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Doñana: más de medio siglo de lucha por la conservación del "tesoro verde" andaluz

  • El Parque Nacional alberga más de 350 especies, entre ellas, el lince ibérico
  • El conflicto por el agua, la urbanización y el cambio climático amenazan la supervivencia de Doñana

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El lince es una de las especies más amenazadas de l Parque Nacional de Doñana
El lince es una de las especies más amenazadas de l Parque Nacional de Doñana.

La historia de la conservación del Parque Nacional de Doñana bien podría convertirse en una saga cinematográfica. En poco más de medio siglo, el gran humedal andaluz ha tenido que hacer frente a obstáculos que muchos de los llamados superhéroes de Hollywood difícilmente habrían podido superar: pozos ilegales, llegada de especies exóticas, planificaciones urbanísticas, extracciones de gas, contaminación…

Una lucha que, a pesar del desgaste de sus hábitats y de las más de 350 especies como el lince o el águila imperial que en él residen, está lejos de terminarse. Es más, según los expertos, los riesgos a los que se enfrentará el Parque de Doñana podrían agravarse en los próximos años debido, entre otras razones, a una nueva amenaza: el cambio climático.

“Doñana sigue siendo una joya natural, pero ha cambiado de una forma en la que nadie podría habérselo imaginado hace 50 años atrás. Ha experimentado todas las dificultades que puede haber y, que nadie se llame a engaño, va a tener que seguir haciéndolo”, asegura contundentemente a RTVE.es el naturalista y ex director de la Reserva Biológica de Doñana, Miguel Delibes, tras el cierre de los actos de conmemoración de las bodas de oro del humedal, en los que se han pedido medidas de conservación urgentes.

Uno de los primeros ‘crowdfunding’ ecológicos de la historia

La carrera contra reloj por la conservación de Doñana comenzó durante la dictadura cuando los científicos José Antonio Valverde y Francisco Bernis, conscientes de la importancia ecológica de la región, intentaron frenar la expansión de cultivos de arroz y plantación de pinos y eucaliptos en la zona para la fabricación de papel y cartón.

“En aquella época, se veían las marismas y las lagunas como zonas insalubres y sin beneficios para la sociedad que había que conquistar y trasformar para obtener un beneficio económico”, explica Juan del Olmo, representante de una de las organizaciones más vinculadas a la creación del parque de Doñana, la Wild Life Foundation (WWF).

Pero sus esfuerzos, no tuvieron efectos inmediatos. No sería hasta años después, cuando tras realizar expediciones y documentar la región, Valverde junto con el investigador francés Luc Hoffmann consiguió internacionalizar la lucha iniciando uno de los primeros crowdfunding ecológicos de la historia, con el objetivo de comprar una gran extensión de Doñana y protegerla.

Los científicos se vieron recompensados en 1963. Tras crear WWF y recibir 21 millones de pesetas en donaciones de numerosas personalidades europeas y 16 millones por el Gobierno español, compraron más de 6.600 hectáreas de terrenos que serían donados posteriormente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para conformar Doñana.

Aunque parece un final de película, lo cierto es que la lucha no acababa más que empezar. “La agricultura y la conservación del parque han tenido varios conflictos. En la primera fase, fue por el territorio y, aunque en cierto modo se ganó, posteriormente, tuvo otras manifestaciones”, afirma Delibes.

De hecho, seis años después tuvieron que repetir la hazaña y comprar por 25 millones de pesetas los territorios de las marismas, lugar donde se quería construir un dique y extender la explotación agrícola. La culminación de esta primera fase llegaría finalmente en 1969 cuando el Consejo de Ministros, declaró Parque Nacional las 35.000 hectáreas que forman la parte central de Doñana.

“El Parque ha sido un laboratorio donde se han planteado todo tipo usos”, recuerda Delibes, pero recalca que “de todas las opciones posibles ha ganado la de parque natural, incluso en un mundo como el de hoy en día”. “Creo que eso es un logro extraordinario y debemos seguir defendiéndolo”, añade el experto.

