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El sabotaje de las infraestructuras petroleras dificulta la recuperación de Nigeria

  • Nigeria vive la peor crisis económica en 20 años y está en recesión
  • La caída de la producción de crudo disminuye los ingresos para invertir
  • Un 70% de la población es pobre por la falta de infraestructuras

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Una gasolinera nigeriana abandonada con pintadas a favor de Boko Haram
Una gasolinera nigeriana abandonada con pintadas a favor de Boko Haram.

La recuperación de la economía de Nigeria, una de las dos mayores del continente africano e inmersa en su peor crisis de los últimos 20 años, está siendo más difícil de lo esperado debido a los constantes ataques de Boko Haram y otros grupos armados a las ya de por sí precarias infraestructuras del país.

La caída del precio del crudo y los ataques contra las plantas de petróleo estatales han mermado los ingresos del Gobierno nigeriano, que se ha visto obligado a cortar la financiación para proyectos básicos, como vías de tren, centrales eléctricas, escuelas y centros de salud.

De hecho, la falta de infraestructuras es la principal causa de que alrededor de un 70% de los 180 millones de habitantes que tiene el país viva en un ciclo de pobreza del que es prácticamente imposible salir, según datos de Naciones Unidas.

Los atentados reducen la producción de crudo

En el último año varios grupos rebeldes de la región del delta del Níger han lanzado una campaña de atentados contra instalaciones petroleras que han obligado a reducir la producción de 2,2 millones a 1,56 millones de barriles diarios, con el consiguiente perjuicio económico.

La gravedad de la situación obligó al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, a intervenir directamente en agosto y acordar un alto al fuego con las dos principales milicias, el Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger y los Vengadores del Delta del Níger, aunque grupos más pequeños siguen activos.

"Si la situación sigue como hasta ahora, estos ataques podrían perjudicar seriamente a la empresa estatal y al sector del petróleo y gas", advirtió recientemente la Corporación Nacional de Petróleo de Nigeria (CNPN).

En 2015, Nigeria ocupó la décimotercera posición en la lista de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Al igual que los otros miembros, ha sufrido un duro golpe en sus finanzas con la caída del precio que, pese a una leve recuperación, aún está por debajo de los 50 dólares por barril.

Menos ingresos en divisas

La caída de la producción supone una reducción de los ingresos obtenidos por la exportación, lo que a su vez provoca una escasez de divisa extranjera que se utiliza para importar bienes de primera necesidad -solo los productos alimentarios cuestan 20.000 millones de dólares anuales- y materias primas para la industria.

Por otra parte, el daño causado en los gasoductos tiene un gran impacto en la generación de energía, que ya en circunstancias normales está muy por debajo de las necesidades del país. La potencia instalada llegó a 5.000 megavatios (MW) a principios de año, cuando en países como Sudáfrica es superior a 50.000 MW.

La falta de energía obliga a cerrar las fábricas y deja sin empleo a miles de trabajadores

La precaria situación de la economía nigeriana también ha obligado a cerrar un gran número de fábricas porque la escasez de electricidad y la falta de gasolina no les permitía operar con normalidad, dejando sin trabajo a cientos de miles de personas.

La producción de electricidad no alcanzará su máximo potencial mientras haya tantos ataques en los gasoductos, pues las centrales térmicas no tienen suficiente combustible para funcionar, y muchos analistas han advertido en numerosas ocasiones que no habrá desarrollo sin que se acabe con los cortes energéticos.

La crisis económica ha llevado a Nigeria a entrar oficialmente en recesión después de encadenar dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, ya que el segundo trimestre se cerró con una contracción del PIB del 2,1%.