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Día Internacional del Agua

Radiografía del agua en España: datos sobre un recurso en riesgo por el cambio climático y la contaminación

  • RTVE.es analiza el estado de los recursos hidrográficos con motivo del Día Internacional del Agua
  • Las precipitaciones se reducen y más del 40% de los ríos suspenden en calidad

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Panorámica del atardecer en la cima del mirador de las Barrancas de Burujón en la provincia de Toledo.
Panorámica del atardecer en la cima del mirador de las Barrancas de Burujón en la provincia de Toledo.

Lavarse frecuentemente las manos con agua ha sido uno de los consejos más repetidos en el último año debido a la pandemia de la COVID-19. Una vez más, con este simple gesto, queda patente la importancia para la salud del ser humano de este recurso que, sin embargo, enfrenta importantes retos como el cambio climático y la contaminación.

Con motivo del Día Internacional del Agua celebrado este lunes el equipo de datos de RTVE.es dibuja una radiografía sobre el estado de los recursos hidrográficos en España y las asignaturas pendientes en su gestión, entre las que se encuentran la disminución de las precipitaciones, la falta de calidad de algunos ríos y acuíferos, el "envejecimiento" de las infraestructuras del suministro o la economía circular.

La ‘curva del agua’ que no hay que doblegar

La curva de las precipitaciones en España ha mostrado un moderado descenso en los últimos 50 años, según apunta la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). En el último decenio, destaca especialmente el año 2017, donde únicamente se alcanzaron 474 mm de media, siendo el segundo año más seco desde 1965. Una situación que, aunque parece revertirse el año siguiente al alcanzarse los 808 mm, disminuye nuevamente hasta un 25% en 2020, según los informes de la agencia.

En este caso, a diferencia de la pandemia del coronavirus, doblegar esta curva no es positivo, ya que unido al aumento de las temperaturas en España se incrementa el riesgo de desertificación. La AEMET ya advierte que 2020 ha sido el año más cálido desde el comienzo de la serie empezada en 1961, empatado con 2017 y que las áreas con clima semiárido han aumentado en más de 30.000 km², lo que supone un 6% de la superficie de España, siendo Castilla-La Mancha, el valle del Ebro y el sureste peninsular las zonas más afectadas.

Los expertos apuntan al cambio climático como la razón principal y piden reformas en la gestión del agua para evitar “hipotecar” más este recurso. “En este contexto de escasez, es más importante que nunca que se pongan en marcha proyectos de adaptación al cambio climático y se haga un uso eficiente del agua que nos asegure su abastecimiento y la conservación de los ecosistemas”, señala a RTVE.es Eduardo Perero, responsable de agua de la Fundación Conama, organizadora del Congreso Nacional de Medio Ambiente en España.

El 40 % de los ríos, lagos y costas suspenden en calidad

La cantidad de agua no es el único indicador del estado de salud de este recurso. Si nos fijamos en la calidad de las masas de agua superficiales (ríos, lagos y costas) el 41, 3% no alcanzan la calificación de bueno o potencial ecológico y químico necesarios, según un informe provisional sobre el seguimiento de los planes hidrológicos del Ministerio para la Transición Ecológica.

El dato, referente a 2019, supone una mejoría con respecto a 2014, cuando el 46 % de las masas de agua suspendía en calidad. Sin embargo, aún queda lejos del objetivo fijado por el Ministerio de Teresa Ribera para 2021 de reducirlas hasta mínimo el 27,4 %. En lo que respecta a las aguas subterráneas, en el año 2019, el porcentaje de masas en las que no se cumplen los estándares de calidad es del 45 % frente al 33,5 % mínimo establecido para 2021.

Una de las demarcaciones que peores datos registra es la del Guadiana, tanto por el régimen de caudal como por la calidad: “En cuanto al agua superficial, llevamos desde 2014, salvo algún año aislado, con precipitaciones por debajo de la media y esto hace que no se produzca escorrentía en nuestros ríos y que no se acumule agua en los embalses'', ha afirmado a RTVE.es el presidente de la demarcación hidrográfica del Guadiana, Samuel Moraleda, que añade que, aunque por el momento se puede asegurar el abastecimiento, se tendrán que realizar “restricciones puntuales”.

