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Gullón se enzarza en la guerra de las galletas

  • La familia propietaria de la galletera se disputa el control de la firma
  • La madre y principal accionista está enfrentada a sus hermanos e hijos
  • En Aguilar de Campoo preocupa el conflicto de su principal empresa

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Gullón es el primer productor de galletas de España por volumen.
Gullón es el primer productor de galletas de España por volumen.

Los vecinos de Aguilar de Campoo no están seguros de sí, como casi cada día desde hace años, María Teresa Rodríguez volverá, a última hora de la tarde, a despachar las galletas de su fábrica en la pequeña tienda situada al inicio de la Avenida de Burgos, la principal vía del pueblo. "Antes solía, ahora ya no sé", comenta tras la barra el dueño de uno de los bares de la Plaza de España, que comparte la incredulidad general ante la batalla que se ha suscitado, desde hace un año, por el control de una de las mayores empresas galleteras de España, Galletas Gullón.

A María Teresa Rodríguez, de 67 años, viuda de José Manuel Gullón y máxima accionista de la empresa, le encantaba dar a probar sus galletas en esa tienda, situada en los bajos de lo que aún es la fábrica original de la firma, Gullón I. Pese a que dispone de uno propio en la enorme factoría de Gullón II, a la entrada del pueblo, cuando se decía que estaba en el despacho todo el mundo entendía que, de hecho, estaba despachando tras el mostrador.

Frente a esa tienda, sin embargo, este miércoles se escenificaba el momento álgido de la guerra por el control de Galletas Gullón: al negársele el acceso a la sede, María Teresa Rodríguez, a bordo de un Mercedes negro y junto a su hija Lourdes y al ex director general de la empresa, Juan Miguel Martínez Gabaldón, celebraban una junta general extraordinaria que cesaba a sus tres hijos varones y a sus dos hermanos como consejeros y le nombraba como administradora única de la empresa.

Ambas partes discuten ahora la legalidad o no de esa junta, pero de lo que no hay duda es que los aguilarenses no se encuentran cómodos con la disputa, y menos aún con el incidente del Mercedes, que al día siguiente recogía toda la prensa del país. La alcaldesa, María José Ortega, considera que es "bochornoso"; el presidente del comité de empresa de Gullón, José Luis Bustamente, afirma que siente "vergüenza propia"; todo el pueblo está, en definitiva, asombrado.

El pueblo que huele a galletas

La identidad de Aguilar de Campoo se divide entre el románico y las galletas. En el pueblo tiene su sede -en un monasterio del siglo XI restaurado- la Fundación de Santa María la Real, presidida por Peridis y dedicada a la preservación y difusión del arte románico. En cuanto a las galletas, no hace falta más que acercarse: el pueblo huele, literalmente, a galleta recién horneada.

Allí creó Eugenio Fontaneda en 1881 la célebre marca -sus herederos siguen teniendo propiedades en la localidad- y en los años 60 había hasta cinco fabricantes distintos de galletas. Hoy quedan dos, el Grupo Siro y Galletas Gullón, el primer productor por volumen de España y un pilar básico de la economía de toda la comarca.

Con dos plantas en la localidad (una de ellas la mayor en superficie de Europa y con tecnología de vanguardia), Gullón emplea a 450 personas, 800 si se cuentan empleos indirectos. En 2009 produjo 110 millones de kilos de galletas y facturó 162 millones de euros, un maná que después alimenta los comercios, bares y restaurantes de Aguilar y alrededores.

En 2009 Gullón produjo 110 millones de kilos de galletas

Frente a Gullón II, el terreno está ya preparado para empezar a levantar la tercera fábrica del grupo, que supondrá otros 200 puestos de trabajo más, en plena crisis económica. "Hay quien viene a trabajar desde Reinosa e incluso de Palencia", comentan desde la dirección del grupo. Por eso el sentir general es de preocupación soterrada -"la gente aquí no habla de ello, se deja correr", comentan en la fábrica-, porque los resultados hasta ahora son buenos -la empresa elevó su facturación un 10% el año pasado-, pero todo puede zozobrar si no se aclara quién gestiona la empresa.

La ruptura

Desde que enviudó en 1983, María Teresa Rodríguez dirigía Galletas Gullón. Aunque en un primer momento sus hermanos Félix y Rubén le ayudaron -llevando la gestión desde Madrid-, posteriormente confió la dirección a Juan Miguel Martínez Gabaldón, director general durante más de 20 años. Sus hijos Hernán, Rubén, Lourdes y Félix Gullón, se fueron incorporando progresivamente al consejo de administración. Y la empresa se fue expandiendo.

