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El 'agujero' de la banca española: causas y consecuencias

  • La depreciación de los activos inmobiliarios, el mayor 'agujero' bancario
  • El cierre del préstamo entre los bancos ha elevado el coste de su financiación
  • La morosidad inmobiliaria ha pasado del 1,98% hasta el 22% en cuatro años
  • La aceleración de la salida de capitales agrava la situación del sistema
  • Ver también el especial sobre crisis de la deuda en Europa

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El Gobierno de Mariano Rajoy se ha visto obligado a recurrir al fondo de rescate europeo para poder sanear los bancos españoles. Los países de la eurozona pondrán a disposición de España un máximo de 100.000 millones de euros, una cantidad superior a las necesidades calculadas por las auditoras independientes, que cifran en 62.000 millones las necesidades de capital de la banca en el peor escenario evaluado.

El objetivo de ese rescate de la banca española es permitir que el sector se recapitalice para, una vez cerrados los ‘agujeros’ en sus balances, poder prestar dinero a familias y empresas.

Muchos expertos dudan de que pueda lograrse ese fin. El profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) y de la Universidad Carlos III, Juan Laborda, destaca que el problema de la parálisis del crédito es un problema de demanda: "el sector privado está enormemente endeudado y no va a pedir más crédito. ¿Cómo van a pedir préstamos sectores que están ultraendeudados?".

Según los últimos datos del Banco de España, el nivel de deuda privada (que incluye a entidades bancarias, empresas y familias) suponía a finales de 2011 el 325% del PIB.

Pero, ¿por qué tienen que recapitalizarse los bancos españoles, que presumían de solvencia hasta hace pocos años? ¿Cómo se han cavado esos ‘agujeros’ que valen miles de millones?

Depreciación de los activos inmobiliarios y de la construcción

Es la causa del principal ‘agujero’ de la banca española. La Ley del Suelo de 1998 -que permitía convertir en urbanizable cualquier terreno- facilitó la ‘burbuja inmobiliaria’: se disparó la construcción de viviendas que, en la época de crecimiento económico, se vendían porque los bancos daban crédito a todo el que lo pedía y porque muchos invertían en ‘ladrillo’ para asegurarse beneficios, ya que sus precios se multiplicaban con rapidez (entre 1998 y 2008, los precios de la vivienda subieron más de un 180%, según datos de la Sociedad de Tasación).

Pero la crisis económica y el paro creciente han provocado el hundimiento de la demanda para comprar vivienda. Eso, por un lado, ha provocado la caída de los precios de los inmuebles –aunque la reducción ha sido limitada, ya que solo han bajado un 25% desde el comienzo de la crisis- y, por otro, al caer la demanda, los promotores no pueden vender las viviendas que habían construido. Así les es imposible devolver los créditos a los bancos que se los prestaron, por lo que esas viviendas pasan a manos de los bancos. Ocurre lo mismo con las casas de las personas que no pueden pagar sus hipotecas.

De esta manera, “el banco está recibiendo por los fallidos de préstamos un montón de activos que han perdido valor”, explica a RTVE.es el profesor de la Universidad Complutense José Martí Pellón.

“Por un lado, [la entidad] no recibe la devolución del préstamo y, además, los activos que tiene no valen lo que se decía. El ‘agujero’ está en lo que te queda de activo, que vale mucho menos”, señala Martí Pellón.

Hasta ahora, las entidades bancarias se han resistido a devaluar el valor de su cartera inmobiliaria porque “esperaban que en dos o tres años se resolviera” la crisis, señala este profesor, “y, en lugar de eso, se ha agravado”.

Pero al mismo tiempo, los mercados sí conocían esa pérdida de valor y, por eso, dudaban de la transparencia de los bancos españoles, por lo que no querían prestarles dinero.

Morosidad

En el primer trimestre de 2012, la morosidad de las empresas inmobiliarias (con constructoras y promotoras incluidas) con bancos, cajas y cooperativas había subido hasta un 22,8%, mientras que la mora general estaba en el 8,36% según los datos del Banco de España. Al comienzo de la crisis en 2008, la morosidad inmobiliaria estaba en el 1,98%.

Por otro lado, el impago de las hipotecas se situó en marzo de este año en un 3%, cuando hasta marzo de 2008 se había mantenido siempre por debajo del 1%.

A esa morosidad efectiva se debe sumar el importe total de los créditos dudosos del sector inmobiliario, que se situaba en diciembre del año pasado en casi 184.000 millones de euros, según el Banco de España. Eso supone que se duda de poder cobrar el 60% de toda la cartera bancaria de construcción y promoción.

