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EE.UU. amanece una década después del 11-S sin la amenaza de Bin Laden en el horizonte

  • Obama y Bush asistirán juntos en los actos de conmemoración
  • Nueva York, Washington y Pensilvania acogerán los homenajes
  • Las medidas de seguridad son máximas ante la amenaza de atentado 

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Informe Semanal - Regreso a la zona cero

No es un domingo cualquiera en Nueva York. EE.UU amanece hoy sumido en un día de recuerdo y homenaje a las casi 3.000 personas que perdieron la vida en los atentados más atroces la historia del país, pero con la ilusión de que no es un aniversario más. Diez años después del 11-S, los estadounidenses pueden respirar sin la sombra de Osama bin Laden en el horizonte, aunque el país está en máxima alerta ante la confirmación de una amenaza de atentado “creíble y específica”.

Así lo declaró este viernes la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, que señaló a Al Qaeda como responsable de esa amenaza, aunque las autoridades estadounidenses han llamado a la calma, mientras refuerzan las ya de por sí extraordinarias medidas de seguridad en Washington y Nueva York, dos ciudades tomadas por la policía.

La policía recibe un comando terrorista estaría preparando atentados con coche bomba en sus calles.

Las imágenes de los aviones de American y United Airlines impactando en las Torres Gemelas aquella mañana del 11 de septiembre de 2001 y el posterior desplome de los edificios inundando de humo y hierros el Bajo Manhattan están en la pupila de todos y las televisiones norteamericanas y de medio mundo han vuelto a recuperar durante toda esta semana aquellas fatídicas horas.

Pero es hoy, 11-S, el día grande de las celebraciones. Suplementos especiales en los periódicos, programas de radio y televisión maratonianos, y telediarios desde Nueva York –como el de TVE– para vivir minuto a minuto los actos de conmemoración. 

El más esperado sin duda será el reencuentro de los dos presidentes que llevarán asociado su nombre al de Bin Laden para siempreGeorge W.Bush, el hombre que lideró la “guerra contra el terror”, y Barack Obama, el que logró ajusticiar al enemigo número uno de EE.UU. y autor intelectual de la masacre.

George W. Bush recuerda el 11-S en una entrevista televisiva

La nueva silueta del World Trade Center

Ambos estarán en la Zona Cero cuando se haga el silencio en el bullicioso World Trade Center. Primero a las 08.46 (14.46 hora peninsular española), cuando tuvo lugar el primer impacto contra la Torre Norte. Y otro a las 09.02 (15.02 en España), el momento en el que el segundo avión se estrelló contra la Torre Sur. A continuación, familiares, supervivientes y autoridades políticas leerán los nombres de las víctimas.

Uno de ellos será Brian Lyons, un obrero que está levantando con sus manos el nuevo distrito financiero de Nueva York. Lleva diez años instalado en la Zona Cero, donde llegó el mismo día de los atentados en busca de su hermano Michael, uno de los bomberos que falleció entre los escombros.

Aunque todavía falten dos días para el aniversario, ya hemos visto homenajes por toda la ciudad en general y en particular en el lugar de los atentados. Algunos tan emotivos como el de los trabajadores de la zona cero.

“Ver ahora este edificio es el mejor homenaje que puedo hacerle a Michael”, recuerda en declaraciones a la agencia Efe.

Una década después, la nueva silueta del World Trade Center se asoma tímidamente al skyline de Nueva York. Las grúas y el polvo son como una herida abierta en el corazón de la ciudad que no permiten olvidar lo ocurrido. Las tareas de reconstrucción avanzan pero también acumulan retrasos por problemas burócraticos y rencillas políticas.

Y todavía no hay consenso ni siquiera para el nombre de la nueva torre, emblema del cambio y la superación. Con 541 metros de altura, 124 más que las Gemelas, la llamada Torre de la Libertad supera ya las 80 plantas y aspira a convertirse en el segundo edificio más alto del mundo. Solo el Memorial, dos estanques de agua que recuerdan el lugar ocupado por las dos inmensas estructuras de acero, podrá ser inaugurado hoy.

