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La propaganda del Daesh, el arma más eficaz del 'califato' terrorista

  • Los medios franceses debaten sobre cómo informar desmontando su propaganda
  • Los yihadistas hipnotizan a una generación de jóvenes musulmanes en Occidente
  • Su propaganda es sofisticada, planificada, y adapta los mensajes a sus objetivos

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La propaganda del Daesh arrastra a jóvenes con baja autoestima hacia la violencia

En el año 2004, Al Qaeda en Irak, la organización matriz desde la que surgió Daesh y que dirigía Abu Musab Al Zarqawi, decapitó a diez personas, algunas de ellas occidentales. Su impacto en los medios no fue excesivo; no tanto, al menos, como el que tuvo las llevadas a cabo por Jihadi John, pese a que la brutalidad y los autores son los mismos. La diferencia se encuentra, probablemente, en la manera de transmitirlo, una lección que el autodenominado Estado Islámico parece haber aprendido con diabólicos resultados.

Al fin y al cabo, el desarrollo de la organización ha estado a cargo de ex agentes de inteligencia de Saddam Husein, maestros en insurgencia y contrainsurgencia y, seguramente, en propaganda y desinformación. La comunicación, desde el primer momento, fue uno de los pilares estratégicos de la alta dirección del Daesh. Su máximo responsable, el portavoz y jefe de propaganda, Abu Muhammad al Adnani, es también, según algunos informes, el jefe de los servicios secretos de la organización, conocido como Emni.

La cadena de atentados del pasado julio, desde el ataque de Niza hasta el asesinato de un sacerdote en Normandía, ha provocado que los medios de comunicación franceses inicien un debate sobre cómo informar adecuadamente mientras se neutraliza esa propaganda. Un debate que se ha transmitido a los medios de otros países. El primer paso, seguramente, sea acercarse a las entrañas del monstruo mediático al que hay que enfrentarse.

El control de la información

Organizada, técnica y sofisticada, el objetivo de su propaganda es triple: aterrorizar al adversario, reclutar adeptos y tratar de rescatar la utopía suní de la creación de un nuevo orden político que ponga fin a lo que consideran siglos de humillación. Para ello, usa su control de los recursos técnicos, los conocimientos de los flujos informativos, de las redes sociales y de las dinámicas de los medios occidentales como instrumentos que puede amplificar involuntariamente sus mensajes.

Dos elementos fundamentales ayudan a construir el escenario, a saber, el control absoluto de la información que entra y sale de sus territorios y la necesidad de los medios de tener información sobre lo que ocurre en uno los referentes mediáticos del planeta: Siria e Irak.

El Daesh nunca esperó a que otros escribieran por él y su inversión en los medios de comunicación ya era importante cuando tan solo constituía una milicia de Al Qaeda en Irak. Su primera división de medios, Al Furqan, fue fundada en 2009; algunos autores sugieren que lo hizo inspirándose en la poderosa campaña mediática de Hizbulá durante la guerra con Israel.

La propaganda, una prioridad

La estrategia mediática ha representado siempre una parte fundamental de su planificación. La creación centralizada de su división de medios, al más puro estilo ministerial, es una prueba de ello. Actualmente, el autodenominado Estado Islámico cuenta con tres grandes divisiones de difusión de su propaganda y más de 30 productoras audiovisuales.

Algunas están dirigidas a la audiencia local y otras, como Al Furqan, Al Ittisam y Al Hayat, creadas en 2014, al exterior de sus fronteras. El objetivo es enviar mensajes adaptados y en diversos idiomas, entre ellos el inglés, el francés o el ruso.

Sus vídeos cuentan con las mismas características comunes: un estilo visual sofisticado y efectista, inspirado en películas o videojuegos, un mensaje apocalíptico y distorsionado sobre las interpretaciones del islam y unas mismas estrategias de distribución. Para lograr una mayor credibilidad entre la audiencia árabe, Al Hayat no descuida ningún detalle: su logo es muy parecido al de la cadena Al Jazeera, la cadena más prestigiosa en el mundo musulmán.

