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Elecciones en EE.UU. 2016

Una América desunida y otros desafíos de la era Trump

  • El nuevo presidente tendrá sobre su mesa una decena de asuntos abiertos
  • Según Trump, la primera tarea será desmantelar el 'Obamacare'
  • Las tensiones raciales y la reforma migratoria destacan en la política interior
  • Cuba, Irán y la lucha contra el Estado Islámico marcan la agenda exterior
  • Especial: Elecciones presidenciales en Estados Unidos
  • Especial: El legado de Obama

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Imagen del despacho del presidente del Gobierno de Estados Unidos, el llamado Despacho Oval
Imagen del despacho del presidente del Gobierno de Estados Unidos, el llamado Despacho Oval

La hora de Donald Trump ya ha llegado. Son muchos los desafíos políticos y sociales pendientes.  Ante sí tiene un programa electoral ambiguo y polémico, y también cuentas por resolver que ha dejado Barack Obama, entre ellas el nombramiento del juez que sustituya a Antonin Scalia en el Tribunal Supremo.

Esta es una recopilación de los diez principales retos que deberá encarar Trump durante sus primeros meses en la Presidencia.

1. Volver a unir a la sociedad estadounidense

Estados Unidos es más diverso que nunca, pero no solo en el aspecto étnico. La crisis económica de 2008 polarizó riqueza y pobreza, con todo lo que arrastran: nivel social, educativo, acceso a servicio sanitario, vivienda, posibilidades de futuro; los ladrillos de la convivencia y la estabilidad. El resultado es que la desigualdad en EE.UU. ha alcanzado su mayor cota en medio siglo y la munición política y electoral -en 2008 y en 2016- se ha aferrado a esta circunstancia. Blancos, negros, latinos, demócratas, republicanos, ricos, pobres, han sido sus destinatarios.

Apagar la guerra contra "los otros" dio argumentos a Obama, "ni demócratas ni republicanos, sino los Estados Unidos de América", proclamaba. Fue promesa electoral, sin embargo el rescoldo ha permanecido muy vivo. Atizar esta crispación ha ayudado a Trump a encender una masa de votantes resentida: el anónimo obrero blanco de clase baja, a los que la desigualdad ha machacado pero también ha multiplicado. Identificar esa rabia con un pasado dorado -Make America Great Again- ha llevado a Trump a la victoria frente a una Hillary Clinton que el imaginario público asociaba al enemigo: las élites enriquecidas.

Miles de personas protestan en las calles de Estados Unidos tras el triunfo de Donald Trump

El electorado más diverso de la historia de EE.UU. ha llevado a Donald Trump a la Casa Blanca. Ha ganado de refilón, gracias a Florida, y Clinton ha obtenido el apoyo del voto popular (mayoría en número de votantes). Este resultado refleja una división casi perfecta del país.

En su discurso nada más hacerse oficial su victoria, el magnate afirmó que será "el presidente de todos los estadounidenses". No obstante, su victoria ha sido muy contestada en las calles; las plataformas 'antiTrump' proliferan, y a la vez, los partidarios del republicano se enconan en su defensa. Estados Unidos se hizo grande desde la unión y será tarea vital para Trump recomponer de nuevo el país.

Altercados entre partidarios y detractores de Donald Trump

2. Regularizar las relaciones con Rusia y su percepción por la ciudadanía

Rusia ya no es la superpotente U.R.S.S., pero sus gobernantes nunca han renunciado a ese papel de actor mundial. EE.UU., orgulloso de de su hegemonía, marca nítidamente los límites militares, pero la necesaria convivencia económica e institucional impone un flujo de relaciones, de las que las corporaciones empresariales no se sustraen. Todos estos ingredientes se han reunido en un cóctel explosivo: el caso de los ciberataques rusos durante las elecciones estadounidenses.

Posiblemente, Hillary Clinton recordará el resto de su vida el día que decidió utilizar servidores personales para enviar emails oficiales y secretos. Los servicios de inteligencia estadounidenses acusaron a los rusos de 'hackear' informaciones sobre este asunto y filtrarlas via 'Wikileaks' para favorecer a Trump, quien ha manifestado en varias ocasiones sus simpatías por el liderazgo de Vladimir Putin.

