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Israel y Palestina: el segundo intento de Obama de negociar una paz improbable

  • Ni los analistas ni las partes son optimistas con el proceso
  • Los mismos problemas que hicieron fracasar otros intentos aún persisten

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Las enésimas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos no han comenzado con muchas esperanzas. Muchos analistas no encuentran en la actual coyuntura ningún elemento nuevo a los de 2010 que pueda invitar al optimismo.  Las posiciones de ambas partes en los asuntos clave (las fronteras de un eventual Estado palestino, el estatus de Jerusalén, la seguridad de Israel o los desplazados palestinos) siguen ancladas. Quizás el único elemento diferenciador se pueda ver en la insistencia de Washington.

Horas antes del inicio de las negociaciones, cada movimiento se ha mirado con lupa.  Israel ha dado una de cal y otra de arena anunciando la liberación de 26 presos palestinos pero autorizando la construcción de nuevos asentamientos. Por parte palestina, el presidente Mahmud Abás, pidió al académico Rami Hamdala que encabezase un nuevo gobierno de la ANP, dos meses después de que dimitiera, lo que contribuye a reforzar la imagen de división palestina.

“La verdad es que no hay razones para ser demasiado optimistas. Parece quizás un intento de Obama a la desesperada para decir que, como otros presidentes estadounidenses, él también intentó alcanzar un acuerdo histórico”, señala a RTVE.es el profesor de estudios Árabes e Islámicos la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez Ossorio.

“Las partes, sobre todo la parte israelí, acuden muy presionadas y van con desgana”, recuerda Álvarez Ossorio. “El primer ministro Netanyahu está al frente de una coalición muy inestable, con partidos radicales que incluso han amenazado con abandonar la coalición de Gobierno en el caso de que se inicien esas negociaciones y por eso ninguna de las dos partes pone demasiadas esperanzas en estas conversaciones”.

La inestabilidad regional

La historia de las negociaciones entre israelíes y palestinos ha sido la de un constante desencuentro. Desde los acuerdos de Oslo I y II, pasando por Camp David o Anapolis, todos los acuerdos quedaron en ‘papel mojado’ y los mismos problemas que los hicieron fracasar aún persisten.

Uno de ellos, el de los asentamientos israelíes en territorio palestino, se ha incrementado. La construcción de nuevas colonias ya fue una de las principales razones que hicieron fracasar las negociaciaciones de 2010, ya que los palestinos se quejan de que las colonias impiden su unidad territorial. Desde entonces, los palestinos han pedido sin éxito que Israel detenga la construcción. Según el Instituto Nacional de Estadística israelí (CBS en sus siglas en inglés), Israel ya ha contruído más de 3.000 nuevas colonias en territorio palestino. Como prólogo a las nuevas negociaciones, Israel ha autorizado en la última semana la construcción otras 3.000 más.

Ahora, según Álvarez Ossorio, el actual proceso recuerda a esas experiencias pasadas.  “Otra vez se repiten los errores del pasado”, apunta el experto. “Se está marginando a buena parte de la comunidad internacional, la Unión Europea no tiene ningún papel, no va a ser un proceso de paz inclusivo en el que tomen parte los principales actores internacionales, las Naciones Unidas, sino que es otra vez volver al esquema pasado”.

Sin embargo, el contexto sí es diferente. Egipto, país vecino a Israel, se encuentra inmerso en una espiral de inestabilidad política constante tras el golpe de Estado que derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi. En el norte, la guerra civil en Siria ha incrementado la inestabilidad en la región y amenaza con resucitar en Líbano los fantasmas de la guerra civil.

“Yo creo que si hay alguna influencia de eso ha sido negativa. La mayor parte de las energías de la comunidad internacional se centran en Egipto y Siria y por tanto no van a poder prestar la atención necesaria para presionar a las partes”, añade Álvarez Ossorio.

Una ‘negociación asimétrica’

Ambas partes han enviado sus caras más amables a sentarse en la mesa: por parte israelí, la ministra de Exteriores, Tzipi Livni; por parte palestina, el negociador Saeb Erekat. Sin embargo, según algunos analistas, el esquema de las negociaciones sigue siendo asimétrica.

“Más bien es una negociación interna entre israelíes e israelíes, es decir, entre las elites gubernamentales que son las que tendrán que decir y negociar hasta cuánto están dispuestas a ceder, la magnitud de las concesiones”, indica Álvarez Ossorio.

La posición palestina sigue siendo demasiado débil, matiza el analista. “Para que fuese un poco más fuerte de lo que es ahora, tendría que haber una reconciliación nacional, que es algo a lo que se opone una buena parte de la comunidad internacional al catalogar a Hamás como organización terrorista”.

La oposición de Hamás

No falta quien apunta que es difícil encontrar una paz duradera con la actual división entre los grupos palestinos.  Hamás, la organización integrista a la que Estados Unidos y la Unión Europea consideran un grupo terrorista, desde el primer momento ha manifestado su frontal rechazado a las negociaciones.

Desde que en 2007 la organización integrista se hiciera con el control de la Franja de Gaza, los territorios palestinos han sufrido una suerte de bicefalia, pese los intentos de reconciliación: Cisjordania, gobernada por el histórico partido Al Fatah, de ideología secular y nacionalista, y Gaza controlada por Hamas, la rama gazatí de los Hermanos Musulmanes.

Presisamente la Gaza controlada por Hamás sigue siendo un gran terreno incontrolable. Y así lo demostró la llamada operación Pilar Defensivo de finales de 2012, el último gran enfrentamiento entre que saldó con la muerte de 166 palestinos y 6 israelíes y en el que Israel bombardeó intensamente la Franja. Hamás, por su parte, demostró que era capaz de sembrar el pánico despertando las alarmas antiaéreas en Jerusalén y Tel Aviv por primera vez desde la Guerra del Golfo.

Para el proceso negociador, Israel y Estados Unidos se niegan contar con Hamás. Pero la popularidad de la organización entre los palestinos hace que algunos se pregunten si es posible alcanzar una paz duradera que no incorpore a la organización.

“Incorporar a Hamás al proceso negociador es también una de las grandes asignaturas pendientes. Es un grupo que tiene un apoyo significativo entre la población, entre un 25 y un 30% según las últimas encuestas, y es difícil que se alcance un acuerdo marginando a Hamás”, apunta Álvarez Ossorio.

Veinte años después de que Arafat y Rabin firmaran el acuerdo de Oslo I, quizás el intento más cercano entre las partes para alcanzar la paz, israelíes y palestinos vuelven a sentarse para hablar otra vez de los mismos asuntos. Obama vuelve a buscar la ‘paz improbable’.