El Parque Nacional de Doñana cumple este miércoles 50 años, los que han transcurrido desde que, el 14 de agosto de 1969, el Consejo de Ministros acordara la declaración de este emblemático espacio, cuya conservación es de especial interés dada la biodiversidad que encierra. ¿Con esta declaración y la concreción de los límites del parque en octubre de ese mismo año se protegieron las 35.000 hectáreas que constituyen "el corazón de esta joya natural y se cerró una de las historias de conservación de la naturaleza más apasionantes y épicas del siglo XX", según han destacado desde WWF.

La huella de la agricultura

Desde entonces, la explotación agrícola siguió rodeando el área y valiéndose, en muchas ocasiones, del acuífero del parque para la producción.

La presión ha sido tanta que, un informe de WWF en 2016 ha descrito Doñana como “un acuífero en alerta roja” al mantener de media alrededor del 20% del caudal de su agua natural, situación para la que necesitará, en los mejores casos, más de 30 años para recuperarse. Este problema, según apunta la organización, se debe entre otros motivos, a los más de 1.000 pozos ilegales que hay, siguiendo sus cálculos, en este territorio.

“Uno de los problemas sin resolver en Doñana es el del agua dulce. En la actualidad, está motivado mayormente por el crecimiento de una agricultura intensiva de fresas y frutos rojos bajo plásticos, que consumen mucha agua. Muchos de ellos son legales, en los que habría que incidir en agricultura sostenible, pero también hay una gran superficie de cultivos ilegales que se benefician de las cada vez más escasas aguas del parque, y hay que pararlo” apunta del Olmo.

A este respecto, desde Ecologistas en Acción, se calcula que el parque mantiene menos de 17.000 hectáreas inundadas. “La Doñana húmeda está prácticamente perdida debido a la falta de aportes de agua superficiales y a la sobreexplotación de las subterráneas, que acabarán por convertir este tesoro verde en un desierto”, afirma uno de los portavoces de la organización, Juan Romero, con más de 30 años de experiencia en el estudio del Parque.

“Doñana no es un ecosistema aislado”

El cambio climático también se ha unido recientemente a la lista de riesgos de Doñana. “Ahora estamos empezando a atisbar los efectos del cambio climático y, claramente las zonas de marisma van a verse fuertemente impactadas debido al aumento del nivel del mar y la salinización de las aguas”, advierte del Olmo. De forma que propone que se deje de ver Doñana como un ecosistema “aislado” y apoyar el aumento de la conservación a nivel regional y nacional.

“La conservación se ha centrado mucho de puertas hacia dentro y se ha tenido una manga muy ancha a la hora de permitir ciertos impactos en los alrededores que han perjudicado indirectamente al Parque”, opina del Olmo.

En ese sentido, Juan Romero, propone “blindar” Doñana y sus alrededores. “Vamos a pedir un blindaje para Doñana, una ley en la que se plantee una serie de filtros a los que deba someterse cada actividad que se quiera hacer en el Parque y descartar aquellas que no los cumplan”, declara en referencia a otro de los proyectos planteados para el humedal: la creación de un almacén de gas natural extraído en otros lugares y que fue paralizado por la Comisión Europea en marzo del año pasado.

También propone continuar con la protección de especies como el lince, que en estos últimos años ha visto aumentada su población, pero que aún se expone a peligros como los atropello, que “echan por tierra” los esfuerzos de los investigadores y la inversión de miles de euros en la especie.

Ante estos cambios, y a pesar de haber visto evolucionar Doñana, Delibes asegura que no es capaz de imaginar cómo será el Parque dentro de otros 50 años, aunque confía en que las soluciones avancen igual de rápido con los que aparecen los problemas. Como herramienta, apuesta por la investigación: “Hay que seguir investigando los procesos para poder atajar los peligros y que estos se puedan detectar lo antes posible”, aconseja sobre un conflicto, en el que esperemos, no acabe con la muerte del protagonista.