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Las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar en Gaza

Más de 150 palestinos han muerto y 4.100 han resultado heridos por balas israelíes en los últimos cuatro meses. La falta de recursos, los hospitales saturados y la gravedad de las heridas nublan el futuro en la Franja de Gaza.

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Voluntarios de MSF atienden a un palestino herido en la mezquita de Al Aqsa.
Voluntarios de MSF atienden a un palestino herido en la mezquita de Al Aqsa.

Durante los últimos cuatro meses, las manifestaciones de la Marcha del Retorno en Marcha del RetornoGaza han sido recibidas con fuerza letal por el Ejército israelí. Si bien se han reducido tanto los manifestantes como las víctimas, la violencia no ha terminado todavía: hay nuevas heridas de bala todas las semanas

Médicos Sin Fronteras (MSF) ha estado desde el inicio de las manifestaciones brindando atención tanto quirúrgica como postoperatoria. El mayor desafío hoy lo representa un número masivo de pacientes con lesiones extremadamente graves, que requieren una intervención médica muy avanzada y cuyas vidas cambiarán para siempre.

Palestinos heridos a diario en la Franja

En el quirófano del Hospital de la Amistad en la ciudad de Gaza, dos cirujanos de MSF llevan 90 minutos operando en lo que se suponía que sería una intervención precisamente de 90 minutos, pero siguen ahí, lidiando con lo que han encontrado: la tibia del paciente ha sido destrozada por una bala israelí, el hueso está despedazado y ha desaparecido gran parte de la masa muscular. La solución será tomar parte de un músculo sano de la parte posterior de la pierna para rellenar de algún modo la herida.

Sin embargo, una vez que Camille Rodaix y Jan Wynands, los dos médicos, se ponen con ello, descubren que el músculo del que iban a tomar parte también está dañado: plagado de fragmentos de metralla y endurecido por las cicatrices.

Lo que ha sucedido en esta operación es el pan de cada día en Gaza desde finales del pasado marzo. Las protestas de la Gran Marcha del Retorno han dejado más de 150 palestinos muertos por disparos del Ejército de Israel y más de 4.100 heridos por balas israelíes. Desde que comenzaron las protestas, MSF ha tratado a más de 1.700 pacientes, casi todos con heridas de bala.

Dos hombres asisten a un palestino herido en el hospital de Al Aqsa MSF / AURELIE BAUMEL

La mayoría de estas heridas se produjeron en solo 23 días de los últimos cuatro meses, ya que la mayoría de las protestas y la posterior respuesta de Israel suelen darse solamente durante los viernes. MSF sigue recibiendo nuevos pacientes. Y aunque ahora la violencia ha menguado, cientos de manifestantes palestinos siguen siendo heridos todas las semanas en la frontera y algunos de ellos acaban muertos por los disparos israelíes.

"Las lesiones que vemos se caracterizan por una alta prevalencia de fracturas abiertas, la mayoría por debajo de la rodilla, con pérdida masiva de tejido, lo que también provoca daños en las venas y los nervios", dice Marie-Elisabeth Ingres, coordinadora general de MSF en Gaza. "Muchos de estos pacientes requieren múltiples cirugías tan solo para cerrar la herida", añade.

Ese es el objetivo con el paciente sobre la mesa en el Hospital de la Amistad. "Mi propósito es estabilizar la herida para que podamos ver si el hueso sanará", apunta Camille Rodaix, mientras inspecciona la pierna de un paciente. Su herida sigue en carne viva casi dos meses después de recibir el disparo. Un fijador externo -una varilla de metal unida en ángulo recto a las clavijas perforadas en las partes restantes del hueso- mantiene los fragmentos rotos en su lugar. "Operé a este paciente antes para extraer un fragmento de hueso que se estaba pegando a la piel", explica, "ahora trabajaré con Jan, que es cirujano plástico, para buscar restos de hueso muerto y cerrar la herida".

No es la primera operación del paciente, ni tampoco será la última: la cirugía ortopédica necesaria para sanar permanentemente la herida es "realmente difícil", dice Rodaix. "No tenemos las herramientas para hacerlo y no podemos tratar de reparar el hueso mientras la herida todavía esté abierta".