Las especulaciones sobre los correos de Hillary Clinton marcan la campaña en Estados Unidos

La CIA y el FBI señalaron a Putin una vez sellada la victoria de Trump. Pero lo cierto es que, en plena campaña, y con el caso archivado meses atrás, el propio FBI hizo tambalear las encuestas tras anunciar la reapertura de la investigación a pocos días de las elecciones. Clinton, que había conseguido mantener apoyos favorables durante todo el año, finalmente perderá la presidencia por muy poco. Otra de las versiones, en este caso difundida tras las elecciones, es que Rusia amenazó con publicar unas imágenes del presidente de EE.UU. con contenido sexual, supuestamente tomadas en un hotel en Moscú.

Trump tardó en admitir los informes de la inteligencia de su propio país, y negó que tuviera influencia en el resultado. Además ha designado futuro jefe de la diplomacia a Rex Tillerson, un empresario con vínculos reconocidos con Putin. El mandatario ruso, que también ha expresado sus preferencias por Trump, también negó la injerencia, e incluso se permitió agitar el ambiente identificando el rechazo a Trump con una suerte de "maidan" en Washington, en referencia al movimiento ucraniano anti ruso.

Rusia ha acreditado su peso con su participación decisiva en la guerra Siria y mantiene un imponente arsenal nuclear. También controla las canalizaciones de gas y cuando se irrita, decide cerrar sus fronteras al comercio sin temblar por el efecto en los ciudadanos. Por el bien de la comunidad internacional, Rusia y EE.UU. deben convivir y esta pelota está ahora en el lado de Trump.

3. Nombrar al sustituto de Scalia en el Tribunal Supremo

El 13 de febrero de este año, el conservador Antonin Scalia, juez del Tribunal Supremo, falleció a la edad de 79 años, dejando un asiento libre en la institución más importante del Poder Judicial de Estados Unidos, con capacidad para decidir sobre la constitucionalidad de las leyes. Trump deberá, por tanto, proponer al sustituto de Scalia que, con la mayoría republicana en el Congreso, será casi con total seguridad ratificado.

Antes del fallecimiento de Scalia existía una mayoría conservadora en el Tribunal Supremo (5 conservadores y 4 progresistas), pero con su muerte pudo cambiar la fuerza hacia el bando progresista. Obama designó a un candidato, el juez Merrick Garland, responsable de la Corte de Apelaciones de Washington, pero el Congreso, en manos de los republicanos, se negó siquiera a considerarlo. El poder de decisión de Trump sobre esta baja y las que podrían venir en los próximos años, en un Tribunal con una media de edad bastante alta, hace prever que la principal institución judicial será dominada por los conservadores durante bastantes años.

4. Afrontar la reforma migratoria

En su primera entrevista como presidente electo el 13 de noviembre, Trump dijo que su Gobierno decidirá sobre el futuro del resto de los inmigrantes indocumentados (entre ocho y nueve millones) una vez se haya fortalecido la frontera con México. El republicano tendrá que decidir pronto qué hacer con esos ocho o nueve millones, ya que su situación es insostenible.

Las promesas de Trump para expulsar a personas con antecedentes penales no difieren tanto de las prioridades de deportación establecidas en noviembre de 2014 por el todavía presidente, Barack Obama, quien en sus dos años de Gobierno ha expulsado de Estados Unidos a 2,7 millones de personas. Desde la deportación hasta el acceso a la ciudadanía de forma inmediata, las soluciones son muchas y todas tienen sus defensores y detractores.

Trump asegura que México va a pagar por el muro y dice de los mexicanos: "No les culpo de aprovecharse de EE.UU."

Donald Trump, forjó su campaña presidencial con duras propuestas de deportaciones masivas y un muro en la frontera con México, unas ideas que ha formulado con un tono más suave desde su triunfo electoral. A pesar de la oposición frontal del Gobierno de México, Trump aseguró que el país vecino acabará pagándolo, "con impuestos o pagos" directos, e insistió en la urgencia de su construcción, razón por la cual el vicepresidente electo, Mike Pence, ya ha empezado los trámites en el Congreso.

Algo que preocupa a muchos activistas es que Trump cumpla su promesa de derogar el programa de Acción Diferida (DACA) promulgado por decreto en 2012 por Obama y que ha servido para frenar la deportación de 750.000 jóvenes indocumentados que llegaron al país de niños y son conocidos como "dreamers" (soñadores).

