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Claves de las elecciones israelíes: economía frente a seguridad

  • Campo Sionista obtendría 24 diputados, frente a los 20 ó 21 del Likud
  • Otras ocho formaciones podrán tener representación parlamentaria
  • Los partidos centristas y la fuerza política de los árabes son la gran novedad
  • La agenda socioeconómica ha dominado la campaña

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Cartel de propaganda electoral del líder del Partido Laborista de la formación Campo Sionista, Isaac Herzog
Cartel de propaganda electoral del líder del Partido Laborista de la formación Campo Sionista, Isaac Herzog

Las encuestas en Israel vaticinan un resultado muy ajustado. La victoria sería para Campo Sionista, que obtendría 24 diputados, frente a los 20 ó 21 que recibiría el Likud. Un margen que, sin embargo, podría ser insuficiente para el centroizquierda tras una campaña la agenda social y económica ha relegado a un segundo plano a las cuestiones de seguridad. Una fragmentación parlamentaria que es característica en el país: Desde que en 1949 se convocó el primer Parlamento en Israel ninguna fuerza ha logrado obtener la mayoría absoluta en solitario.

Los colegios electorales han abierto sus puertas a las 6 de la mañana (hora peninsular). Del atomizado voto que pronostican los sondeos, el Likud sería el más beneficiado, pues en el parlamento habría más representación de fuerzas de derecha y extrema derecha que de centro e izquierda. Eso, unido al apoyo de los partidos ultraortodoxos, podría determinar que Netanyahu siguiera estando al frente del nuevo Ejecutivo israelí.

El histórico partido, constituido en 1973 bajo una ideología nacionalista, está dirigido desde 2005 el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, que aspira a su cuarto gobierno y tercero consecutivo. Caracterizado por un liberalismo a ultranza, la seguridad de Israel ocupa un papel central en la política del partido. Netanyahu anunció su apoyo al establecimiento de un estado palestino bajo ciertas condiciones, lo cierto es que desde entonces todos los intentos de negociación han fracasado.

Sin embargo, las encuestas pronostican como favorita a la nueva plataforma Campo Sionista, (Mahané Tzioní), que aglutina al partido laborista de Isaac Herzog, y la de Hatnuá, de Tzipi Livni, con el objetivo de aunar fuerzas en el centro y desbancar al primer ministro Netanyahu.

Frente al liberalismo defendido por el partido del primer ministro, la nueva formación aboga por un reparto más equitativo de la riqueza nacional y la prestación de ayudas sociales. En el conflicto con los palestinos, Campo Sionista es partidaria de impulsar las negociaciones para buscar una solución de dos estados.

El juego de alianzas

De los 26 partidos que se presentan, al menos otros ocho tienen opción de representación parlamentaria, resultando claves en la formación del nuevo Gobierno.

Como tercera fuerza se perfila el nacionalista del ministro de Economía, Naftalí Bennet, que rechaza la solución de crear un Estado palestino y propone la anexión de las zonas rurales de ese territorio. Además, defiende el liberalismo económico con la exención fiscal a familias numerosas.

En la ultraderecha religiosa, al menos tres partidos Yahadut Hatorá (Judaísmo Unido por la Torá, asquenazí), Shas (sefardí) y Yahad (nacionalista) se disputan un voto que puede ser clave: los ultraotodoxos. Cuantificar a esta comunidad es una misión muy difícil y ni siquiera la Oficina Central de Estadísticas de Israel consigue llegar a parámetros comunes. Según uno de ellos, el de la representación parlamentaria, los ultraortodoxos supondrían hasta el 10-12 % de la población judía de Israel, y en cómputo electoral equivalen a entre 17 y 20 escaños.

La gran novedad es la irrupción de formaciones como la Lista Árabe Común o los centristas como Kulanu. La Lista Árabe Común aglutina a la mayoría de partidos árabes que concurren juntos por primera vez en la historia de este país. Engloba a formaciones como Balad (nacionalistas seculares, anti-sionistas), Hadash (antiguos comunistas, única formación con judíos y palestinos) y la coalición Ra'am-Ta'al (islámico).Su dirigente es Aiman Odeh, del frente por la igualdad Hadash. Según los últimos sondeos, podrían lograr hasta 13 escaños.

