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La red de vecinos que nació del barro y ahora pide ser escuchada en la reconstrucción de la dana

  • Los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción surgieron en los días posteriores a la tragedia
  • Un año después, continúan desarrollando una labor indispensable, pero se sienten ignorados por los políticos
Aniversario dana: Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción (CLER)
De izquierda a derecha, Josep Codonyer, Pepa Prosper y Salvador Simón. SAMUEL A. PILAR
SAMUEL A. PILAR (VALENCIA)

Los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción (CLER) surgieron en los días posteriores a la dana de 2024, cuando los vecinos comprendieron que la ayuda oficial no iba a llegar de inmediato, con unos servicios desbordados, las comunicaciones cortadas y los ayuntamientos sin capacidad para atender la avalancha de peticiones de ayuda. "Quien realmente fue eficaz en la emergencia fueron las comunidades organizadas, no la Administración", recuerdan.

Al principio fueron grupos improvisados, pero con el paso de las semanas, a medida que comenzaba la fase de recuperación, fueron formalizándose. El impulso vino, en muchos casos, de plataformas vecinales preexistentes o de colectivos cívicos con experiencia en gestión comunitaria, que supieron canalizar esa energía ciudadana. Los comités se estructuraron por municipios, con tareas diferenciadas: logística, asistencia social, información, limpieza, reconstrucción...

Nadie conoce mejor que ellos los pueblos en los que viven, y también las necesidades concretas de sus habitantes, por lo que exigen que se escuche su voz en las tareas de reconstrucción. Entre sus principales reclamaciones, los CLER quieren participar en la elaboración de unos planes de emergencia que "siguen sin publicarse" un año después.

Aniversario dana: Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción (CLER)

De derecha a izquierda, Rut Moyano, Juanmi Fernández, Raül Camacho y Teresa Moyano. SAMUEL A. PILAR

Su actividad se orienta hacia la reconstrucción comunitaria y la preparación ante posibles futuras inundaciones, organizando talleres informativos, protocolos y redes de voluntariado. Sin embargo, se sienten ignorados por las instituciones políticas, y creen que las propuestas que han trasladado a todos los niveles —ayuntamientos, Generalitat y Ministerio— apenas se están teniendo en cuenta, pese a que presumen de fomentar la participación ciudadana.

"Los responsables políticos siguen con mentalidad del siglo XX. No ven la emergencia climática, y continúan haciendo los proyectos como los han hecho toda la vida", censura Josep Codonyer, del Comité de Massanassa, donde forma parte de la Comisión de Infraestructuras, Urbanismo y Territorio. Este arquitecto pone como ejemplo a diferentes ayuntamientos de la zona cero : "Es cierto que nos han recibido y se han sentado a hablar con nosotros, pero van a la suya. Es como si les entrase por un oído y les saliese por el otro".

Experiencia comunitaria

"Nacimos desde una situación de desafección política muy fuerte entre la ciudadanía y las administraciones", explica Juanmi Fernández, del Comité de Parque Alcosa, un barrio de Alfafar de mayoría migrante, donde el 70% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Su experiencia acumulada durante años, tejiendo redes sociales y comunitarias con los jóvenes de este humilde barrio ha sido una de las referencias que ha inspirado la puesta en marcha de los CLER.

Aunque, tal y como reconoce, en ningún momento los comités han querido actuar al margen de las instituciones, sino todo lo contrario. "Nuestra primera medida fue impulsar el espíritu de reconciliación de la ciudadanía con la política: vamos a darnos la mano técnicos, políticos y ciudadanos para salir adelante. Pero lo que han hecho ha sido escupirnos en la cara", denuncia.

Fernández critica que, pese a los intentos iniciales por trabajar de forma conjunta, las administraciones han ignorado las propuestas de los comités vecinales, que buscaban precisamente restablecer una confianza que quedó muy deteriorada tras la dana. "No abogamos por la antipolítica, sino por la política de verdad, que es que haya de alguna manera espacio de soberanía para que decidamos sobre nuestras propias vidas. Algo que no lo están permitiendo ni el Gobierno central, ni el autonómico ni los locales".

