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Una provocación inspiradora

'Miguel de Molina al desnudo', cinco claves del genio que revolucionó la copla

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La 2 es Teatro - Miguel de Molina al desnudo, "Ojos verdes"

Su imagen elegante y grácil, taconeando coplas con su clavel en la oreja, sus camisas de mangas de farol y una libertad insultante revolucionaron la escena del arte. La historia de Miguel de Molina, considerado por muchos el mejor interprete de la canción popular española, es parte esencial de nuestra cultura, pero también es testimonio de la de muchas otras personas que fueron perseguidas y represaliadas por su condición sexual.

Con motivo de las celebraciones del Orgullo LGTBIQ+, RTVE estrena en La 2 es Teatro la obra Miguel de Molina al desnudo, una pieza interceptada por Ángel Ruiz que cuenta la verdad del cantante, desde su infancia hasta los fugaces encuentros con Lorca y la tortura que sufrió ya terminada la Guerra Civil.

No es sólo un homenaje a su figura o una biografía musical, es la necesidad de contar a través de su vida algo que atañe a nuestro presente y de situar a la copla en el lugar que le corresponde, como un arte popular que surgió en tiempos de libertad y sedujo a grandes como Rafael de León, Manuel de Falla o el mismísimo Lorca.

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El actor Angel Ruiz y el pianista César Belda durante la grabación Javier Herraez

Una obra con la que hacer justicia

Miguel de Molina al desnudo no es un mero homenaje a su figura, sino a muchos represaliados, muchos maltratados y muchos olvidados en la historia de España”, cuenta el actor Angel Ruiz que se mete en la piel del artista, un papel por el que ganó el Premio Unión Actores, el Premio Max y el Premio del Teatro Musical al Mejor Actor Protagonista en 2016. “Con esta obra queremos hacer justicia y denunciar su situación (...) en un momento en que volvemos a debatir, a hablar, o a poner en tela de juicio cosas que habíamos ganado, ciertas libertades", añade.

La obra lleva representándose desde el año 2014, ha estado en ciudades como Madrid, Barcelona y Málaga, y este verano, entre otros sitios, se podrá ver en el Festival de Teatro y Musicales Benalmádena a partir del 15 de julio. Con motivo de su estreno este 3 de julio en La 2 es Teatro repasamos la figura de Miguel de Molina y destacamos alguna de las claves de su arte revolucionario.

Miguel de Molina, en la vuelta de La 2 es Teatro

Miguel de Molina, en la vuelta de La 2 es Teatro Javier Herraez

El hombre de su casa

Miguel Frías de Molina, más conocido como Miguel de Molina, nadió un 10 de abril de 1908 en Málaga, en el seno de una familia andaluza muy humilde. En el contexto de una España donde habitaba la pobreza, los terratenientes, la superstición y la miseria que acabarían detonando en la nefasta guerra civil.

El joven malagueño aprendió muy pronto la dureza de la vida, ya que su padre era epiléptico y pasaba los días postrado en la cama. Las mujeres de la familia, su abuela, su madre y sus cuatro tías, que lo rodearon siempre, se afanaban con esfuerzo en sacar adelante la familia sin la contribución paterna, dado su estado de salud. Por eso Miguel trabajó desde muy pequeño y se convirtió en el hombre de la casa.

El burdel que le descubrió a Lorca

A los 13 años, Miguel toma la decisión de marcharse de casa y trabajar por su cuenta en Algeciras. Allí consigue el que será su primer trabajo, un empleo extravagante que cambiaría su vida. Así se convierte en el mozo de un burdel regentado por una mujer conocida como “Pepa la Limpia”. Esta y su amante, encariñados con el muchacho, invitan a Miguel a viajar a Granada para presenciar un espectáculo organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca.

Aquel viaje supondría una revelación con la que Miguel descubriría su verdadera vocación.  A la gran admiración por Lorca, a quien conocerá personalmente más adelante, se une el descubrimiento del género musical de la copla, absoluto rey del momento y banda sonora sentimental de los españoles desde mediados de los años 20.

El nacimiento de un artista

A principios de los años 30, tras la proclamación de la República Miguel se adentra profesionalmente en el mundo del espectáculo. En sus primeras actuaciones en Sevilla ya se presenta como Miguel de Molina y su nombre empieza a resonar asociado a canciones populares como 'El día que nací yo' y 'Ojos verdes'. También obtendrá un gran éxito bailando el “Amor Brujo” de Manuel de Falla.

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Angel Ruiz en su papel de Miguel de Molina. Javier Herraez

Rompiendo moldes

Esbelto, elegante, sus chaquetillas muy ajustadas y floreadas y sus zapatos de tacón -que diseñaba él mismo- le convirtieron en un icono revolucionario para la época. Jamás ocultó su homosexualidad, cantaba coplas en masculino, algo que marcaría su enorme personalidad y que años después le convertiría en un símbolo del movimiento LGTBI. Además era militante republicano. Durante la Guerra Civil, Miguel, que ya era una estrella en España, se entregó a la labor de animar con sus espectáculos a las tropas republicanas,. Algo que después le costaría con la dictadura muy caro.

Tortura, represión y exilio

Con la instauración de la dictadura de Franco, Miguel de Molina es represaliado por su ideologia y su identidad sexial. Es brutalmente torturado mientras le gritan “esto por rojo y maricón”, cuentan sus biógrafos. Tras pasar algunos años recluido, un amigo le consigue un pasaporte para poder viajar a Buenos Aires. Sin embargo, al poco acaba siendo extraditado de vuelta. Años más tarde, vuelve a cruzar el charco y consigue huir a México y de ahí de nuevo a Argentina, bajo el mando de Eva Perón, quien le solicitará, personalmente, que actúe en Buenos Aires en un festival benéfico.

La memoria de Miguel de Molina regresa en forma de recuerdos. Imágenes, canciones, películas, trajes y botines reviven al artista completo, al bailarín, cantante y poeta que se atrevió a ser diferente en los años oscuros del miedo y del franquismo.

Aquello le cambiará la vida. Su éxito se dispara en Argentina, firma contratos con multitud de empresarios y trabajará holgadamente. Durante un breve periodo de tiempo regresará a España, aupado sobre los escenario por amigos como Antonio Molina y Juanito Valderrama, pero despreciado en las crónicas sociales por su condición de homosexual y republicano, con toda clase de mofas y desprecios. Todo aquello le hará regresar nuevamente a Argentina, donde muere en 1993.