La técnica audiovisual y el manejo de los tiempos

Sus vídeos, la gran estrella de su propaganda, diversifica el mensaje, en hasta seis formatos distintos con distintos objetivos: los discursos religiosos y arengas, o los llamados vídeos nashid (cánticos con imágenes), tienen como objetivo motivar a los simpatizantes, apelando a las emociones, y crea una falsa mitología de especial impacto entre jóvenes y adolescentes.

Es un montaje muy rápido, que no te permite pensar, un bombardeo de imagen. Es una técnica muy publicitaria

"Tratan de mostrar una sensación de épica, de camaradería, de lucha por el honor. Es un montaje muy rápido, que no te permite pensar, un bombardeo de imagen. Y en otros momentos usan ralentizados. Es una técnica muy publicitaria", comenta Laura Díaz, realizadora de TVE, al analizar uno de estos vídeos.

En otros formatos, como las ejecuciones, tratan de amedrentar a la población occidental o transmitir una sensación de poder. Intentan también confundir a la audiencia creando falsos documentales y falsos reportajes informativos, que imitan a los grandes reportajes de cadenas como la BBC o la BBCCNN. Entre los más llamativos están los protagonizados por el periodista secuestrado John Cantley. "Recuerda a los reportajes de guerra de cadenas como la BBC, está muy cuidado. Da el pego de que no fuera propaganda. Y va hasta maquillado, tiene base de maquillaje", precisa Díaz.

Los yihadistas han encontrado su mejor escaparate en las redes sociales

Prensa y redes sociales

Daesh cuenta también con una potente revista escrita. "Sus redactores -recuerda el historiador Sami Moubayed- y sus editores son europeos. Revisan todo lo que aparece en internet sobre su actividad y están más interesados en las historias críticas que en las alabanzas".

La revista es dinámica, visual y muy profesional. Es mensual y se distribuye por internet. La maquetación es elegante, atrevida, donde priman grandes titulares y fotografías tratadas y modificadas, imitando facturas como las de Time o The New Yorker. Utiliza el mismo lenguaje grandilocuente y discurso apocalíptico de siempre, con distorsiones de la actualidad y amenazas a Occidente, pero lo hace en inglés y va dirigida al público musulmán occidental, especialmente el adolescente.

Y todo ello, vídeos y prensa, se distribuye de manera también profesional en las redes sociales. Sus campañas son amplias y sofisticadas, diversificadas, actualizadas y dinámicas. Su control de las redes sociales ha sorprendido a todos los expertos. Para muestra, un botón: tras la toma de Mosul, sus cuentas de twitter enviaron 40.000 tuits en 24 horas.

Una marca que funciona sola

Esta inmensa maquinaria de propaganda se ha debilitado por la pérdida de territorio, pero ya ha sembrado una idea que, en algunos casos, ya funciona sola. Su propaganda, muchas veces recogida por los medios, ha sido capaz de construir un mensaje hipnótico que trastorna a jóvenes musulmanes en Europa. Algunos ya tenían trastornos de la personalidad, otros una gran crisis de identidad, vida desestructurada, un muy escaso conocimiento real del islam y una gran necesidad de dotar a sus vidas de cierto sentido, épica o aventura.

"Todo lo que haga de esos actos [asesinatos y atentados] un elemento de convertirse en un personaje principal, importante, y que, además, escenifique y capte el daño que se puede hacer a los demás, todo eso psiquiátricamente es inductor. Habrá hombres y chicos vulnerables que no hacen esas cosas porque su soledad se lo impone y, sin embargo, estas cosas les pueden dar el empujón para hacerlo", señala el doctor José Luis Carrasco, psiquiatra especializado en radicalismos de jóvenes, en una entrevista para TVE.

Tras los últimos atentados, entre OrlandoNizaAnsbach o Normandía muchos han encontrado un efecto contagio. Ya sean yihadistas al uso o desequilibrados buscando fama, la marca Daesh ha proporcionado una amplia presencia mediática de los autores. A la organización terrorista le aporta una falsa proyección de fuerza y presencia en todas partes. Un dilema que lleva tiempo suponiendo un reto para los medios.