Sobre la calidad solo el 28,8% de sus aguas superficiales y el 15 % de las subterráneas de esta demarcación están en buen estado, según el informe del Ministerio para la Transición Ecológica. Moraleda apunta como una de las razones a la “concentración de nitratos” en el agua, es decir, compuesto químicos frecuentes en los fertilizantes usados por el sector agrario.

Esta denuncia también la reclaman las asociaciones ecologistas en otros puntos de España como el Mar Menor, un ecosistema que ya se encuentra contra las cuerdas por el fuerte episodio de contaminación que enturbió su fondo en 2016, tiñendo sus aguas de verde, o la muerte de millones de peces de asfixia en 2019 por el fenómeno atmosférico DANA.

Mar Menor, en peligro por la contaminación procedente de la agricultura

La agricultura, la gran consumidora de agua

La agricultura ha sido tradicionalmente la mayor consumidora de agua de nuestro país. Según los datos del INE, en 2018 el volumen de agua de riego usado por las explotaciones agrarias fue de 15.495 hectómetros cúbicos, es decir, un 265 % más de lo que se administró ese año a las redes públicas de abastecimiento urbano. Y esta cifra no ha dejado de incrementarse, el agua suministrado a la agricultura en ese año supone un 3,7 % más que en 2016. Por comunidades, la distribución de agua en las explotaciones agrícolas es mayor en Andalucía, Aragón y Castilla y León, debido a la alta presencia de este sector en el territorio.

“Consumimos más agua de la que nos podemos permitir. A este ritmo y con la amenaza del cambio climático y la contaminación el agua está riesgo y, si este recurso lo está, nosotros también”, reflexiona el portavoz del programa de Agua de la organización ecologista World Wide Fund (WWF), Rafael Seiz.

En cuanto a la presencia de nitratos, ya se contabilizan en el 89,8% de las masas superficiales y el 87,8%% de las subterráneas de toda España, según un informe del Ministerio para la Transición Ecológica entre los años 2014-2019. Tanto es así que la Comisión Europea advirtió en 2018 a España de que podría incurrir en sanciones ambientales, una situación no desconocida para nuestro país que ya ha desembolsado más de 30 millones de euros por el incumplimientode otras directrices como la depuración de agua de algunos municipios desde hace casi 30 años. Como respuesta, el pasado 1 de marzo, el Ministerio para la Transición Ecológica ha lanzado un borrador sobre la protección de las aguas contra la contaminación de este tipo de nitratos.

Otra de las cuestiones que denuncia la organización WWF es la existencia de medio millón de pozos ilegales asociados a la agricultura que afectan gravemente a los acuíferos, algunos de ellos, situados en alrededores de espacios vulnerables como los parques nacionales de Doñana (Andalucía) y las Tablas de Daimiel (Castilla-La Mancha). “Ante el gran consumo y contaminación de este sector, que no solo abastece a España sino a Europa, se debe optar por técnicas más ecológicas y eficientes y desmantelar los pozos ilegales, pero también por cambios en la demanda de productos: consumir más local y de temporada”, sugiere Seiz.

El agua es más cara en Cataluña y Murcia

Cantidad, calidad, consumo… ¿pero cuánto nos cuesta el agua? En España, el coste medio del agua es de 1,91 euros por m³, un descenso respecto al 2016, pero aún levemente superior a los 1,89 del 2014. La comunidad con mayor coste por m³ es Cataluña (2,67 €) y Murcia (2,57€), mientras que Castilla y León y La Rioja, con 1,13 €, son las que menos precio registran.

La razón por la que Murcia aglutina uno de los precios más altos la explica la secretaria del Instituto del Agua y Medio Ambiente de la Universidad de Murcia, Teresa Navarro: “El agua la conseguimos mediante el sistema de desalación o se transporta de otras regiones a través del trasvase Tajo-Segura. Por ello, al no disponer de estos recursos de forma natural, ya partimos de un precio más elevado que en el noroeste o centro peninsular”.

A nivel nacional, la factura del agua ha supuesto en 2020 el 0,90% del presupuesto familiar, una de las más bajas de Europa, situándose muy por debajo del 3% marcado por la ONU para abastecimiento como cifra límite, según un estudio de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Suministros (AEAS). Sin embargo, esta situación, según los expertos, podría cambiar.