Eternas cicatrices

Es mucho lo que está en juego para pacientes como el que están operando. Con un sistema de salud congelado durante más de una década debido al bloqueo israelí y las luchas internas de las políticas palestinas, las cirugías especializadas que muchos de ellos necesitan no se pueden realizar, lo que eleva la probabilidad de que terminen con una discapacidad de por vida.

Cada mañana, en cinco clínicas de la Franja de Gaza, una sucesión de camionetas de MSF se detienen y descargan oleadas de hombres jóvenes, que salen con dificultad de los vehículos con piernas que se mantienen rectas gracias a una maraña de metal. Recogen sus muletas y se impulsan a través de las puertas. En el interior, filas de pacientes esperan a ser atendidos. Desde el 30 de marzo de 2018, MSF ha llevado a cabo más de 40.000 citas para atender a pacientes con traumatismos: desde cambiar vendajes hasta sesiones de fisioterapia y seguimiento de las personas cuyas lesiones requieren más cirugías.

Decenas de palestinos heridos esperan a ser atendidos en un centro de Médicos Sin Fronteras

Decenas de palestinos heridos esperan a ser atendidos en un centro de Médicos Sin Fronteras MSF / LAURENCE GEAI

"Cuando me dispararon, no sentí nada al principio", dice Raed Bordini, de 24 años, residente del campo de Al Maghazi. "Hubo un destello de algo así como electricidad, me senté de repente y descubrí que no podía moverme. Traté de levantarme, pero no pude. Estaba sangrando mucho y tuve miedo de los efectos en la pierna porque estaba abierta desde atrás hacia adelante". Raed acude a la clínica varias veces a la semana para cambiar sus vendajes. Mantiene aún su fijador externo. "Estoy sufriendo mucho", dice. "Tomo muchas cosas: ibuprofeno y paracetamol, pero no tienen ningún efecto. Tengo miedo de que mi pierna no se recupere. Me asusta que no pueda soportarlo… Puedo ver que no está bien".

Me metieron en la morgue, pero después de diez minutos uno de los doctores notó que estaba viva

Dawlet Hamidiyyeh, de 33 años, es una de las pocas pacientes que MSF trata por herida de bala. Acude a la clínica de Beit Lahia en una silla de ruedas, con la pierna extendida frente a ella. "Fue la primera vez que fui a la frontera", dice. Fue alrededor del 14 de mayo, el día de protestas más mortífero "Quería ver qué estaba pasando. Les traje algo de agua y un poco de perfume a los muchachos para paliar los efectos del gas. Después de que me dispararan, me llevaron al hospital. Tenía los ojos abiertos pero no podía ver, aunque podía oír todo. La gente pensó que estaba muerta. Me metieron en la morgue, pero después de diez minutos uno de los doctores notó que estaba viva y comenzó a gritar que tenía pulso". Ahora, tiene que ir a la clínica tres veces a la semana para cambiarse el vendaje. Su fijador externo durará al menos cinco meses y también teme por su futuro. "Tengo miedo de no ser como antes, que no sea capaz de volver a caminar".

Desafortunadamente, las preocupaciones de muchos pacientes como Raed y Dawlet se convertirán en realidad. "Probablemente veamos una segunda ola de amputaciones", dice Pascale Marty, responsable del equipo médico de MSF en Gaza. "Las heridas por arma de fuego son, por definición, heridas contaminadas debido a que la bala ha entrado en el cuerpo y eso se traduce en una alta prevalencia de infección". Las fracturas abiertas infectadas de tal complejidad representan una amenaza para la vida del paciente, y no dejan otra opción que amputar si la cirugía reconstructiva no surte efecto.

Hospitales saturados y familias quebradas por la pobreza

La gravedad de ese tipo de heridas y las altas tasas de infección requerirían que los pacientes fueran ingresados en un hospital, pero el saturado sistema de salud en Gaza no lo permite. Mohammed Abu Gaza, de 25 años, recibió un disparo el 6 de abril cerca de Rafah. Su rodilla se rompió, pero fue dado de alta del hospital. "Seis días después de que me dispararan, me dieron de alta para dejar espacio a los heridos del viernes siguiente", dice. "Seguí yendo al hospital con fiebre y dolor, pero no podían admitirme porque estaban llenos". Después de ser remitido por MSF a otro hospital, tuvo otra operación, y sucedió lo mismo: "Me quedé una semana allí, pero luego me dieron el alta de nuevo para dar paso a la siguiente ola de heridos".

