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Bruselas insiste en que el rescate de la banca no debe contaminar a la deuda española

  • Dice que el Eurogrupo discutirá sobre cómo se debe ayudar a la banca
  • Bruselas es partidaria de inyecciones directas, pero Alemania lo ha descartado

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Los problemas económicos de la zona euro marcan la cumbre del G20

El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, ha afirmado que la UE estará a favor de que el rescate de la banca española se haga a través de un mecanismo que no "contamine" a la deuda soberana por el grave perjuicio que tendría en los mercados.

"No puedo decir ahora cómo será exactamente ese mecanismo, pero la Comisión Europea estará a favor de un sistema que evite cualquier tipo de contamienación entre la deuda financiera y la deuda soberana porque esto tendría efectos muy negativos para los mercados", ha señalado Barroso en una rueda de prensa conjunta con el presidente europeo, Herman van Rompuy, desde Los Cabos (México), donde ambos asisten a la cumbre del G-20.

Preguntado sobre cómo puede calmar Europa los ataques a la prima de riesgo española, que ha vuelto a marcar este lunes máximos históricos (588 puntos), Barroso se ha limitado a señalar que Bruselas está a la espera de que el Gobierno de Mariano Rajoy solicite formalmente la ayuda para los bancos españoles -hasta 100.000 de euros- y que, entonces, el Eurogrupo discutirá cuál es la mejor forma facilitar esa línea de crédito.

Bruselas ha abogado por inyecciones directas de capital a los bancos -para que no afecte a la deuda ni al déficit del Gobierno-, pero el Eurogrupo acordó que el dinero se pondrá a disposición del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), de titularidad pública, por lo que habrá que esperar a conocer los detalles.

Y es que la ayuda financiera europea a los bancos españoles en problemas, lejos de calmar a los mercados, ha suscitado numerosas críticas por las dudas que rodean al rescate. La cuestión clave es si la asistencia al sector bancario supondrá un aumento de la deuda neta española, pero tampoco se sabe ni a cuánto ascienden las necesidades de recapitalización, ni de dónde saldrá el dinero, ni cómo se canalizará la ayuda. Y estos interrogantes han dado argumentos a los mercados para seguir desconfiando de España.

Una de las respuestas podría desvelarla Rajoy durante la cumbre del G-20, a donde se cree que ha llegado con el resultado de las auditorías externas al sector y el coste total de recapitalizar la banca, una cifra que podría oscilar entre los 60.000 y 70.000 millones. La otra gran duda, si el dinero procederá del FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) o del MEDE (el Mecanismo Europeo de Estabilidad), también preocupa mucho a los inversores. El primero permite que los inversores privados tengan el mismo derecho a cobrar al mismo que los acreedores europeos. El segundo, sin embargo, los sitúa en la segunda línea.

Unión bancaria en otoño

Barroso ha pedido al G20 que apoye las medidas de la CE para salir de la crisis, entre las que ha destacado la de profundizar en la unión fiscal y monetaria que, pasa por impulsar una unión bancaria.

"La prioridad es la integración bancaria. Y en la integración bancaria creo que podemos alcanzar más pronto que sobre otros temas un acuerdo sobre una supervisión más centralizada y común", ha sostenido el presidente del Consejo Europeo. Barroso ha recordado que la Comisión presentará una propuesta formal sobre esta unión bancaria el próximo otoño.

Sobre los eurobonos, tanto Barroso como Van Rompuy han insistido en que es un proyecto que respaldan, pero "a largo plazo, cuando existan condiciones fiscales y en el marco de una verdadera unión bancaria y financiera".

Bruselas suplica tiempo

Ambos líderes han mostrado su malestar por la presión creciente sobre Europa y las críticas de que el Viejo Continente no está haciendo lo suficiente para salir de la crisis. "Francamente, no hemos venido aquí para recibir lecciones de democracia o sobre cómo gestionar la economía", ha afirmado Barroso, advirtiendo, de paso, que "no todos los países del G-20 son democracias".

No hemos venido aquí para recibir lecciones de democracia

Visiblemente irritado por la pregunta de un periodista canadiense a cerca de la credibilidad de los europeos, Barroso ha señalado que la crisis no se originó en Europa, sino en América del Norte. Al mismo tiempo ha indicado que "los socios europeos son los mayores contribuyentes al FMI, más que EE.UU., y mucho más que Canadá".

Hasta Van Rompuy, el "hombre tranquilo", ha respondido alterado. "No somos los únicos responsables de los problemas económicos actuales en el mundo (...) Por favor, entiendan nuestras reformas. Tomar decisiones en una democracia es más difícil que en otros regímenes", ha añadido. Y ha acabado suplicando tiempo y paciencia. Pero eso es, precisamente, lo que ya no queda.