“Un gran desafío para España es el envejecimiento de la mayoría de las redes de abastecimiento y suministro que, en ocasiones, repercute en fugas y pérdida de agua. A medida que se vayan modernizando estas instalaciones, el coste podría repercutir en las tarifas de los usuarios, ya que el precio del agua hoy por hoy no cubre el precio que requiere la puesta a punto de estas infraestructuras”, indica la directora de la Cátedra Aquae de Economía del agua, Amelia Pérez. La media anual de inversión real, en el periodo 2009-2015, no ha superado los 2.400 M€, un 49% de lo necesario, según las estimaciones de AEAS.

En relación al consumo doméstico del agua, el INE destaca que ha bajado de 136m³ por día y habitante en 2016 a 133 en 2018. La Comunidad Valenciana es la que registra mayores valores ese año, con 175 litros. Como dato positivo, en España, el agua apta para el consumo es del 99,5 %. “Las campañas de concienciación de ahorro de agua y los dispositivos eficientes en los hogares han ayudado a mejorar la situación, pero aún queda mucho camino por recorrer”, indica Rafael Seiz.

Las banderas negras de la costa española

Este recorrido por el estado del agua no podía terminar sin hablar de las costas españolas, uno de los principales atractivos turísticos de la península, condecoradas con 688 banderas azules por su calidad en 2020.

No obstante, la organización Ecologistas en Acción establece un mapa muy diferente a esta situación: las llamadas ‘banderas negras’ donde se señalan los puntos del litoral afectados por “la contaminación y mala gestión”. Por esto se refieren, según el informe, a “afecciones por falta de depuración, especies invasoras, agravamiento de problemas de erosión de playas arenosas o proyectos de ampliaciones portuarias injustificadas”, así como infraestructuras urbanísticas.

Las zonas costeras son también ámbitos altamente sensibles al cambio climático, especialmente, por el peligro de inundación. Según los datos recogidos por la AEMET, se está produciendo un incremento del nivel del Mediterráneo estimado en 3,4 mm por año y un aumento de la temperatura del agua del 0,34º por década.

"No es suficiente con poner un muro o un dique en la costa, es más, son parte del problema. Hay que apostar por soluciones basadas en la naturaleza y que sean los propios ríos los que aporten sedimentos al mar para que estos actúen como barrera natural”, apunta Rafael Seiz y señala el Delta del Ebro como uno de los casos más preocupantes, después de que en enero de 2002 saltaran las alarmas por la inundación de una parte del ecosistema tras la borrasca Gloria.

El Delta del Ebro, víctima sensible del cambio climático

A todo esto se suma la contaminación marina, a la que se han sumado las mascarillas y guantes a causa de la pandemia, pero también plásticos y otros residuos que afectan a los ecosistemas marinos.

Una mirada a la economía circular en el agua

Las limitaciones de este recurso han impulsado la innovación en el sector del agua. Tanto es así que la reutilización del agua ha pasado de más de 733.000 m³ por día en el año 2000 en España a más de 1,5 millones en 2018. Las comunidades que más utilizan esta agua son la Comunidad Valencia, Murcia, Baleares y Andalucía, siendo la agricultura su principal destino seguido por usos recreativo y municipales (riego de zonas verdes, limpieza de calle, etc.).

La reutilización es, sin embargo, tan solo uno de los pilares de la llamada economía circular en el sector del agua, tal y como explica Eduardo Perero: “La economía circular es un cambio de modelo que pretende utilizar la mínima cantidad de recursos naturales necesarios para satisfacer las necesidades requeridas en cada momento. Además, busca mantener de manera eficiente las materias primas, evitando las más críticas o no renovables, y favoreciendo la utilización de materiales reciclados en el sistema económico el mayor tiempo posible”.

Esto ya se ha traducido en numerosos proyectos pilotos, indica Perero, que van desde el tratamiento de lodos para la agricultura hasta la generación de combustible para vehículos. “Aún queda mucho por conocer de este campo para lo que se necesita un impulso de la inversión”, concluye.