Para Trump, el lema de "poner a EE.UU. primero" significa reducir los niveles de asilo e implementar un bloqueo "completo y total" a la entrada de musulmanes a Estados Unidos. Esa propuesta, una de las más polémicas de la campaña de Trump, se ha encontrado con la oposición del senador Jeff Sessions, nominado por Trump para ser su fiscal general y que rechazó la idea de prohibir la entrada al país de las personas que profesan el Islam, religión de 3,3 millones de estadounidenses.

Desmantelar el 'Obamacare', objetivo de Trump para el primer día de mandato

5. Un plan alternativo para el 'Obamacare'

La reforma para extender la cobertura sanitaria a todos los estadounidenses es uno de logros más signficativos de la administración de Barack Obama, aunque su tramitación fue tortuosa hasta la extenuación y siempre ha sufrido las críticas de los republicanos; esas críticas se han acentuado recientemente por el aumento registrado en las primas de los seguros de salud, lo que eleva el coste de las subvenciones que otorga el Estado federal a aquellos ciudadanos con menos recursos para garantizar que dispngan de asistencia médica.

Precisamente, uno de los críticos más acérrimos con esta reforma sanitaria es el nuevo presidente de Estados Unidos. Trump ya anunció durante su campaña que eliminaría el Obamacare, y hace tan solo dos semanas, su vicepresidente, Mike Pence, afirmó que la primera acción del nuevo Congreso será "derogar y reemplazar" la reforma sanitaria impulsada por Obama. Según lo adelantado por Pence, Trump usará su autoridad ejecutiva para complementar los esfuerzos ya iniciados en el Congreso por los republicanos, con mayoría en ambas cámaras, para elaborar un proyecto de ley que permita derogar el Obamacare, aunque aún se desconoce cuál es el plan alternativo del presidente.

El 12 de enero de 2017, ya ocho días antes de la toma de posesión, el Senado dio el primer paso para la derogación. Con 51 votos a favor y 48 en contra, aprueba una resolución que da luz verde a varios comités del Congreso para que empiecen a preparar la legislación que desmantelará el Obamacare.

6. Resolver las tensiones raciales

El último mandato del primer presidente negro en la historia de Estados Unidos ha sido el del resurgimiento de las tensiones raciales, atizadas por las muertes de varios ciudadanos negros a manos de la policía y la percepción de que existe un sesgo racial en la actuación de las autoridades. Ciudades como Ferguson o Baltimore se han convertido en símbolos durante los últimos años, trufados de disturbios, manifestaciones y la aparición de movimientos como 'Black lives matter' (Las vidas de los negros importan).

Pero con el cambio en la Presidencia esta tensión no solo no se ha reducido sino que parece haber recibido un impuslo. La vieja asignatura del racismo y las heridas no cicatrizadas de la sociedad estadounidense en este capítulo, han cobrado actualidad en una campaña marcada por el discurso del odio, antiinmigración y racista de Trump.

Como ejemplo, el día siguiente a la victoria del republicano muchos ciudadanos negros, hispanos o asiáticos sufrieron ataques racistas. Frases como "Hasta la vista latinos" o "Vete a recoger algodón" se pudieron ver escritas en casas, colegios u otros lugares públicos.

7. El deshielo con Cuba y el acuerdo con Irán

El deshielo de las relaciones diplomáticas con Cuba es uno de los éxitos de la política exterior de Obama. La reapertura de la embajada estadounidense en La Habana, la abstención de EE.UU. en la resolución de la ONU que cada año reclama el fin del embargo, además del establecimiento de empresas en territorio cubano o el restablecimiento de los vuelos comerciales son algunas de las medidas tomadas en este sentido.

El último paso de acercamiento a la isla ha sido la eliminación de la normativa de "pies secos, pies mojados". Esta ley permitía a todos aquellos cubanos que pisaban tierra estadounidense optar a la nacionalidad del país que ahora preside Trump. Esta eliminación era precisamente una petición del Gobierno de Raúl Castro.

Un acercamiento que parece va a querer cortar Donald Trump. El republicano ha amenazado con "liquidar" el acuerdo con Cuba, afirmando que hará lo posible para "garantizar que los cubanos puedan comenzar de una vez su camino hacia la prosperidad y la libertad". El exilio cubano mostró su apoyo incondicional a Trump durante la campaña electoral y ahora espera ver devuelta esa confianza en el republicano.

