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Cospedal, el salto al Gobierno de la otra 'número dos' de Rajoy

  • La nueva ministra de Defensa ha sido la escudera de Rajoy al frente del PP
  • Sufrió el desgaste de la corrupción de los casos Gürtel y Bárcenas
  • Compartirá gabinete con la 'número dos' en el Gobierno, Sáenz de Santamaría
  • El futuro congreso del PP decidirá si mantiene la secretaría general del partido

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María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, en una reunión del Comité de Dirección del PP.
María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, en una reunión del Comité de Dirección del PP.

Con el nombramiento de María Dolores de Cospedal como ministra de Defensa, Mariano Rajoy premia una lealtad a toda prueba demostrada en los últimos años desde las entrañas de Génova. Ahora, la otra "número dos" de Rajoy, la del PP, da el salto al Gobierno.

Y es que el Gabinete tendrá a partir de ahora a las dos dirigentes políticas que han flanqueado siempre a Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría en el Ejecutivo y Cospedal en el PP. Sólo que la secretaria general ya no estará solo en uno, sino en los dos grandes espacios de decisión.

Habrá que ver si tras el Congreso del PP, que previsiblemente se celebrará a comienzos de 2017, Cospedal mantiene el tándem de cargos y sigue siendo la mano derecha del líder en el partido.

En su entorno defienden que es posible, porque otros secretarios generales fueron también ministros al mismo tiempo. Así ocurrió con Francisco Álvarez Cascos y Javier Arenas.

Dando la cara por Gürtel y Bárcenas

María Dolores Cospedal García (Madrid, 1965) siempre ha dado a entender que la Secretaría General del PP es el lugar en el que quiere seguir. "Estoy muy bien donde estoy", decía el pasado jueves, durante el debate de investidura, en los pasillos del Congreso. Pero desde su desembarco en la Cámara Baja tras las elecciones generales de diciembre, pocos en el partido dudaban de su entrada en el Gobierno.

Toda una recompensa a quien lleva ocho años dirigiendo una organización política que ha tenido muchas luces -electorales- pero también muchas sombras -de corrupción-, que todavía hoy oscurecen al PP.

Tras las históricas victorias electorales de 2011, en los comicios municipales y autonómicos y en los generales de 2011, incluida su propia gran victoria en Castilla-La Mancha, llegaron los malos tiempos para el PP, y no solo por los reproches a las medidas drásticas del Ejecutivo para atajar la crisis. Los casos de corrupción en el partido lo empañaron todo.

A Cospedal le tocó dar la cara defendiendo al partido y a su líder ante más de un terremoto, especialmente el provocado por la trama Gürtel y el caso Bárcenas. Y la secretaria general asumió un duro papel que le llevó incluso a enfrentarse en los tribunales con el extesorero.

Fue un periodo de mucho desgaste para ella, muy criticada en la oposición pero también desde algunos sectores del PP, en un momento en el que también hubo distanciamiento entre el partido y el Ejecutivo.

Fuera del Gobierno de Castilla-La Mancha y vuelta al partido

Pero además, en su comunidad, Cospedal aplicó con más rigor que nadie las recetas de ajuste para controlar las cuentas públicas. En su haber está la reducción récord del déficit, pero en su contra una gestión que fue muy cuestionada en lo social, una reforma de la ley electoral muy conflictiva o acusaciones de manipulación en la televisión pública regional.

En sus peores previsiones, Cospedal pensaba gobernar de nuevo Castilla-La Mancha con el apoyo de Ciudadanos, pero en mayo del año pasado las urnas la dejaron a un escaño de la mayoría absoluta y sin posibilidad de acuerdo -C's no obtuvo representación-. Un pacto de los socialistas y Podemos le arrebató el Gobierno regional.

Tras aquellos comicios, en los que el PP perdió buena parte de su poder territorial en toda España, Rajoy mantuvo a Cospedal como "número dos", pero llenó la cúpula del partido de caras nuevas en su remodelación de junio de 2015.

Ya en las elecciones de diciembre de 2015 Cospedal encabezó la lista por Toledo y dio el salto al Congreso. Su presencia en la Cámara Baja dejaba claro que el futuro de Cospedal no se iba a quedar en Castilla-La Mancha ni, visto su nombramiento, en la calle Génova.

Los retos del Ministerio de Defensa

Ahora, en su nueva responsabilidad, Cospedal deberá afrontar el pago de los programas especiales de armamento, la compra de nuevas armas con las que cubrir las necesidades de las Fuerzas Armadas, el sostenimiento e incluso incremento de las tropas de la misión en Irak para luchar contra el Estado Islámico, así como el mantenimiento de los compromisos internacionales en el resto de operaciones militares

Con la fórmula de los créditos extraordinarios, el Gobierno de Mariano Rajoy ha pagado más de 4.300 millones de euros de deuda. Pero este método ha sido duramente criticado por la oposición, que lo recurrió ante el Tribunal Constitucional y éste lo declaró inconstitucional, de modo que está por ver cómo se hace frente al pago ahora en adelante de programas como el Airbus A400M, destinado a sustituir a los 'Hércules' para el transporte militar.

Además de pagar todos los programas especiales de armamento comprometidos a finales de los noventa, las Fuerzas Armadas necesitan ir renovando su material.

En el capítulo de misiones, Cospedal estrena cartera con algo más de 2.300 militares desplegados en operaciones en el exterior. La más importante por número de efectivos (unos 600) es la de la ONU en Líbano, pero la que más retos plantea a corto plazo es sin duda la de Irak, donde las tropas españolas están integradas en la coalición internacional que lidera Estados Unidos contra el Estado Islámico. Se quieren enviar 100 efectivos más, entre ellos unos 25 guardias civiles para entrenar a la Policía iraquí.

En cuanto a la atención al personal de las Fuerzas Armadas, Cospedal se enfrenta a las demandas para elaborar un nuevo perfil de carrera para la escala de tropa y marinería y para ampliar los derechos de los uniformados. También tendrá que hacer frente al problema de los miles de soldados y marineros que habrán tenido que dejar las Fuerzas Armadas por haber cumplido 45 años y no haber accedido a la condición de militares de carrera.