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El FMI urge a los gobernantes a aprovechar el actual ciclo de bonanza para aplicar reformas

  • Avisa que la mejora es cíclica y puede no ser sostenible debido a "serios riesgos"
  • Cree que la recuperación se consolida y sube una décima su previsión de crecimiento

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Varios viandantes miran los anuncios de la reunión anual del FMI y el Banco Mundial
Varios viandantes miran los anuncios de la reunión anual del FMI y el Banco Mundial colocados en la sede del Fondo en Washington.

La salida de la crisis se está consolidando a nivel global y el crecimiento mundial se está acelerando, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero este organismo avisa que bajo esa "bonanza cíclica" persisten "serios riesgos" que pueden frustrar esa recuperación. Por eso, recomienda a los gobernantes que "mantengan una visión a largo plazo" y aprovechen la oportunidad "para aplicar reformas estructurales y fiscales necesarias para aumentar la fortaleza, la productividad y la inversión". Y advierte: "la ventana para actuar que ofrece el actual ciclo de bonanza no estará abierta para siempre".

En su nuevo informe de Perspectivas de la Economía Mundial (ver documento en pdf) presentado este martes en Washington, el FMI sitúa en 3,6% y 3,7% sus cálculos de crecimiento de la actividad económica para este año y el próximo, en ambos casos, una décima por encima de sus estimaciones de julio pasado, cuando actualizó sus previsiones de primavera.

Ralentización en las economías desarrolladas

Esa mejora refleja la aceleración del crecimiento en las economías avanzadas, con Europa, China, Japón, Canadá y EE.UU. en cabeza. Para España, las previsiones muestran una mejora de una décima en la estimación de crecimiento para 2018 respecto al dato adelantado el pasado mes de julio.

Sin embargo, en esas mismas zonas, el FMI alerta de que las tasas de crecimiento a medio plazo serán "significativamente más bajas que en la década anterior a la crisis financiera global" que comenzó en 2007.

Así, mientras el PIB per cápita creció una media del 2,2% anual entre 1996 y 2005, ahora se estima que aumentará un 1,4% anual entre 2017 y 2022. Y para los países emergentes, ese crecimiento per cápita será aún más bajo, con lo que se ensanchará la brecha de la desigualdad.

En el caso de los países más desarrollados, "el lento crecimiento de la productividad y el envejecimiento de la mano de obra" serán claves para esa ralentización.

"Un crecimiento per cápita más bajo será problemático", avisa el Fondo, porque "dificultará a los pobres mejorar su calidad de vida, aumentará el perjuicio causado por la relocalización de recursos, frenará la inversión destinada a aumentar la productividad, dañará la sostenibilidad de las redes públicas de protección social y alimentará el resentimiento al minar la esperanza en el futuro y la creencia en la justicia de los resultados económicos".

Preocupación por el débil crecimiento de los salarios

Además, el organismo internacional destaca que el aumento de los salarios "sigue siendo débil en comparación a los de anteriores períodos de recuperación" y es una de las causas "de la sorpendentemente baja inflación, que a su vez es una fuente de preocupación".

El lento crecimiento de los salarios -continúa el informe, que dedica un capítulo entero a este tema- "incrementa la desigualdad de las rentas y la polarización del trabajo, con empleos de formación media y bien pagados haciéndose cada vez más escasos".

En ese sentido, para conseguir un crecimiento sostenible e inclusivo, el FMI considera "extremadamente importante" invertir "en la gente en todas las etapas de la vida, pero especialmente en los jóvenes", y apunta a mejorar la educación y la formación para adaptar el mercado de trabajo a la transformación económica que se está produciendo.

Aparte de la "inversión en capital humano", el Fondo aconseja a los gobiernos "corregir las distorsiones que han llevado a reducir excesivamente el poder de negociación de los trabajadores".

Otro de los riesgos subrayados por el informe está ligado a que la normalización de la política monetaria en EE.UU. y Europa se produzca más rápido de lo esperado.

Riesgos para los países pobres y en desarrollo

Ese endurecimiento de la política monetaria puede repercutir en los países desarrollados que no hayan reducido su endeudamiento y no hayan realizado las reformas estructurales necesarias, pero también puede perjudicar a países en desarrollo, como China, donde el crédito ha crecido con muchas fuerza en los últimos años.

La falta repentina de crédito que se produciría con la subida de tipos llegaría cuando el gigante asiático está en pleno proceso de reequilibrio de su actividad, pasando de una economía basada en la producción a otra más orientada a los servicios y el consumo.

Sobre el resto de países en desarrollo, el Fondo destaca que el actual ciclo de crecimiento está más extendido que cualquiera de los registrados en los últimos 10 años, ya que el 75% de la economía mundial está viviendo esa aceleración. Pero el 25% restante representa un lastre y "una potencial fuente de conflictos políticos desestabilizadores".

"Los países emergentes y los exportadores de materias primas -especialmente los exportadores de energía- continúan con problemas", señala el informe de otoño, que menciona los conflictos civiles o políticos que sacuden Oriente Medio, el norte de África, la zona subsahariana de ese continente y Latinoamérica.

Efectos del cambio climático

Además, advierte el organismo internacional, gran parte de esos mismos países son "los más expuestos a los efectos negativos del cambio climático, que ya están sintiendo a través de la mayor frecuencia de fenómenos extremos, como olas de calor o fuertes lluvias".

Ese cambio climático -que centra un capítulo completo del estudio- afectará también a los países desarrollados, que -avisa el Fondo- sufrirán "impactos directos en algunas regiones, como la costa de EE.UU., y efectos indirectos por las migraciones masivas y la inestabilidad geopolítica surgida de los países más pobres".

El FMI apuesta por reforzar la cooperación internacional para hacer frente a riesgos globales. Así, apuesta por evitar medidas proteccionistas, hacer más para que los beneficios del crecimiento lleguen a más personas, reducir el fraude fiscal internacional, luchar contra el hambre y las enfermedades, mitigar las emisiones de gases invernadero antes de que el daño sea irrevesible y ayudar a los países más pobres a adaptarse al cambio climático.