“La morosidad no era preocupante al principio porque había algo que no había en otros países: provisiones genéricas del 3%. Pero con la morosidad en el 6%, el 8% o más –dependiendo de la entidad-, ese 3% se lo han ‘comido’ hace tiempo”, indica Martí Pellón.

Además, explica Laborda, el 'agujero' de la mora es mayor de lo que se estima "porque se siguen computando como créditos no problemáticos algunos que ya lo son y que se está disfrazando porque se les alargan los plazos o se reestructuran. Por eso, la mora extraoficial podría estar entre el 10% y el 15%".

"Grandes empresas  que no tienen que ver con el sector inmobiliario están empezando a  tener problemas. Se están renegociando muchos créditos y esto no aparece computado", asegura Juan Laborda.

Desde los bancos, insiste este profesor del IEB, se está contagiando al resto de la economía, lo que, a su vez, aumenta el 'agujero' bancario, que -según sus cálculos- podría estar por encima de los 200.000 millones de euros.

Aumento en la exigencia de provisiones

Además de provisionar (es decir, reservar fondos) para cubrir la morosidad, las entidades financieras están ahora obligadas a tener un ‘colchón’ por cada activo inmobiliario, ya sea una vivienda, un crédito a promotores o una hipoteca a una familia.

Eso supone que el banco debe poder responder con sus recursos propios a un porcentaje del valor de ese activo. Ese porcentaje ha subido por las últimas normativas puestas en marcha, primero, por el Gobierno de Zapatero y, después, por el actual de Rajoy.

“Así, con los mismos recursos propios, el banco puede prestar menos”, explica José Martí Pellón.

Para aumentar esa base de recursos propios, las entidades deben ampliar capital. Para ello, pueden buscar financiación privada (por ejemplo, a través de la Bolsa) o recurrir a las ayudas públicas, articuladas en España a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).

Pero las entidades que optaron por obtener ese capital en el mercado (Bankia y Banca Cívica) tienen ahora un nuevo problema: muchos de los que compraron sus acciones denuncian que, cuando salieron a Bolsa, se desconocía su situación real y los títulos se sobrevaloraron. Esto ha llevado a una decena de accionistas a querellarse contra los que eran directivos de la entidad en el momento de su salida al parqué.

Cierre de los mercados externos de financiación

Este es uno de los orígenes de la crisis financiera que después se ha convertido en crisis económica.

La desconfianza entre los bancos –desencadenada cuando se demostró que habían comprado y vendido paquetes de activos sin valor como si fueran productos de calidad - paralizó el crédito entre ellos. Después de una época de euforia, en la que el dinero fluía desde países con exceso de ahorro –como Alemania- hacia otros con necesidad de financiación –como España-, ese trasvase se acabó.

Debido a esa falta de liquidez, las entidades españolas -que habían acudido a la financiación exterior para sostener su elevado ritmo de inversión en ‘ladrillo’- empezaron a tener problemas para devolver esos préstamos y vieron incrementarse los intereses que pagaban por ellos. Normalmente, los bancos van liquidando una parte de esas deudas mientras que el resto las van renovando a través de refinanciaciones.

Como explica Martí Pellón, “los mercados eran muy líquidos antes [de la crisis de 2008]: lanzabas una emisión de notas cada seis meses y las colocabas. Pero cuando no hay liquidez, tienes que recortar en activos y, entonces, cortas el crédito”.

Esta sequía en el crédito es otra de las razones de la caída de la demanda de viviendas que ha causado el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

Para compensar la falta de liquidez en el mercado interbancario y evitar que el sistema financiero se colapsara, el Banco Central Europeo (BCE) abrió su 'barra libre' de liquidez, donde los bancos europeos pueden obtener con un bajo interés el dinero que necesitan para mantenerse a flote.

En esa 'barra libre', los bancos españoles han bebido hasta hartarse: en mayo alcanzaron los 287.813 millones de euros de deuda con el BCE, un récord histórico, que supone haber quintuplicado la cantidad que acumulaban un año antes.

Pero a cambio de la liquidez que te proporciona, las entidades tienen que presentar ante el BCE un colateral, es decir, una garantía de pago, un activo con un valor lo suficientemente contrastado como para que lo acepte el ‘guardián de la moneda única’.

Reducción del valor de la deuda pública

Y uno de esos valores aceptados por el BCE es la deuda soberana, la deuda emitida por los Estados miembros de la eurozona.