Seguí yendo al hospital con fiebre y dolor, pero no podían admitirme porque estaban llenos

Este tipo de heridas tienen graves consecuencias en la población de Gaza; suponen una pesada carga social en cuanto a costos y responsabilidades en un lugar donde los años de ocupación, guerra y bloqueo han llevado a la economía al borde del colapso. El desempleo entre el grupo de edad de 15 a 29 años, que representa dos tercios de los pacientes de MSF, ha alcanzado el 60%, según el Banco Mundial. Las familias han perdido así una fuente de ingresos. Para aquellos que ya tenían que mantener a sus miembros desempleados, ahora cargan con el extra de su cuidado.

Mohammed es atendido en la clínica Beit Laia de MSF en Gaza. MSF / AURELIE BAUMEL

"Antes de que me hirieran, a veces vendía verduras en el mercado, pero eso solo me daba dinero para comprar cigarrillos", dice Mohammed. "Ahora simplemente me siento en la casa, no puedo hacer nada solo, ni siquiera bañarme. Tengo que pedirle ayuda a la familia con todo".

Antes vendía [...] Ahora simplemente me siento en casa, no puedo hacer nada solo, ni siquiera bañarme

Otro paciente, que recibió un disparo el 30 de marzo, describió cómo su padre, un empleado del gobierno, tuvo que pedir prestados 1.500 dólares a sus parientes para pagar el tratamiento que necesitaba. "Antes, a veces trabajaba con mis amigos y parientes en la construcción. Realmente extraño eso. Ahora no puedo ganar dinero. Mis familiares en el extranjero están enviando dinero para mi tratamiento".

Sin embargo, las consecuencias no son solo económicas.

Además de ser peluquera, un trabajo que había realizado durante los últimos diez años, Dawlet cuidaba a su padre enfermo. "Me duele que no pueda ayudar a mi papá", dice. "Ahora necesito tanta atención como él". La acumulación de dolor físico, estrés financiero y presiones sociales está causando dificultades mentales para muchos de los pacientes. "Es difícil, las 24 horas del día estoy sentada en la casa. Honestamente, ha destruido mi vida y la de mi familia ", dice Dawlet, abatida.

Un futuro imprevisible

Aunque las protestas continúan en la frontera cada fin de semana y algunos palestinos continúan siendo asesinados y heridos por el ejército israelí, el número es cada vez menor. Sin embargo, la naturaleza de la violencia ha evolucionado y se ha intensificado en las últimas semanas, lo que ha provocado la muerte de un soldado israelí a mediados de julio y la continuación de muertes y lesiones entre los palestinos.

Han pasado más de dos meses desde los días de las heridas más fuertes, un período en el que las fracturas normales sanarían. Para muchos de los que están en Gaza, el progreso no ha sido tan rápido, debido a la complejidad de sus lesiones. "Necesitarán de cinco a seis meses para sanar, si es que llegan a hacerlo", dice Camille Rodaix. "Nuestros pacientes se pueden dividir en tres grupos: aquellos que finalmente se curarán, aquellos que necesitarán cirugías adicionales para sanar y aquellos que necesitarán cirugía reconstructiva especializada en el transcurso de los años para tener alguna posibilidad de curación". Sin embargo, este tipo de cirugía no está disponible en Gaza, lo que deja a muchas personas ante la posibilidad de que nunca recuperen la movilidad de sus extremidades.

Un equipo de cirujanos de MSF se preparan para operar a un herido de bala en el hospital de Al Shifa MSF / LAURIE BONNAUD

De vuelta en el Hospital de la Amistad, después de algunos momentos tensos, Camille y Jan logran atravesar la sección de músculos que necesitan para rellenar la herida. Una sección de la piel del muslo es injertada en la herida para cerrarla, y el equipo empieza a relajarse a hasta que la cirugía termina. "Las heridas son tan malas aquí que nunca sabes lo que encontrarás dentro", dice la doctora.

Tiene la esperanza de que el paciente logre evitar infecciones con la herida cerrada. Sin embargo, para él y para muchos otros, con las heridas por cicatrizar y el bloqueo israelí, el futuro a largo plazo está lejos de ser predecible.