Los presidentes de EEUU, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, han anunciado el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre sus países y el levantamiento de parte de las restricciones económicas que pesan desde hace 53 años sobre la isla caribeña. En sendos mensajes televisados a sus naciones, simultáneamente, Obama y Castro hicieron este histórico anuncio, que permitirá normalizar las relaciones entre dos naciones enemistadas desde 1961, cuando comenzó a aplicarse un embargo económico a Cuba que, para ambos mandatarios, ha sido perjudicial.

Otro acuerdo histórico que Trump amenaza con desmantelar es el alcanzado con Irán para contener la escalada nuclear. El pacto consiste en la retirada de las sanciones internacionales al país asiático a cambio de que abandonase el desarrollo armamentístico de su programa nuclear y se sometiera a la supervisión de los inspectores de la ONU. Trump tiene la intención de cancelar este acuerdo, ya que lo considera una "humillación" para EE.UU. , aunque recientemente Obama, la U.E. y Teherán han avisado al republicano que el acuerdo seguirá en pie y que es esencial para la seguridad.

8. El acceso a las armas de fuego

Pocos asuntos hay tan polémicos y recurrentes en Estados Unidos como el acceso a las armas de fuego, protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense. Barack Obama insitió en legislar para aumentar el control sobre la venta de armas ante el goteo insistente de tiroteos por todo el país, pero el Congreso se negó en repetidas ocasiones, convirtiendo este asunto en uno de los puntos negros de su mandato.

Trump, por su parte, rechaza cualquier tipo de reforma gubernamental para limitar el derecho de los estadounidenses a las armas de fuego. “El derecho del pueblo para poseer y llevar armas no debe ser infringido. Punto”. Así de tajante es el nuevo presidente, fiel a la inflexibilidad de la que los republicanos hacen bandera en este asunto. Aunque durante los últimos meses sí que llegó a reconocer que podría estudiarse una limitación en la venta de armas para evitar que cayeran en manos de terroristas, parece poco probable que se llegue a hacer efectiva. El tremendo apoyo recibido por Trump por parte de la Asociación Nacional del Rifle durante la campaña hacen presagiar un futuro negro a todas las propuestas de reducción del acceso a las armas.

9. Guantánamo

Quizás la principal promesa incumplida de Obama es la que concierne de la prisión de Guantánamo, que nada más llegar a la Casa Blanca anunció que cerraría y, muy a su pesar, no lo ha conseguido. La oposición del Congreso, especialmente después de que los republicanos obtuvieran la mayoría, ha impedido llevar a los presos a cárceles estadounidenses, si bien Obama ha conseguido reducir considerablemente el número de detenidos en la base militar, que llegó a tener casi 800 presos y ahora alberga a 59.

La posición de Trump con respecto a Guantánamo parece, sin embargo, bastante diferente que la del ahora expresidente de EE.UU. El republicano afirmó que mantendrá abierta la prisión, y en un tuit el pasado 3 de enero, indicó que "no debería haber más liberaciones" en Guantánamo. "Son personas extremadamente peligrosas y no se les debería permitir regresar al campo de batalla", comentó.

10. Acabar con el Estado Islámico

La aparición del grupo yihadista ha sido uno de los principales problemas a los que se ha enfrentado la administración de Barack Obama en el marco de la lucha contra el terrorismo; aunque ahora está retrocediendo en Irak y, en menor medida, en Siria, los analistas advierten de que mantiene su capacidad para llevar a cabo atentados en países occidentales, por lo que será uno de los asuntos fundamentales que deberá afrontar Trump en los próximos meses.

Estados Unidos, además, lidera la coalición internacional, por lo que las decisiones que tome Trump con respecto a este tema no solo afectarán a EE.UU. sino a todo el mundo. El republicano no tendrá que dictaminar solo en lo que afecta al aspecto militar, sino también en la gestión de esos territorios recuperados de manos de los terroristas: habrá que tomar decisiones sobre mantener o no el actual despliegue de fuerzas de apoyo, negociar acuerdos con la Rusia de Putin para avanzar en Siria y cómo pacificar las zonas liberadas.

Trump ha acusado durante los últimos meses a Obama de haber fundado el Estado Islámico y avisó de que actuará con mano dura contra el Daesh. La primera medida en este sentido ha sido elegir a James Mattis como secretario de Defensa. Apodado "Perro Loco", este general retirado tuvo un rol central en las invasiones en Afganistán e Irak y deberá colaborar con el aún más radical Asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, en la defensa del país.