Las huellas latentes del 11-S

Pero hay otras huellas latentes del 11-S.  De las 2.753 personas que perdieron la vida, más de un millar siguen sin identificar. Hace unos días por fin pusieron nombre a la víctima número 1.632, Ernest James, un hombre de 40 años que trabajaba para una compañía de seguros en la torre norte.  Un equipo especial de la Oficina Forense de Manhattan analiza cada día 400 muestras de ADN, pero más del 40% de los familiares esperan aún recuperar los restos de sus seres queridos.

No dejo de pensar en por qué yo sí me salvé y ellos no

más de 70.000 personas tienen algún tipo de secuela física o psicológica. Problemas respiratorios, digestivos, dolores de espalda, pesadillas… Aunque quizás una de las más difíciles de superar es la del “sentimiento de culpabilidad del superviviente”, como le ocurre a William Rodríguez.

“No dejo de pensar en por qué yo sí me salvé y ellos no”, reflexiona ante los micrófonos de RNE. Llevaba 20 años trabajando en los servicios de limpieza de las Torres Gemelas y logró salir con vida tras el impacto del primer avión contra la Torre Norte. Pero volvió a entrar una y otra vez para rescatar a decenas de personas atrapadas con la llave maestra que abría cada una de las oficinas. Pudo salvar su vida instantes antes de que se desplomara el edificio.

El Pentágono y Pensilvania, los grandes olvidados

La de William es una de las muchas historias de esperanza que dejó el 11-S. Pero hay otras más tristes eclipsadas por los focos de Nueva York que esperan hoy recuperar aunque sea solo durante unos breves minutos el protagonismo que se les ha negado durante estos años. 184 personas murieron cuando el tercer avión se estrelló contra el Pentágono, la sede del Departamento de Defensa en Washington, y 40 más en Shanksville, Pensilvania, donde se produjo el cuarto y último impacto. Hasta allí viajará Obama con la primera dama para honrar a las víctimas.

Con testimonios como este o el de Wanda Ortiz, que revive el 11-S cada vez que mira a sus hijas gemelas porque sabe que nunca conocerán a su padre, es difícil asumir las teorías de la conspiración que apuntan a que fue la administración Bush la que planeó los ataques y no terroristas islamistas.

Los bomberos de NY conviven con su leyenda diez años después del 11S

Los actos conmemorativos se cerrarán por la noche en el Centro Kennedy de Washington en lugar de en la Catedral Nacional como estaba previsto, dañada por un grúa tras los estragos de la tormenta tropical Lee, cuando trataba de reparar los desperfectos que causó el terremoto del pasado 23 de agosto.

Del terrorismo a la crisis económica

Y en el Centro Kennedy será donde tenga lugar el acto más formal del día. Obama ha querido desvincular el discurso político de las zonas de la catástrofe y, por ello, esperará hasta llegar a la capital estadounidense para hacer balance de estos diez años de lucha contra el terrorismo, antes de dar paso al "Concierto para la Esperanza".

Diez años después, la crisis preocupa más a los estadounidenses que el terrorismo

Una década después del espectacular ataque al corazón de América, la crisis económica ha desplazado al terrorismo como principal preocupación de los estadounidenses que, según una encuesta publicada esta semana, culpan a sus últimos gobiernos de invertir más fondos en los conflictos bélicos internaciones, como la guerra de Irak o Afganistán que en los asuntos internos del país.

Según los datos del centro de estudios Brooking, seis de cada diez ciudadanos opina que esta política ha contribuido a acrecentar las dificultades económicas que atraviesa actualmente el país, con un nivel de déficit sin precedentes y una dolorosa rebaja de la nota de su deuda por parte de la agencia de calificación Standard and Poor's.

La economía se perfila, por tanto, como la clave que puede decantar la balanza hacia el lado de los demócratas o de los republicanos en las elecciones presidenciales del próximo año, pero eso es algo que los estadounidenses se permitarán olvidar durante 24 horas. Hoy es el día de escenificar la unidad nacional y de tratar de cerrar una herida que lleva ya diez años sangrando.