Menos estrés, más cariño: los beneficios emocionales de tener mascota
- El 48% de la población española tiene una mascota siendo el perro, con nueve millones, el animal favorito
- La psicóloga Elisa Fontecha desvela en Mente abierta los beneficios emocionales que aportan las mascotas
Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y quien tiene mascota, un botín. Da igual si ladra, maúlla, silba o simplemente observa. No importa si tiene patas, pelos, plumas o escamas. La especie es lo de menos. Ninguna necesita hablar para entendernos, ni pedir permiso para quedarse porque, cuando cruzan la puerta, no hay marcha atrás. Se instalan en casa y en el corazón.
Perros, gatos, pájaros, hámsteres, caballos, peces, tortugas. Las mascotas transforman la vida de quienes las cuidan. Convierten los espacios en hogares, y los silencios en compañía. Ayudan. Y, a veces, hasta curan. Lo aseguran sus dueños. Lo confirma la ciencia. Se trata de un secreto a voces que, en España, "conoce casi la mitad de su población".
"El 48% de los españoles convive con un animal. La mayoría son perros, unos nueve millones, pero también hay muchos gatos, casi seis millones", explica la psicóloga forense y experta en intervención con menores del Centro Español de Menores y Familia, Elisa Fontecha, en Mente abierta con María Torres.
¿El motivo? No hay solo uno. Habría que hablar en plural. "Tenemos tantas mascotas porque somos muy inteligentes", bromea Fontecha. "Quien es inteligente querrá tener un animal cerca. Les enseñamos muy poco y ellos nos enseñan muchísimo. Aprendamos un montón en cuanto a afectos". Y, sobre todo, en lo que a la vida se refiere.
Sin ir más lejos, compartir techo con un animal "reduce la sensación de soledad y los niveles de cortisol en sangre". Nos calma. Nos relaja. Nos conecta. "Nos quieren y aceptan pase lo que pase: estemos tristes, alegres, enfadados, guapos, feos, ricos o pobres. Son un lugar seguro", dice Clara Martín, comunicadora animal y autora del libro Aprende a hablar con los animales.
Y en un mundo que gira demasiado rápido, contar con un refugio con patas puede ser la mejor forma de parar. De descansar. De volver a respirar. Porque no es solo un ronroneo, un movimiento de cola o un lengüetazo. Es más. Muchísimo más. Es todo. Es regresar a casa después de un mal día y encontrar a alguien que te espera para arroparte y animarte. Sin preguntas. Sin condiciones ni juicios o exigencias. Solo con presencia.
"Es un miembro más de la familia que te da amor incondicional, que está a las buenas y a las malas, que no te juzga y que te recibe con alegría y sin quejas", resume Martín.
"En momentos de pérdidas, duelos o situaciones dolorosas el animal está ahí, contigo. Siempre. Es una compañía mucho más presente que la de un ser humano, que por muy buena que sea su voluntad, también tiene tareas, obligaciones y otros intereses", añade Fontecha. O desaciertos.
Los humanos dudamos y nos equivocamos. Sin embargo, ellos no. Los animales no fallan. No necesitan preguntar cómo estás, porque ya lo saben. Lo notan. Lo huelen. Lo leen en tus gestos, tu postura, tu respiración. Y actúan.
"Perciben señales que a nosotros nos resultan tan pequeñitas que pasamos por alto. No las vemos, pero ellos sí. Y perfectamente", subraya la experta.
Porque tu mascota te conoce mejor que tú a ti mismo. "Notan nuestro silencio y gestos faciales. Detectan tristeza incluso si la escondes", esgrime la psicóloga. "Hacen una lectura a muchos niveles", completa Martín.
"Tienen una parte olfativa que les permite detectar a nivel bioquímico cómo nos encontramos. Pueden oler hormonas como las del estrés, la tristeza o la felicidad", cuenta. Y, además, "son sensibles a nuestro lenguaje corporal, energético y de intenciones".
No hay más que mirar, por ejemplo, a los caballos. "En sesiones de coaching ecuestres se ve clarísimo. Logran una conexión mucho más profunda porque no escuchan desde el plano mental. No se quedan con un "estoy bien" y ya. Leen a nivel profundo", explica Martín. "Nos captan más de lo que nosotros a ellos", reconoce la experta.
¿Cómo darle una mayor calidad de vida a tu mascota?
Pero, podemos aprender a entenderlos. Y devolverles, aunque sea en pequeñas dosis, todo lo que nos dan. Que no es poco. ¿El primer paso? Prestar atención.
"Hay que saber quién es tu animal como especie y cuáles son sus necesidades de alimentación, entorno y estimulación. Después, es fundamental dedicarse a uno mismo unos minutos al día para conectar y abrir el corazón", desvela Martín, que insiste: "no son necesarias grandes cosas. Basta con hacerte cargo de tus emociones y desde ahí mirar a tu animal, mandarle amor y ver qué recibes de vuelta. Solo con este pequeño trabajo, el vínculo cambia mucho".
No obstante, recuerda Fontecha, ese vínculo no puede forzarse. Debe prevalecer la responsabilidad antes de comenzar a desarrollarlo. "Una de las primeras decisiones importantes es adoptar, no comprar. No hablamos de objetos, sino de vidas. Después, tenemos que pensar en nuestra rutina y condiciones. ¿Qué animal encaja con nuestro estilo de vida? ¿Tenemos tiempo real para cuidarlo? ¿Es compatible con nuestra ritmo y espacios?", planeta la Fontecha.
Porque, "pensar antes de decidir evita sufrimientos y disgustos para todos", concluye.