mucho furor y no me atrevo a decir a quién voy a votar", confiesa Abreu, que se refiere al clima de hostilidad que se respira en las calles. La campaña electoral está siendo extremadamente polarizada, con una rápida propagación del discurso del odio y amenazas en redes. Se han producido "incidentes de violencia política más graves", denuncia el investigador, que explica que tres personas partidarias de Lula han sido asesinadas y eso ha propiciado un clima de temor. "Hubo una encuesta reciente donde la ciudadanía expresaba que tenía miedo a ser agredida por su posición política". Sobre todo las candidatas mujeres, personas negras o LGTBI son las que están siendo más señaladas en redes. "Cuando estas personas sufren amenazas, tienen miedo a salir a la calle para hablar con sus votantes, ir al mercado o transitar por lugares públicos", concluye Muñoz.

Odio y señalamiento a la prensa

En este contexto se han movilizado muchas estrategias de desinformación. Las milicias digitales están muy activas, explica Artur Romeu, periodista brasileño y gerente de la oficina regional de Reporteros Sin Fronteras para América Latina. Recuerda que Bolsonaro, desde su llegada al poder, ha llevado a cabo una especie de "cortocircuito de baipás a los medios de comunicación tradicionales para reforzar su discurso en las redes". Para su victoria en 2018, las redes sociales fueron claves para crear una comunicación directa con su electorado para no rendir cuentas y contestar a las preguntas incómodas de la prensa. A lo largo de su mandato no ha llevado una censura clásica, más bien ha movilizado a sus partidarios y esparcido que la prensa es el enemigo que tiene que ser combatido. "Un contexto que se convierte tan hostil que genera la autocensura".

Bolsonaro dedica un corte de mangas a los periodistas durante una rueda de prensa

RSF y el labotatorio de análisis de la Universidad Federal del Espíritu Santo realizaron un estudio entre el 17 de agosto (fecha de inicio de la campaña electoral) hasta el 16 de septiembre, en el que monitorizaron 2,8 millones de publicaciones en redes sociales que utilizan terminología agresiva contra la prensa. "Es un número desorbitado y también hemos calculado como unos 120 periodistas han sido víctimas de ataques. Las mujeres son las más agredidas online, no solo por el contenido de sus informaciones, sino con mensajes misóginos y connotaciones sexuales y sobre sus cuerpos".

La desinformación merma el Estado de Derecho y sus instituciones. "Cuestiona instituciones muy señeras dentro de Brasil y toca cimientos muy importantes para la democracia, como pueden ser tribunales o los medios de comunicación", lamenta la portavoz de Amnistía Internacional. De hecho, subrayan que no se trata de una actitud solo en campaña electoral. "Bolsonaro nunca tuvo claro el rol de la prensa. Solo ve a los medios como herramientas de propaganda. Detesta, odia la crítica y ha hecho todo lo posible para huir del control social que ejerce el periodismo", explica Romeu. Además, recuerda un caso más emblemático, el asesinato del periodista británico Dom Philips en la Amazonía. "Bolsonaro no es responsable directo, pero sí ha movilizado un sentimiento entre la sociedad de hostilidad contra la prensa y en este caso dijo que Philips era un aventurero que no debería estar ahí", concluye.

La "gripecilla", el COVID-19

Renata tiene 52 años y lleva toda la vida trabajando en un hospital público el sur del país. Es médico y aún no se recupera de las secuelas psicologicas de la dureza de la pandemia. A lo largo de la entrevista repite varias veces que en su país han muerto unas 615.000 personas por la pandemia. La ONG Alerta hizo un análisis sobre la gestión de la crisis sanitaria que concluía que hasta 120.000 muertes podrían haberse evitado. Lo más grave, recuerdan, fue la respuesta de negacionismo, nigligencia o desprecio, convirtiendo a Brasil uno de los países más golpeados por la COVID-19.

"Bolsonaro no le dio la importancia que le corresponde a un problema de magnitud global, no se puso al servicio de los sanitarios que terminamos exahustos con ansiedad, miedo e inseguridad", dice. Insiste en que fueron los peores momentos de su vida profesional, "perdimos a mucha gente y a muchos colegas del hospital". De hecho, está convencida de que "nadie de nuestro ámbito le votará, incluso los que ya le votaron ahora se arrepienten". Es el caso de Lucas, un joven enfermero que votó ilusionado a Bolsonaro: "Ahora votaré a otros, me decepcionó mucho su gestión de la pandemia".

La comisión que investiga a Bolsonaro por la pandemia le califica de "asesino en serie"

Fallar al derecho a la salud ha sido, según Amnistía Internacional, de lo más grave de su mandato. "Las medidas que adoptó no fueron adecuadas y esto ha llevado a un agravamiento, un deterioro muy fuerte del derecho a la salud", denuncia Yolanda Vega. Renata afirma que ella ha formado parte del millón de trabajadores, agrupados en la red brasileña Unisaúde, que han respaldado una denuncia presentada ante la Corte Penal Internacional en la que responsabilizan al jefe de Estado brasileño de poner en peligro la vida de los ciudadanos. Por otro lado, recuerdan que ha sido negacionista con las vacunas, "ha denunciado a los medios de ser responsables de crear una histeria colectiva y que el problema no era tan grave", asegura Romeu.

Aumento del hambre, la deforestación y la violencia

La crisis sanitaria ha golpeado a la economía. Brasil destaca por estar entre los países con mayor tasa de desempleo del mundo y con una población de más de 200 millones de personas, es el más poblado de Iberoamérica. Según los últimos datos de la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria —entidad independiente de investigación de ámbito nacional— la inseguridad alimentaria ha aumentado un 54% desde 2018, afecta a casi el 60% de la población y 19 millones de brasileños se encuentran en una situación de hambre. Mientras, 35 millones de personas no tienen acceso al agua potable.

"Siempre nos encontramos con que las poblaciones negras e indígenas son las que más sufren esta crisis, teniendo en cuenta que acusan mucho más todas estas faltas y carencias", asegura Vega. Además, insiste que estos barrios más marginados son los que padecen el uso excesivo de la fuerza que ha crecido durante el mandato de Bolsonaro. Ha llevado además a muchas muertes.

En 2020, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, la policía mató a personas, la mitad de ellas jóvenes varones, negros y habitantes de barrios favelas. Todo a pesar de que el Tribunal Federal Supremo había ordenado la suspensión de las operaciones policiales en las favelas de Río de Janeiro. "No se ha respetado la decisión del Tribunal, entre enero y febrero de 2021 aumentó la violencia un 185 %, son cifras realmente alarmantes", añade la portavoz de Amnistía Internacional.

La educación también se ha visto golpeada por el conservadurismo del jefe del Estado. "No podíamos hablar de nada que fuera inclusivo para las personas negras y LGTBI. Nos piden a los profesores acabar con la ideología de género'", dice Simone. Ella fue testigo de la expulsión de un profesor que por hablar de Frida Kahlo.

Las organizaciones internacionales coinciden en que uno de los colectivos que más ha sufrido son los indígenas, ya que bajo el mandato de Bolsonaro se ha producido una gran devastación forestal. "Durante estos cuatro años se ha acentuado más, se siguen dando licencias de deforestación que producen incendios, mientras se han retirado las subvenciones a los grupos que se ocupaban de vigilar y de mantener adecuadamente la situación en la Amazonía", denuncia Yolanda Vega. Recuerda que durante el mandato del ultraderechista no se han dado avances en los derechos de los pueblos indígenas.