La otra gran irrupción es la de la formación Kulanu, es una organización socio-liberal creada en 2014 y liderada por el antiguo ministro de Comunicaciones y Asuntos Sociales, Moshé Kahlon, un antiguo miembro del Likud. Kulanu, que debido a la situación económica ha logrado aglutinar el voto del descontento, se declara “pragmático” y a favor de concesiones que conduzcan a una verdadera paz en el conflicto palestino-israelí, y muestra como rasgo principal una fuerte preocupación sobre el encarecimiento de la vida.

La economía, la agenda social e Irán

La reanudación del proceso de paz con los palestinos y las perspectivas de resolver el eterno conflicto de Oriente Medio apenas ocupan ahora un hueco en la agenda electoral israelí, dominada por Irán, cuestiones de seguridad o socio-económicas.

Pese a que el primer ministro presume de datos macroeconómicos, con un crecimiento del 2,9% del PIB, un paro que ronda el 5,6% y una elevada renta per capita, los seis años de Gobierno de Natanyahu han incrementado la desigualdad. La vida se ha encarecido hasta un 74%, principalmente debido a los elevados precios de la vivienda –un 55% en compra y un 33% los alquileres- y los productos básicos.

Las encuestas prevén unos ajustados resultados entre la derecha nacionalista de Netanyahu, y una coalición de centro-izquierda. Parece prácticamente seguro que será necesario pactar en el nuevo Parlamento para formar Gobierno. Según las encuestas, serán los indecisos quienes podrían inclinar la balanza.

Según las encuestas, el 55,2% de los israelíes afirma que el principal asunto que condiciona su voto es el socioeconómico mientras el 28,4% lo identifica con cuestiones de seguridad, relaciones exteriores o el conflicto.

En la campaña sí ha cobrado protagonismo, sin embargo, el programa nuclear iraní y el reciente discurso de Netanyahu ante el Congreso estadounidense, que parecen haberle dado ciertos réditos electorales, según vaticinan diferentes analistas citados por Efe.

El conflicto palestino-israelí

Aunque con menor peso que en otros comicios, el conflicto palestino-israelí sigue siendo un factor importante pese a que el primer ministro israelí ha pasado casi totalmente de puntillas por él, erigiéndose como único líder capaz de hacer frente a los múltiples retos que afronta Israel en materia de seguridad.

Si en 2009 Netanyahu anunció su apoyo al establecimiento de un estado palestino bajo ciertas condiciones, lo cierto es que desde entonces todos los esfuerzos de negociación impulsados por Washington han seguido el mismo patrón: el del fracaso.

Los palestinos rechazan buena parte de sus condiciones considerándolas inaceptables, como mantener tropas en el Valle del Jordán o que Israel sea reconocido como hogar del pueblo judío. En paralelo, bajo el Ejecutivo de Netanyahu se ha incrementado la expansión de asentamientos judíos, hecho que el propio aspirante presenta como uno de sus logros durante la campaña.

A día de hoy, señala Efe, miembros de su partido conservador, han revelado que Netanyahu considera "simplemente irrelevante" la idea de un Estado palestino al lado de Israel. Desde su oficina han negado categóricamente recientes informaciones acerca de que éste aceptó una retirada a las fronteras de 1967 en negociaciones secretas con los palestinos a mediados de 2013, presumiblemente para evitar la huida de votos entre su electorado más nacionalista.

Desde la plataforma Campo Sionista, Herzog se declara partidario de la solución del conflicto por el relanzamiento de las negociaciones con los palestinos en base a la solución de los dos estados, si bien prefiere dar pasos graduales, como el establecimiento de fronteras aceptadas por las partes antes de la firma de un acuerdo definitivo.

Además, el líder laborista también se ha mostrado contrario a la expansión de los asentamientos en Cisjordanía, ya que considera que podrían hacer de Israel un Estado apartheid que “terminaría con el sueño sionista”. El margen de movimiento de las posiciones de ambos líderes vendrá determinado por el carácter de sus socios de Gobierno.