Enlaces accesibilidad

España es uno de los países de la OCDE con peor calidad del empleo

  • Destaca por la inseguridad laboral y la tensión en el centro de trabajo
  • España y Grecia sufrieron las mayores caídas de la seguridad laboral entre 2007 y 2013
  • Mejor empleo en Australia, Austria, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Luxemburgo, Noruega y Suiza

Por
Un camarero abre una sombrilla en una calle de Sevilla
Un camarero abre una sombrilla en una calle de Sevilla.

España es uno de los países con más baja calidad del empleo entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según un estudio que tiene en cuenta factores como la calidad de los ingresos percibidos, la seguridad del mercado laboral y la calidad del entorno de trabajo.

Junto a España, la OCDE coloca entre los países con una calidad del empleo relativamente baja a países como Estonia, Grecia, Hungría, Italia, Polonia, Portugal, la República Checa y Turquía.

La institución explica que estos países registran resultados relativamente malos en al menos dos de las tres dimensiones de calidad del empleo analizadas y ninguno de ellos logra un buen resultado en al menos uno de estos factores.

Por el contrario, entre los miembros de la OCDE, los mayores niveles de calidad del empleo se observan en Australia, Austria, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Luxemburgo, Noruega y Suiza, que "logran resultados relativamente buenos en al menos dos de las tres dimensiones de calidad del empleo, sin figurar entre los diez peores en ninguna de las tres dimensiones".

Por su parte, países como Bélgica, Canadá, República Checa, Francia, Irlanda, Israel, Japón, Corea del Sur, México, Países Bajos, Nueva Zelanda, Eslovenia, Suecia, Reino Unido y EE.UU. se encontrarían en un nivel medio con no más de un resultado entre los diez peores o los diez mejores en las dimensiones analizadas.

Poca seguridad laboral en España

En el caso de España, los peores resultados corresponden a los apartados seguridad del mercado laboral, que valora la probabilidad de pérdida del empleo y su coste económico para los trabajadores, así como en el ambiente de trabajo, que analiza la tensión laboral.

En su análisis, la OCDE apunta que la calidad de los ingresos de los trabajadores se ha visto afectada durante la crisis, entre 2007 y 2013, por la pérdida de empleos, principalmente entre los peores pagados, lo que "puede llevar a un aparente incremento de la calidad media", pero que en la práctica, manteniendo constante la estructura del empleo, constata un deterioro en dos tercios de los países analizados.

Evolución de la inseguridad laboral en la OCDE (2007-2013)

Evolución de la inseguridad laboral en la OCDE (2007-2013).

En cuanto a la seguridad del mercado laboral, que combina elementos como el riesgo de quedarse en paro y la cobertura de desempleo, la OCDE destaca las caídas generalizadas registradas entre sus miembros y lideradas entre 2007 y 2013 por España y Grecia.

Brecha salarial

Los datos revelan que las mujeres tienen una tasa de ocupación sensiblemente inferior a la de los varones y reciben un menor salario por realizar el mismo trabajo. Los jóvenes y los trabajadores sin cualificación también tienen dificultades para encontrar empleo, cobran sueldos bajos y sufren más la inseguridad laboral y la tensión en el puesto de trabajo (especialmente los menos formados).

En los últimos diez años la calidad del empleo ha caído en picado. En concreto, la calidad de los ingresos ha bajado en dos tercios en los países de la OCDE, especialmente en Grecia y Reino Unido.

La calidad del entorno laboral ha evolucionado de forma diferente en los miembros de la OCDE, algunos países han visto empeorar sus condiciones laborales durante la crisis, mientras que en otros los que conservan su puesto las han mejorado. Sobre este particular, el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, apunta que "la calidad del empleo no es sólo importante para el bienestar de los trabajadores, sino también para la productividad de las empresas".

Por otro lado, el estudio de la OCDE señala que aparentemente no hay una relación entre la mejora de la calidad del empleo y el aumento del paro, sino potenciales sinergias, subrayando que los países con resultados relativamente más pobres en cuanto a la calidad del empleo tienden a registrar niveles de empleo más bajos y viceversa.