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20 años del 11-S

'Doctor Muerte', el agente del FBI que interrogó a los más buscados y rechaza la tortura

  • RTVE entrevista a Brad Garrett, un agente retirado del FBI que consiguió las confesiones de algunos de los terroristas más buscados
  • Garrett: "La tortura a sospechosos de terrorismo solo nos ha servido para hacer más enemigos"
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El 'Doctor Muerte', contra el terrorismo de Al Qaeda

Hace años que Brad Garrett enmarcó su placa de agente especial del FBI y la colgó en su despacho junto a un montón de premios y medallas. En 21 años de servicio en el cuerpo, el agente Garrett se ganó el apodo de 'Doctor Muerte' por todos los homicidios y casos truculentos que ayudó a resolver. En su carrera también aparecen algunos de los terroristas más buscados.

Garrett colaboró con la CIA en una época en que las dos agencias se llevaban a matar. Los atentados del 11-S le pillaron trabajando en la sede del FBI en Washington. Pocos agentes como él han perseguido a sospechosos de terrorismo en países como Pakistán o Afganistán, los han apresado e interrogado y los han traído a Estados Unidos para que los juzguen. RTVE conversa con él sobre aquellos atentados que cambiaron el mundo, la tortura como método para extraer información, cómo ha evolucionado la amenaza terrorista... y sobre su larga carrera.

PREGUNTA: Usted interrogó a Ramzi Yousef, cerebro del primer ataque contra el World Trade Center en 1993. ¿Cómo logró que confesara?

RESPUESTA: Ocurrió en Pakistán. Me pidieron ayuda para interrogarlo, yo sabía bastante sobre él pero no era mi caso. Dijo que quería hablar y decidí ser directo con él. Saqué un póster de los 10 terroristas más buscados y le pregunté si su nombre era Ramzi Yousef y me dijo "sí, Ese soy yo". Y señaló la foto, así que enseguida admitió que era él. Luego me contó que estaba frustrado porque en realidad lo que querían era derribar las dos torres, que una golpeara a la otra, y la segunda torre a un hotel y con suerte matar a 250.000 personas. Me dijo que estaba frustrado porque lo presionaron y no tuvo tiempo de fabricar la bomba que quería.

P: Otro terrorista, Mir Aimal Kansi, el hombre que disparó y mató a dos empleados de la CIA. Usted lo buscó durante cuatro años.

R: Pagamos una recompensa y alguien nos dijo que estaba en un hotel en Pakistán. Le tomé las huellas dactilares en la habitación y coincidían, así que lo apresamos. Tuvimos algunos problemas para sacarlo del país porque los paquistaníes no querían soltarlo tan fácilmente. Después de dos días negociando conseguimos meterlo en un avión militar y durante el vuelo a Estados Unidos me confesó lo que había hecho, decía que estaba enfadado con la CIA. Lo juzgaron y lo condenaron a muerte, lo ejecutaron en noviembre de 2002. Lo extraño fue que me pidió que fuese a su ejecución. Y lo hice, estuve a su lado, no se lo recomiendo a nadie, pero él me lo pidió y yo lo hice. Lo ejecutaron con la inyección letal.

P: ¿Por qué? ¿Por qué iba a querer un condenado a muerte que el agente que lo apresó le haga compañía en sus últimos momentos?

R: Bueno, yo creo que cuando eres un policía e intentas averiguar la verdad no debes juzgar a nadie. Solo van a hablar contigo si se sienten cómodos. Claro que saben que están en peligro. Kansi me preguntó "si me lleváis a Estados Unidos me van a ejecutar, ¿verdad?" Y yo le dije que eso lo tenía que decidir el jurado, pero que era probable. Para conseguir que me hablen, y yo he hablado con mucha gente mala y asesinos en serie, necesito construir algún tipo de relación con ellos, que se sientan cómodos conmigo. A veces solo lleva unos minutos, a veces varias horas. Y además iba a visitarlo cada seis meses a la cárcel. Siempre lo traté con respeto. Si no tratas a la gente con respeto, no van a hablar contigo. Y en sitios como Pakistán o Afganistán, cómo tratas a la gente perdura durante generaciones, las familias saben quién las trató mal. Por eso, todas las torturas en las que se embarcó Estados Unidos fueron un mal negocio. Para empezar, la Inteligencia no consiguió buena información con eso, salvo contadas excepciones. E hicimos más enemigos.

P: ¿Que cambió el 11 de septiembre?

R: La prioridad del FBI pasó a ser el terrorismo. Destinaron muchos más agentes a eso. La división criminal se redujo y la de Inteligencia creció. Creo que lo más importante es que el 11-S obligó a las agencias de Inteligencia a hablarse más entre ellas. Porque la CIA tenía algo de información sobre los que se estaban entrenando para secuestrar aviones, y el FBI tenía otras piezas, y quizás si lo hubiesen conectado todo... ¿Habrían podido detener el 11-S? Quizás. Parece que había muchas piezas del rompecabezas, muchas sospechas. Creo que ahora trabajamos mucho mejor.

P: ¿Y qué ha cambiado desde entonces en estos 20 años? Ahora la mayor amenaza para Estados Unidos ya no es el terrorismo islamista, sino el supremacismo blanco.

R: Sí, después del 11-S el foco se puso en el terrorismo islamista. Probablemente fue lo correcto, pero al mismo tiempo el supremacismo blanco, el pensamiento de extrema derecha, los que creen que el gobierno no es legítimo fueron siendo cada vez más. ¿Había gente siguiéndolos? Sí, pero no los suficientes. Y no captaron toda la atención necesaria. Y Trump, aunque él lo niegue, los envalentonó les dio una justificación para hacerse más fuertes. Si el director del FBI estuviese aquí ahora, probablemente te diría que el terrorismo doméstico de extrema derecha es la mayor amenaza. Otra cosa importante es que ahora los casos de terrorismo son lobos solitarios. Y un solo individuo puede herir a mucha gente, pero nada como el 11 de septiembre. Consiguen mucha publicidad y ese es el foco. La buena noticia es que el daño se limita, la mala es que es más difícil descubrir quiénes son. Es como perseguir asesinos en serie o tratar de descubrir quién va a coger la pistola que tiene en casa e ir a un restaurante o un colegio y matar a un montón de gente.