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España lucha a contrarreloj contra la 'patente' marginación del castellano en la UE

  • La UE podría acordar en diciembre una patente europea trilingüe
  • Las empresas españolas temen las consecuencias para la competitividad
  • España e Italia se niegan pero el resto podría imponer la medida
  • Se teme que cree un precedente para el futuro uso del español en la UE

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El profesor Martin Tangey observa el biocombustible a base de whisky que ha patentado.
El profesor Martin Tangey observa el biocombustible a base de whisky que ha patentado.

Una Presidencia de la UE sin Gobierno ni logros que apuntarse.  Una crisis económica que urge a más innovación a menor precio. Una dinámica de imposición del eje franco-alemán en las principales decisiones comunitarias. Y, para finalizar, un nuevo tratado que permite que un grupo de países puedan lograr un acuerdo más allá de la unanimidad europea.

Este escenario es el que se encontró el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, en la reunión del pasado miércoles del Consejo de Competitividad, en el que la Presidencia belga y la Comisión Europea plantearon acabar con 30 años de negociaciones y crear una patente comunitaria trilingüe, es decir, en inglés, francés y alemán,  siguiendo el modelo de la oficina de patentes europeas de Münich.

La dinámica parecía ser la misma de siempre: los grandes países europeos querían el modelo trilingüe, España e Italia se negaban al considerar que se perjudicaba a sus idiomas, y el proyecto quedaba de nuevo enterrado. Pero, al acabar, las palabras de la Presidencia belga indicaban que la historia puede cambiar para siempre el próximo 10 de diciembre.

España y los 26

"Veintiseis de los veintisiete querían negociar y tenían mandato para ello pero una delegación ni tenía mandato ni quería negociar", denunciaba el ministro de Empresas, Vincent Van Quickenborne, aludiendo veladamente a España y dando por hecho que "nunca habrá unanimidad" y que pedía explorar "otras vías" de aprobación contemplada por los tratados.

España ha contraofertado con otra vía, la de que todos los países renuncien a su lengua y se establezca el inglés como única lengua, algo a lo que Alemania se niega por ser la nación con más patentes y Francia por orgullo patrio.

"Los titulares dicen que España e Italia han bloqueado un acuerdo,  pero lo cierto es que son Alemania y Francia los que bloquean", señala José Isaías Rodríguez, director de la oficina de la CEOE en Bruselas.

Lo cierto es que para bloquear el acuerdo, España necesita el apoyo de un gran país, otro mediano y varios pequeños. En principio, Italia, Polonia y Chipre podrían jugar ese papel,  pero no las tendría todas consigo. 

Para la delegación española, la cooperación reforzada no podría aplicarse en este caso, ya que se trata de un asunto de mercado interior, que necesita unanimidad, y podría provocar una discriminación lingüística que incluso tendría visos de acabar en el Tribunal de Luxemburgo.

Amenaza a la innovación

Sea como fuere, las luces de alarma se han encendido por dos motivos económicos -la desventaja en los litigios y el mayor retraso en innovación- y, pese a las retiencias para reconocerlo, por uno profundamente simbólico: la posibilidad de que se cree un precedente que margine al español en la Unión Europea.

Como se ha encargado de recordar el comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, Europa necesita que sus patentes sean comunes para poder competir a nivel internacional, ya que una patente cuesta diez veces menos en Estados Unidos que en el Viejo Continente debido a que tiene que hacerse uno a uno en cada país de la UE.

Con el nuevo sistema, cuando una patente quedase registrada en cualquier país europeo en inglés, francés o alemán inmediatamente al día siguiente sería válida en todo el ámbito comunitario. Eso ahorraría tiempo y dinero, pero también facilitaría enormemente la competitividad a las empresas de los países que tengan estas tres lenguas como lengua madre.

"No se trata  de crear una patente UE a cualquier precio, pues una mala patente UE puede incrementar todavía más los desequilibrios actualmente existentes. Probablemente por ello, ciertos países, tienen tanto interés en conseguir y mantener una situación de privilegio", denuncia el director de la oficina de la CEOE en Bruselas.

Ese privilegio supondría que los países con un mayor desarrollo en innovación, especialmente Alemania, tendrían patentes en su lengua, mientras España, con tan solo un 0,6% de las patentes europeas, no.

"Si nos ponen en esta situación no salimos del hoyo", reconoce López Garrido en referencia a la necesidad de que la economía española apuesta por la I+D+i para salir de la actual crisis económica.

"Nos queda mucho por recorrer para llegar al nivel de Alemania en innovación y con este sistema el que más corre, tiene más apoyo, y nosotros que vamos más lento, vamos a peor", añade Rodríguez.

Como consecuencia inmediata, las empresas españolas se pueden encontrar con que serán potenciales demandadas por compañías francesas y alemanas, que tendrán la ventaja del idioma.

Litigios

"Si piensan los alemanes que vamos a aceptar que hacen una patente en alemán y al día siguiente eso tiene validez en España, van listos", dice más claramente López Garrido, que considera que junto a la discriminación lingüística "hay una discriminación económica".

"No nos engañemos, la patente es un procedimiento que permite fomentar el invento pero que sirve también para bloquear el mercado", añade el representante español, que pone el ejemplo de que si se produjese un litigio entre una empresa alemana y otra española por una patente, éste se produciría en alemán al ser una de las lenguas oficiales.

Para solucionar este asunto, la Presidencia belga y Barnier han propuesto un sistema según el cual en un periodo transitorio de seis años haya que traducir todas las patentes al inglés y a una segunda lengua de la UE, aunque ésta última no tendría validez jurídica.

Tras ese periodo se considera que estaría desarrollado un sistema de traducciones automáticas de alta calidad para los casos en que los documentos tengan que estar en un idioma que no sea inglés, francés o alemán.

López Garrido califica estos ofrecimientos de "chapuzas" y recuerda que "el español no es el maltés, con todos los respetos, es una lengua universal".

El conflicto lingüístico

Y he aquí el último y espinoso asunto de la posible aplicación de la cooperación reforzada- la primera vez desde que entró el vigor hace un año: ¿es un precedente para recortar gastos en traducciones a lenguas oficiales en época de vacas flacas?

El paquete propuesto por la Presidencia belga plantea que se estipule claramente que este modelo lingüístico no constituirá "un precedente para establecer un régimen lingüístico limitado en cualquier otro futuro instrumento de la UE".

Más allá del lenguaje comunitario, López Garrido considera que esta decisión sí podría ser un precedente y recuerda que el español es una lengua "de ascenso incontrolable".

"Nos jugamos mucho en esto",  concluyen los representantes del Gobierno y el empresariado español.