La disputa surgió hace un año: pese a que la matriarca acapara el 55% del capital, en el consejo de administración cada miembro dispone de un voto y María Teresa fue despojada de sus poderes ejecutivos por sus hijos y hermanos, que posteriormente despidieron a Gabaldón, su mano derecha.

La viuda del fundador fue despojada de sus poderes por sus hijos y hermanos

Desde el consejo de administración argumentan que el ex director general abusaba de la confianza de María Teresa: "Le dice lo que tiene que hacer y lo que tiene que decir". Esa posición, señalan, la ha permitido enriquecerse, hasta el punto de que posee el 16% de las acciones de la empresa -es el segundo máximo accionista- y parte de los terrenos sobre los que se asienta Gullón II. Demasiado poder para algunos.

La madre, sin embargo, asegura que sus hermanos y sus hijos varones -Lourdes ha apoyado todas las decisiones de María Teresa- pretenden arrebatarle el control de la empresa. En sus escasas entrevistas, ha declarado que sus hermanos pretenden llevar de nuevo la gestión desde Madrid, mientras que su hijo menor, Félix, de 41 años y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, quería ocupar el cargo de director general antes de conocer a fondo la empresa.

Conflictos judiciales

Más allá de los desencuentros personales, se trasluce una visión distinta de concebir la empresa. Los vecinos coinciden en que María Teresa es una persona sencilla que desborda vitalidad, una trabajadora incansable que pocos días dejaba de ir a la empresa, aunque prefería la discreción en los resultados: que la competencia nunca supiera de sus movimientos. Además, siempre reinvertía los beneficios sin repartir dividendos.

Gabaldón, su mano derecha, comparte esa receta, que mezcla el esfuerzo denodado por producir más a menos precio con un cierto secretismo. El actual director general, Félix Gullón, tiene una visión más centrada en la marca: Gullón tiene enseña propia, pero gran parte de su producción se destina a marcas blancas. Es decir, es poco visible para el consumidor.

Ahora, ambas partes están enzarzadas en una compleja madeja de procesos judiciales: hasta cinco acumulan, incluyendo una querella criminal del consejo de administración contra Gabaldón. El ex director general, sin embargo, ha logrado que la justicia le reconozca un despido improcedente que obliga a readmitirle o a pagarle más de ocho millones de euros, la mayor indemnización a un directivo en España.

La justicia ha reconocido una indemnización de ocho millones de euros para el ex director general

El consejo ha accedido a que vuelva, pero él lo ha rechazado, argumentado que no puede trabajar con quien no le quiere allí. Tiene aún el respaldo de María Teresa, ahora administradora única desde la junta del Mercedes. Aunque el consejo de administración sigue insistiendo en que esa junta -"circo planificado", en su opinión-, no cumplía los requisitos legales. "Las únicas personas que siguen gestionando la compañía son los que lo venían haciendo en los últimos años", confirma Félix Gullón a RTVE.es. Desde la otra parte afirman lo contrario.

Una empresa familiar

Sea cómo sea, lo cierto es que María Teresa Rodríguez no tiene ya contacto con sus hijos varones, ni con sus seis nietos. "Las relaciones son tensas", reconocen desde el bando de los hijos. Ellos subrayan que la madre se dirige al consejo únicamente por escrito; la otra parte les acusa de no dejarle pasar a la fábrica -a su tienda- para celebrar la junta. Todo eso inquieta a los vecinos, que aseguran que antes nunca hubo ningún conflicto en la familia: "Se llevaban todos fenomenalmente", comenta una señora bajo los soportales de la Plaza de España.

Porque a la desazón económica se une la inquietud por una empresa familiar tan arraigada en el pueblo, además de un cierto malestar por la imagen que proyecta el caso de Aguilar de Campoo. Por no hablar del temor a que todo desemboque en la venta de la firma -una jugosa pieza para las multinacionales- a terceros.

En Aguilar de Campoo hay preocupación por el futuro de la empresa

"Los aguilarenses sienten Gullón como suyo", asegura la alcaldesa, mientras los sindicatos insisten en que la comarca "no se puede permitir el lujo de prescindir de estas empresas". Todo el mundo recuerda la batalla para lograr que en 2003 no se cerrará la fábrica en la que nació Fontaneda: la marca ya no está allí y su dueño, la multinacional United Biscuits, las produce en Barcelona, aunque la planta pervive en manos del Grupo Siro.

Este viernes la gente seguía entrando en la pequeña tienda situada en los bajos de Gullón I para comprar galletas. Por el momento, María Teresa Rodríguez no estaba allí despachando, pero en Aguilar de Campoo esperan que haya un acuerdo, que ella vuelva y que la empresa siga siendo lo que siempre ha sido.