"El Ayuntamiento no puede llegar a cada casa", asegura por su parte Pepa Prosper, del Comité de Massanassa, donde forma parte de las comisiones de Urbanismo y Territorio y de Comercio Local. "¿Que cuáles son nuestras principales motivaciones? Apoyar para acelerar la reconstrucción, sobre todo viendo a pie de calle las necesidades que tenemos cada uno". Confían en que tal vez guiados por el criterio de especialistas puedan "comprender lo que ha sucedido, por qué ha sido tan brutal, e intentar que no ocurra o minimizar el peligro para la próxima vez".

Fruto de esta necesidad de comprender, se creó lo que ellos han bautizado como "Escuela Ciudadana", unos talleres impartidos por expertos cuya misión es formar a los ciudadanos sobre cómo actuar y prepararse frente a tragedias similares a la sufrida. Estos cursillos incluyen planes de preemergencia, emergencia y posemergencia. Por ejemplo, recientemente han recibido uno de Carmen Grau, una prestigiosa investigadora valenciana especializada en gestión de desastres, que actualmente trabaja en la Universidad de Waseda, en Japón.

"No hay planes de seguridad"

Para los CLER, una de las deficiencias más difíciles de entender a estas alturas es esa ausencia de planes de emergencia, cuya responsabilidad recae en los ayuntamientos. "Lo que nos parece indignante e inexplicable es que un año después los ayuntamientos no se hayan sentado con los vecinos a preparar planes locales de emergencia. Técnicos, políticos y ciudadanía, porque creemos que esto es cosa de todos. Y por eso lo estamos haciendo nosotros", expresa Raül Camacho, del CLER de Catarroja, quien también forma parte de la Coordinadora Intercomités.

"Lo que queremos es que estos planes no dependan de cuatro cargos públicos, o del jefe de Policía Local, sino que toda la población sea autónoma y conozca su funcionamiento. También es muy importante que lo conozcan los alumnos de escuelas e institutos, porque eso hace que pueda llegar a las familias", expresa Salvador Simón, perteneciente al CLER de Massanassa, donde está en la Comisión del 112.

"Como no hay planes de seguridad, muchos barrios siguen sin saber qué hacer si volviese a pasar algo similar, y la gente tiene mucho miedo", prosigue. "Hace falta que esos planes de emergencia se hagan por barrios, y así, si por ejemplo suena la alarma, podamos ir a por nuestros vecinos dependientes y ponerlos a salvo, porque sabemos quiénes son y dónde están. Eso es lo que vamos a tratar nosotros con nuestro sistema de comunicaciones y nuestro plan de emergencias".

Red de walkie talkies

El sistema de comunicaciones al que se refiere Simón es una red de walkie talkies que han puesto en marcha. Después de la riada, uno de los problemas más graves durante las primeras horas fue la falta total de comunicación: las líneas telefónicas se colapsaron, muchas zonas quedaron sin cobertura móvil y los grupos de coordinación vecinal no podían contactar entre sí ni con los servicios de emergencia. En núcleos como Parque Alcosa, Benetússer o Catarroja, esa situación hizo evidente que la dependencia del móvil podía ser fatal en un contexto de emergencia.

A partir de esa experiencia, los CLER han impulsado la iniciativa de los walkie talkies, un sistema de comunicación autónomo, pensado para garantizar la coordinación entre vecinos cuando todo lo demás falla.

Otra de sus mayores temores es que se pueda tropezar dos veces en la misma piedra, algo que consideran inevitable si no se corrigen los errores del pasado. "No queremos que se reconstruya tal y como estaba todo antes, queremos que se haga diferente. Hace falta mucho más y que vaya más rápido", demandan. Por ejemplo, critican el plan Endavant de la Generalitat, que "pretende traer más trabajo, más polígonos industriales, más población... Y eso no nos va a salvar de futuras danas".

