Lamine Thior y Tiago Barbosa: distintos escenarios, mismos nervios y presiones
- El cómico Lamine Thior y el actor y cantante Tiago Barbosa responden al "¿os conocéis? de Plan B
- El encuentro entre ambos revela procesos creativos comunes y una admiración compartida
En un teatro abarrotado, como el Lope de Vega de la Gran Vía de Madrid donde interpretó a Simba en el musical de El Rey León entre 2016 y 2021, Tiago Barbosa (Brasil, 1985) se mueve como pez en el agua.
Actúa tranquilo. Feliz. Igual que aquel día, con nueve años, cuando en uno de los trayectos de la orquesta sinfónica en la que tocaba el clarinete decidió cantar una "canción de la iglesia" que dejó boquiabierto a su profesor. "Se sentó a mi lado y dijo: 'Tiago, tienes una voz preciosa'", recuerda en Plan B, con Alejandro Baca.
Sobre las tablas de las salas, algo muy parecido le ocurre a Lamine Thior (Senegal, 1991). El cómico arranca carcajadas como si nada. Como si estuviera en su casa de la infancia, en Algeciras, compitiendo con sus amigos por "el comentario más ingenioso y rebuscado". A veces, incluso tirando de El Quijote para afinar sus ocurrencias.
Unas ocurrencias que, como no podía ser de otra forma, empezó a profesionalizar de broma. Literalmente.
"Ya viviendo en Madrid, donde estudiaba Turismo, impartía conferencias sobre Sociología y escribía poesía, mis amigos me apuntaron a un Open Mic sin avisarme", relata. Aunque no lo hicieron por confianza, matiza divertido. "Solo estaban jodiéndome, me habrían apuntado a alfarería si hubiera cuadrado. Pero subí, gustó y el dueño me propuso ir todos los lunes".
Cada vez más espectadores. Más público. Más soltura. Salas más grandes y nervios más pequeños.
Por eso, después de haber interpretado ante cientos, miles e incluso cientos de miles de personas —en el concurso American Idol Brasil o en programas de RNE, entre otros lugares—, sorprende que Tiago y Lamine se tensen ante pocos espectadores. Un público reducido les genera más presión que cualquier sold out.
"Me gusta que haya mucha gente y no me impone. Pero si son pocas personas, tengo ansiedad. Sufro muchísimo", reconoce Barbosa.
Porque ahí la historia cambia. Las masas se diluyen. Lo que antes era un mar de cabezas, se convierte en individuos. De carne y hueso. Y con caras. Caras que transmiten gestos.
"A medida que se acerca la hora, se me empieza a descomponer el cuerpo. Pienso: '¿por qué estoy haciendo esto? ¿Y si no doy gracia? ¿Y si no funciona?' En el momento de arrancar ya se me pasa y estoy entregado en cuerpo y alma", señala Thior.
Pero, cuando son 30 personas, las tripas se revuelven más. La tensión previa se acrecienta y se asienta. "Ves a todos y esperas la aprobación de cada uno de ellos. Si hay alguien con los brazos cruzados y serio, te hace el día. ¿Por qué no te ríes? ¿Por qué no reaccionas?", confiesa el cómico.
Y, como un estudio con apenas cuatro o cinco personas como el de Plan B es justo eso —proximidad sin escapatoria—, los nervios no podían faltar. Se cuelan, igual que un invitado más.
De hecho, que Barbosa pasara la mañana entera dudando frente a su armario antes de acudir a la Casa de la Radio no es casual.
"Camisa con hombreras de finales de los 80 o principios de los 90, con cuello sin solapas y bastante abierto. Pantalón de corte ochentero. Pelo estilo años 90", describe Thior el outfit del brasileño para resumirlo en una palabra: "increíble". "Lo he visto y he dicho: 'Este tío mola demasiado'", apunta.
"No paraba de darle a qué ponerme y al verte pensé: "Tiago, eres tonto. Mira a Lamine relajado, tranquilo, guapísimo. Pierdo mucho tiempo eligiendo la ropa", responde Barbosa.
El racismo en la sociedad
A veces lo hace porque quiere. Muchas, sin embargo, porque debe. Porque viene impuesto y es lo que toca.
"Nosotros, negros, no podemos vestir cualquier ropa en todos los ambientes", lamenta. "Siempre pienso 30 veces que ponerme porque es la primera impresión que voy a dejar", cuenta. "Y tienes toda la razón", coincide Thior.
Él también ha sufrido ese tipo de racismo desde bien pequeño. "Cuando era adolescente quería ir en chándal, como mis amigos blancos, pero mi madre me decía que en mí no quedaba igual, que parecía que iba a robar. En una semana que fue así la policía me paró dos o tres veces al día", denuncia.
"La apariencia influye mucho en la sociedad, pero si eres una persona negra, es un factor determinante", explica. Va más allá de la moda. Afecta a todos los ámbitos. "Es en todo en general. Tienes que ser el más crack de los cracks para que te llamen a pesar de ser negro", recalca Thior.
Esa presión —la de demostrar siempre más y no permitirse fallar— se suma al ritmo de trabajo que conlleva sus respectivas profesiones. Un engranaje que nunca se detiene.
"Llevo casi dos 12 años sin vacaciones", desvela el actor. Y no puede ser. "Me lo estoy tomando de otra manera. Hace un mes tuve un ataque de ansiedad por eso", desvela.
Por estar en una rueda de producción infinita y perjudicial de la que Thior tampoco se ha bajado en tres años. "Nos olvidamos de que ni los recursos, ni la producción, ni nuestra capacidad mental y nuestro cuerpo son infinitos", destaca. "Llega un momento en el que tienes que parar", señala.
Parar y respirar. Para poder, por ejemplo, acudir a teatros sin tener que demostrar nada. En el patio de butacas. Como espectadores. Tal vez Tiago riéndose con Lamine. Tal vez Lamine cantando con Tiago.
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