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Coronavirus

MMédicos y científicos claman contra el uso de ozonoterapia para la COVID-19: "Abre un camino muy peligroso"

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El personal médico y de enfermería trabaja en una Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
El equipo médico y de enfermería trabaja en una Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

"Se abre un camino alternativo muy peligroso". El jefe de la unidad de críticos del hospital La Princesa de Madrid, Alfonso Canabal, valora con preocupación la llegada de la ozonoterapia para el coronavirus en España. En las últimas semanas dos tribunales en Barcelona y Castellón permitieron que se dispensara ozono a sendos pacientes graves de COVID-19, como pedían sus familias, pese a que el tratamiento no está avalado por las agencias reguladoras e iba en contra del criterio del hospital. Días después, ambas decisiones han sido revocadas por los mismos juzgados, pero la comunidad científica alerta del daño infligido.

"Esta no es la forma de hacer las cosas", expresa Canabal, también presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Intensiva (SOMIAMA), ante la posibilidad de que la justicia pueda “imponer” un tratamiento aun cuando se desconoce si puede curar o perjudicar al paciente.

“En los grupos de Telegram y otros canales, ya estamos viendo movimientos organizados para pedir a los jueces que autoricen todo tipo de pseudoterapias, basándose en estos precedentes fallidos”, asegura Fernando Frías, abogado, socio fundador de Círculo Escéptico y divulgador frente a la pseudociencia.

El ozono para el COVID “no está indicado, ni siquiera como terapia compasiva”

“El ozono se utiliza en clínica con algunas aplicaciones donde hay una cierta experiencia: en dolor, en problemas articulares… Pero nunca se ha utilizado para la insuficiencia respiratoria”, explica el doctor Canabal. Para el intensivista, el principal problema de su uso en pacientes COVID es la falta de ensayos clínicos “serios” que indiquen cuál sería la dosis y la vía de administración adecuada, si hay mejoría en el paciente y si implica efectos secundarios adversos.

“No conocemos el comportamiento del ozono en el organismo ni tampoco sabemos cómo va a responder un enfermo COVID”, subraya. Porque, hasta el momento, la escasa literatura científica recoge “series de casos con 18 o 6 enfermos” y otros usos “anecdóticos” en pacientes. “Sobre los efectos secundarios, que [sus defensores] dicen que son mínimos, hemos encontrado comunicaciones, también esporádicas, en dos enfermos con complicaciones muy graves como es la parada cardiaca y la embolia de pulmón”, prosigue Canabal.

La polémica de la ozonoterapia - 17/08/21 - Escuchar ahora

Por ello, “todos los organismos reguladores se han negado a que el ozono esté indicado, ni siquiera de forma compasiva” en casos de COVID-19, desde la Agencia Española del Medicamento al Ministerio de Sanidad y los consejos de médicos y farmacéuticos. La misma SOMIAMA emitió un comunicado en contra del tratamiento y las decisiones judiciales que lo autorizaron temporalmente. “Lo que hay que hacer es estudiarlo, hacer ensayos y comprobar realmente con series grandes y buenos estudios si el tratamiento funciona. No hay ninguna objeción a ello cuando esté probado”, afirma su presidente, el doctor Canabal, y recuerda: “Ahora mismo no es lícito lanzar esos mensajes de seguridad y esperanza”.

¿Es pseudociencia?

La búsqueda de esa “seguridad y esperanza” está detrás de muchos de los casos de personas que recurren a las llamadas “terapias pseudocientíficas” o “pseudoterapias”. Se trata de prácticas que “no se ha demostrado que funcionan” o que “en muchos casos se ha demostrado que no funcionan y pueden llegar a ser peligrosas”, según define el divulgador Fernando Frías. Como la ozonoterapia.

Pero, ¿por qué confiar en un método sin garantías? “Se tiende a pensar que solo caen en este tipo de cuestiones personas desesperadas, pero no es el caso”, asegura Fernando Cervera, vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), para quien la clave de este fenómeno es su afán de “aparentar ser ciencia sin serlo”.

Por ello, Cervera señala el “desconocimiento” y el “engaño” como dos de sus principales estrategias. “Su médico se lo indica, se lo venden en la farmacia o en un centro con apariencia médica”, explica. También sacan provecho de la “capacidad de asombro” o la “tendencia a creer” del ser humano y, sobre todo, del "miedo". “Es una herramienta muy poderosa. Mucha gente que no quiere vacunar a sus hijos no son malas personas: no quieren que sus hijos se mueran”, afirma, equiparándolo a los movimientos negacionistas y antivacunas alimentados por bulos en las redes sociales.

Detrás del fenómeno

Detrás de este fenómeno no solo hay causas psicológicas, también son políticas, económicas o sociales. “Muy a menudo se encuentra el dinero. No hay más que ver las tiendas online de mucha de las personas que ofrecen estas prácticas. Aparte de estos servicios ofrecen cremas, aparatos y una serie de productos por un precio bastante elevado, que evidentemente les reporta unos beneficios interesantes”, valora el abogado Fernando Frías, y señala otros factores como la búsqueda de “fama” y “notoriedad” en determinados círculos.

Por su parte, Cervera, de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, abunda en que la existencia de este tipo de movimientos forma parte la “crítica a la autoridad” intrínseca a los sistemas políticos democráticos no autoritarios. “No es de extrañar que muchos preceptos pseudocientíficos se hayan difundido de forma muy rápida entre movimientos que previamente ya mostraban una crítica al estado o al sistema”, añade, con ejemplos como Qanon. De hecho, uno de los argumentos recurrentes entre los que defienden la ozonoterapia es que se trata de un "remedio barato" saboteado por la industria farmacéutica.

Ciencia contra bulo

Además de recurrir al método científico, como proponía el doctor Canabal, para responder a las dudas que puede tener la sociedad en torno a diferentes terapias, las organizaciones frente a la pseudociencia piden que el problema no se trate con “equidistancia” y “benevolencia”.

“Provoca que personas mueran como consecuencia directa de estos tratamientos o porque confían en ellos y no acuden a la medicina hasta que ya es demasiado tarde”, alerta Frías, quien reivindica más "información rigurosa" y "educación social", así como una legislación que se adapte a la era de Internet. "Los enfermos también son consumidores que necesitan que les protejan de la información falsa, que es la que lleva a tomar estas decisiones con consecuencias que pueden llegar a ser muy serias".

Del mismo modo, Cervera denuncia el incumplimiento de la ley de centros sanitarios y echa en falta una mayor condena por parte de los colegios de médicos y las autoridades sanitarias: "En el caso del ozono, este hombre [que lo prescribe] está colegiado".