"En esta comarca lo que hace falta es renaturalizar, y sin embargo la reconstrucción está pasando por meter más hormigón, que es precisamente lo que hizo que la barrancada tuviera un efecto tan grande", desaprueba Rut Moyano, del Comité de Benetússer.

Labores de limpieza de Catarroja.

Dos voluntarios trabajan en las labores de limpieza de Catarroja, durante la dana de finales de octubre en Valencia. S.A.P.

Nuevos parámetros para el PATRICOVA

También, creen que el PATRICOVA (Plan de Acción Territorial sobre Prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana), que marca el urbanismo y la planificación territorial de la región, es un instrumento que debería ser revisado a fondo. "El PATRICOVA se cumple, pero está hecho con unos parámetros que no son los de esta dana. Por ejemplo, en el Plan de Actuación Integrada (PAI) que van a edificar en Massanassa, el lugar aparece como no inundable, y ahí llegó el agua más de dos metros", asegura Josep Codonyer.

Otra de sus principales quejas es que "dinero hay, más que nunca", pero "la contratación pública y las licitaciones no se están ejecutando". "Para que nos hagamos una idea, por ejemplo el Ayuntamiento de Catarroja ha recibido del Estado central 150 millones de euros, que están ya ahí, pero su gestión se está haciendo con los mismos recursos que teníamos antes de la dana a nivel de administración local, que ya era precaria, y ahora hay que gestionar unos presupuestos cinco o diez veces superiores", describe Raül Camacho.

Por este motivo, desde los comités han pedido que se cree un órgano supramunicipal, que incluya a las tres administraciones, y que sea capaz de agilizar todos estos procesos. "Hace falta mucho más personal", enfatizan. Además, señalan que "el máximo responsable de la tragedia, Carlos Mazón, ha dado contratos millonarios a dedo, y en muchos casos a empresas vinculadas a la Gürtel".

Una reconstrucción "de espaldas a nosotros"

"Lo más importante que queda por hacer es escuchar a la ciudadanía: qué queremos, qué necesitamos y contar con nosotros para poner en marcha lo que sea que van a poner en marcha", manifiesta Rut Moyano. "Vivimos aquí y conocemos el territorio, y no pueden imponernos una reconstrucción de espaldas a nosotros… Es algo que no tiene sentido".

"Un año después, los espacios públicos no están, no están los auditorios, no están los colegios, los niños en barracones, los ascensores aislando a gente mayor, casas de cultura y escuelas de adultos que también siguen cerradas… Los espacios de socialización no están. Se ha priorizado a centros comerciales y polígonos antes que a las personas", critica con dureza, y propone "reconstruir de una manera más integradora. Que haya una reconstrucción social, no únicamente de infraestructuras, porque con este modelo, los que eran vulnerables, seguirán vulnerables".

A su lado, Teresa Moyano, de la Comisión de Educación del Comité de Catarroja hace un repaso de todo lo que aún queda por reconstruir en su localidad, una situación que cree que es comparable al resto de poblaciones afectadas: "El instituto de educación secundaria lo han derruido y están los alumnos en barracones. La escuela de adultos está cerrada. El museo Antonio Mir está cerrado. El auditorio está cerrado. El ambulatorio, que estaba de obras, sigue sin estar terminado. La casa de la cultura aún no está arreglada. La piscina municipal cubierta, tampoco…".

"Después de un año, tenemos una respuesta política, para la que no hace falta tener una lista electoral ni un partido, sino un movimiento social de base, y lo que decimos es que tenemos una propuesta: que de alguna manera tenemos que participar en las decisiones", reclama Juanmi Fernández, de Parque Alcosa. "La reconstrucción también pasa por nosotros. Tenemos que ser protagonistas de nuestras propias vidas", concluye.