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Ella Fitzgerald: de cantante callejera a ser reina del jazz

  • Tuvo una infancia difícil marcada por los abusos que sufría por parte del novio de su madre, Joseph Da Silva
  • Cuenta la leyenda que Marilyn Monroe ayudó a la afroamericana a encontrar trabajo en clubes nocturnos
  • Sus duetos con el gran Louis Amstrong son parte del cancionero romántico de los fans del género

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Ella Fitzgerald, la primera dama de la canción
Ella Fitzgerald, la primera dama de la canción

Es sin lugar a dudas la primera dama de la canción. Pasó por varios estilos musicales. Empezó en el swing, se mudó al bebop, cantó scat aunque terminó siendo una extraordinaria vocalista de jazz. También la escuchamos por blues, bossa nova, hasta por calipsos y villancicos. Su voz se apagó un 15 de junio de 1996 pero sus temas siguen más vivos que nunca. La reina del jazz, conocida como Ella Fitzgerald.

Lady Ella, junto a otras grandes voces de su estilo musical como Billie Holiday y Sarah Vaughan, está considerada como la artistas más importante e influyente de toda la historia del jazz. En 1958 se convirtió en la primera afroamericana en ganar un Grammy, siendo el primero de los 14 que logró a lo largo de su carrera musical, contando el Grammy por su trayectoria nueve años más tarde.

Además, seis de sus discos forman parte del Salón de la Fama Grammy. A esto se suma la Medalla Nacional de las Artes y la Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.

Infancia nada fácil

Ella Fitzgerald nació un 25 de abril de 1917 en la localidad virginiana de Newport News dentro de una familia desestructurada. Sus progenitores, William y Temperance “Tempie” se separaron al poco de que la afroamericana naciese. Pasaron a hacerse cargo de ella, su madre y el novio de ésta, Joseph da Silva.

Su infancia no fue nada fácil. Sufrió acoso y abuso sexuales por parte de su padrastro. Del que consiguió escapar cuando se mudó a Harlem (Nueva York) con su tía tras el fallecimiento de su madre. Este ambiente dio lugar a que sus cualificaciones bajasen y faltase a la escuela.

Además de cantar y bailar por las calles acompañada de su primo, trabajó en la mafia lo que hiciese que estas actividades ilícitas la llevasen a un orfanato para lugar pasar a un reformatorio estatal.

La música, su válvula de escape

Desde muy pequeña se interesó por ser bailarina y por el jazz. A Fitzgerald le encantaba escuchar a las grandes figuras como Louis Amstrong y Bing Crosby pero ella idolatraba a Connee Boswell de las Boswell Sisters. Planeaba realizar una rutina de baile, pero se dio cuenta que los había mejores que ella y se arriesgó por cantar.

El debut sobre las tablas de la afroamericana no llegaría hasta el 21 de noviembre de 1934. Gracias a su participación en una Noche de aficionados en el Teatro Apollo. Su apuesta por la música valió la pena tras ganar el premio de la noche, 25 dólares, dando comienzo así a su carrera como cantante profesional.

La verdad que fue todo un acierto porque era capaz de distinguir y replicar las notas con precisión. Una ventaja que aprovecharon muy bien los músicos que acompañaban a la reina del jazz para afinar sus instrumentos.

Tuvo éxito con “A-tisket, a tasket” con la orquesta de Chuck Webb y la muerte de este hizo que Ella consiguiese brillas como solista gracias al scatting (improvisación vocal con palabras o sílabas que no tienen sentido). Tras varios discos exitosos en 1949 conoció a Norman Granz, un promotor que la reclutó para su serie de conciertos llamados Jazz The Phillarmonic.

Con este nuevo proyecto viajó por Estados Unidos y Granz, un gran defensor de los derechos civiles, se aseguró que la cantante americana cobrase la misma cantidad de dinero que los artistas varones o blancos. Aunque el color, supuso un problema para Fitzgerald. A causa de la discriminación en la era de la segregación de USA, una vez en el aeropuerto se le rehusó el acceso al avión durante tres días en Honolulu.

Cantaba con todos y su amistad con Monroe

¿A quién no le gusta poner a prueba sus límites y explorar nuevos mundos? Ella Fitzgerald era toda una aventurera y grabó canciones y discos con todo tipo de artistas. Las más conocidas y legendarias fueron sus colaboraciones con Louis Amstrong. Aunque también se atrevió a cantar con la orquesta Duke Ellington e hizo algún dueto con artistas como Frank Sinatra o la banda de rock británico, The Beatles.

Hizo muy buenas migas con Marilyn Monroe. Según cuenta la leyenda, la actriz utilizó su influencia para ayudar a Ella a encontrar trabajo en los clubes nocturnos donde solamente contrataban a artistas blancos. Monroe insistió al Mocambo que la contratase con la promesa de asistir a todos sus conciertos. Fitzgerald agotó entradas y consiguió la asistencia de Frank Sinatra y Judy Garland después de la muerte de la intérprete.

Un legado que sigue presente

En la década de los 80, la artista empezó a tener problemas de salud que no fueron impedimento para seguir cantando y haciendo giras. Más tardes, la diabetes hizo que los médicos le tuviesen que amputar las dos piernas por debajo de la rodilla en un esfuerzo de combatir la enfermedad.

Ya en 1993 dejó de dar conciertos y tres años más tarde, el 15 de junio murió a causa de un derrame cerebral. Tuvo un funeral privado, pero está enterrada en el Inglewood Park en Los Ángeles. Con su fallecimiento, la edad de oro de la música de jazz estadounidense concluyó. Pero temas como “Summertime”,  “Let’s do it” y sus duetos con Amstrong forman parte del cancionero romántico de los fans del género.