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Carla Soldevilla, la influencer gastronómica que viraliza las recetas de tu abuela

  • ¿Se puede vivir creando contenido de comida en redes sociales? ¿Cómo cocinan los jóvenes que consumen este tipo de contenido?
  • La influencer gastronómica Carla Soldevilla lo responde en el programa Cinco bocados
Tarta de frutos rojos fotografiada con un móvil.  Menta, arándanos y nata adornan la escena, lista para ser compartida online.
A través de varias series de vídeos en redes sociales, Carla Soldevilla convierte en virales recetas de la cocina tradicional española. ISTOCK

Nada de cuencos con chía y multifrutas cortadas al milímetro, ni huevos benedictinos sobre una vajilla de diseño. Tampoco tortitas con sirope de arce cayendo a cámara lenta. Los desayunos de la influencer gastronómica Carla Soldevilla (Terrassa, 1996) —conocida por sus más de 300.000 seguidores entre Instagram y TikTok como @chefenials— no son como los que inundan las redes sociales. No tienen nada de instagramaeble. Y, a veces, directamente, no existen.

"Mis desayunos no son espectaculares. Ojalá lo fueran. Me cuesta bastante levantarme, así que la mayoría de días laborables no hay desayuno", confiesa en Cinco bocados, con Manuel Martín-Albo.

Y si los hay, son sencillos. Incluso hasta se podría decir que poco convencionales. Ni café —ni el de toda la vida ni el de de dibujos imposibles en la espuma— ni . "No tomo café. Tengo el paladar de niña pequeña todavía", bromea. "El té sí que me gusta a veces, pero si tengo que beber algo sería zumo de naranja", reconoce.

Sus hashtags tiran más hacia #pantumaca, #pinchodetortilladetodalavida #tostadasconjamón –algo salado y, a ser posible, de cocina tradicional española— que hacia los virales #healthysmoothie #AçaíBowl o al rey de reyes: #avocadotoast. "En los findes sí que me gusta explayarme un poco, pero de diario no desayuno. Me encanta dormir", añade.

Entre las seis y las ocho de la mañana la almohada gana siempre la batalla. Más si queda por delante una jornada entera de trabajo. O, mejor dicho, trabajos: el de creadora de contenido, pero también y, sobre todo, el de técnica de producto en una empresa de pastelería.

"La gente se sorprende bastante cuando digo que tengo un trabajo normal, pero es que las redes no son la panacea. Dan mucho que hacer y la recompensa tampoco es la que se piensa", explica Soldevilla.

Detrás de las pantallas y más allá de los edits, se esconde una imagen y realidad menos filtrada: las redes dan likes, aunque no siempre dan de comer.

"La visibilidad que consigues luego hay que convertirla. La mayoría empezamos por el contenido y, después, cuando queremos hacer negocio, nos decimos: 'Vale, ya tengo una audiencia, pero ahora ¿qué hago con toda esta gente?'", cuenta.

En esos momentos, o en esas primeras veces con patrocinadores o contrataciones de firmas, "te entran muchas dudas". "La marca pregunta por un presupuesto y tú no tienes ni idea de cuánto tienes que pedir, o de si estás pidiendo mucho o poco. Encima surgen otras cuestiones: ¿Me tengo que hacer autónoma? ¿Pido IVA? Al principio es un poco locura", admite.

¿Los creadores de contenido se consideran trabajadores de las plataformas digitales?

Sin embargo, no le frena. Mientras lidia con la parte menos visible de ser influencer, continúa alimentando sus cuentas como si de una abuela se tratara. Lo demuestra con sus proyectos "Gastronomía española de la A a la Z" —en el que "elaboraba una receta por cada letra del abecedario"— o "30 antes de los 30" preparando croquetas con lo que haya sobrado de la nevera, guisos con sabor a casa y postres con un dulzor de infancia.

Y también, cómo no, sigue nutriendo a sus seguidores. De hecho, fueron ellos mismos los que le sugirieron realizar "Una receta por provincia". Una serie donde tan pronto enseña a cocinar unos torreznos de Soria como pipirrana jienense, un arròs al forn de Valencia o tocino de cielo gaditano.

Lo curioso, no obstante, es que, a pesar de sus peticiones y miles de reproducciones, el plato rara vez llega a sus mesas. Se queda almacenado en el apartado de "guardados". Tal vez perdido en algún chat compartido. Pero poco más. De ahí no se mueve.

¿Cómo cocinan los jóvenes que consumen contenido gastronómico?

"La mayoría de mis seguidores son jóvenes, sin embargo, en la vida real conozco a muy poca gente de mi edad que de verdad cocine y que le guste. A lo mejor aprenden a hacer algo especial, como sushi, pero no cosas del día a día", apunta Soldevilla.

Quizá, opina, el problema sea el respeto que le tienen a las recetas largas. "Puede ser porque les da miedo cocinar algo que requiera mucho tiempo. '¿Cómo voy a hacer un caldo o un cocido si se tarda cuatro horas?''", plantea la influencer.

Y lo entiende. Hasta lo comparte. Incluso lo práctica. Hay veces que no merece la pena el esfuerzo. "Estoy de acuerdo con ese pensamiento de '¿para qué me voy a poner a hacer una crema de verduras si ya me la puedo comprar fresca y buena?' Yo uso caldos hechos. O si quiero una pasta con tomate, seguramente compre el tomate frito hecho", reconoce.

Ahora, en otras ocasiones sí que merece la pena ese esfuerzo, señala. Porque no es ni esfuerzo. Tan es preparar los ingredientes y encender el fuego, como en el caso de los guisos: "Son cuatro horas de cocinado en las que dejas la olla mientras estás viendo la televisión", recuerda.

"Creo que hay que buscar un poco el equilibrio en la cocina. Comprar unos macarrones marranos o una lasaña congelada igual ya es rozar el larguero, pero hay cosas que son ayudas y que están bien", concluye Carla Soldevilla.