Los bancos nacionales son los principales compradores de deuda pública estatal. En el caso de España, esa relación se ha incrementado enormemente en los últimos años: a finales de marzo de este año, las entidades bancarias españolas tenían en sus manos 170.611 millones de euros en letras, bonos y obligaciones del Tesoro español.

Esta cantidad marca un récord histórico y supone que  3 de cada 100 euros en títulos de deuda estatal están en manos de los bancos del país (a finales de 2011 eran 1,7 de cada 100). Así, esas entidades han rellenado, en parte, el hueco dejado por los inversores extranjeros, que han pasado de tener más de la mitad de la deuda pública española (50,48%) en diciembre de 2011 a controlar solo el 37,5% a finales del pasado marzo.

La participación de la banca española ha permitido mantener una alta demanda de la deuda en las subastas, lo que ha ayudado a frenar la subida de los tipos de interés en el mercado de deuda primario.

Sin embargo, en el mercado secundario, las dudas sobre los cimientos de la economía española y la ‘fontanería’ de sus entidades financieras sí han pasado factura. Eso ha presionado al alza la prima de riesgo, lo que ha provocado la continua pérdida de valor de la deuda pública en manos de los bancos, que se ven penalizados a la hora de utilizarla como colateral en sus peticiones de crédito.

Así, la suerte de bancos y Estados se ha unido en una espiral que, en un primer momento, les permite apoyarse unos a otros, pero que, a medio plazo, les condena a caer juntos por el abismo: los gobiernos han pedido prestado a unos bancos que, a su vez, necesitan que los Estados les presten a ellos. Y están obligados a ayudarse entre ellos porque si caen unos, los otros van detrás.

Según Credit Suisse, con la actual participación de los inversores extranjeros en las subastas de deuda soberana de España, los bancos nacionales tendrán que lograr 11.000 millones de euros extra para garantizar la financiación del gobierno español en lo que queda de año.

Huida de capitales al extranjero

La huida de los inversores extranjeros de la deuda española (62.000 millones de euros entre enero y marzo de este año) es sólo una parte de la salida total de capitales del país.

En el primer trimestre de este año, 97.090 millones de euros abandonaron España. De ellos, 66.200 millones lo hicieron en marzo, lo que muestra la aceleración del proceso.

Dos tercios de esos 66.200 millones (46.411 millones) eran inversiones que estaban en España en forma de depósitos o préstamos. Más de la mitad era capital español que se ha destinado ahora a otras inversiones fuera del país (26.163 millones) y el resto han sido desinversiones de capital extranjero.

Esta salida de capitales ha erosionado mucho los balances de los bancos. “Si a un banco le quitas el dinero, quiebra. Esto le pasa al mejor banco del mundo. La retirada de depósitos es rematar al sistema bancario, es agravar su situación”, advierte el profesor Martí Pellón.

Asegura también que no hay motivos para sacar el dinero de los bancos españoles “porque se va a salvaguardar el derecho de los ahorradores” en cualquier circunstancia.

Según este economista, “la única razón que podría justificar una salida de depósitos es algo como lo que ocurre en Grecia: el riesgo claro de que abandone el euro. Pero España no es lo mismo que Grecia: si sale España, el euro desaparece”.

Sueldos e indemnizaciones de las cúpulas directivas

En lo que se refiere a cuantía, este punto es mucho menor que los anteriores, pero sin embargo, la población lo percibe como mucho mayor.

Las noticias sobre las remuneraciones millonarias de los banqueros y las enormes indemnizaciones cobradas por los directivos de las cajas y los bancos son recibidas por los ciudadanos con estupor –si no con indignación-, sobre todo, si se producen en el marco de una crisis financiera como la actual.

El hecho de que el ahora expresidentes de Bankia, Rodrigo Rato, cobrara 2,34 millones de euros en 2011 es incomprensible para la mayoría de la población, especialmente, después de conocerse que el ‘agujero’ abierto en esa entidad supera los 23.000 millones de euros y que el Estado será quien ponga el dinero para cubrir esas pérdidas.

A juicio de Martí Pellón, esas cantidades “son 'el chocolate del loro', pero son muy importantes desde el punto de vista psicológico”.

Para actuar en ese frente, el Gobierno ha obligado por ley a las entidades financieras con ayudas públicas a limitar las remuneraciones de sus cúpulas directivas.

Los de las entidades intervenidas cobrarán un máximo de 300.000 euros anuales, mientras que los de los bancos con ayudas públicas recibirán 600.000 millones.

Además, estos últimos no podrán recibir una retribución mayor hasta que sus bancos hayan devuelto “íntegramente” las ayudas recibidas del Estado.