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Lotería de Navidad 2023

Cuentos de lotería: de la obsesión de Galdós al reino del azar de Borges

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Lotería de Navidad 2023: imagen del escritor canario Benito Pérez Galdós
Imagen del escritor canario Benito Pérez Galdós

La lotería como maná narrativo es un premio en sí misma para la literatura y a este juego han entrado de pleno numerosos autores de relumbrón como Emilia Pardo Bazán, Anton Chéjov, Jorge Luis Borges o Roald Dahl.

El pensamiento mágico enhebrado a la suerte o la disección de las consecuencias imprevisibles en el destino de los agraciados, basculan de la salvación al puro terror en las páginas de los libros.

Destacan los relatos cortos consagrados a la Lotería de Navidad y encapsulados en el siglo XIX, donde la popularidad del juego era un asidero (más bien remoto) para escapar de la pobreza entre las clases más desfavorecidas.

Como voyeur entrenado de la realidad social, Benito Pérez Galdós salpicó su literatura de lotería: desde sus cuentos infantiles y navideños que enfocan la costumbre de regalar o compartir billetes, a uno de los capítulos de Fortunata y Jacinta (1887) donde a la familia Santa Cruz, que describe como muy fervorosa de los sorteos, le toca el premio.

El escritor desglosa puntilloso el número-"el 44.408"- y la cuantía: "Los chicos jugaron dos décimos y se calzan cincuenta mil reales. Villalonga un décimo, veinticinco mil. Samaniego la mitad".

En los Episodios Nacionales aparecen ganadores o pulsar el azar jugando como metáfora de un sueño que podría rozarse con los dedos. El propio Galdós era muy aficionado a la lotería y confiaba testarudo en la diosa fortuna porque pensaba que "era algo mágico que podía caer”.

El rastro del sorteo irrumpió con fuerza en las letras españolas con la alusión en la obra Luces de Bohemia (1920), de Valle Inclán, donde el infortunado Max Estrella compra un décimo por "tres melopeas" y al final acaba muriendo sin cobrarlo.

Chéjov y Verne: codicia, sueños y aventura

Como curiosidad en el nexo entre literatura y azar, a Voltaire la lotería le permitió dedicarse a la escritura aunque con tejemanejes algo difusos. El filósofo y escritor francés se benefició de un agujero del Ministerio de Finanzas que asoció el precio de los boletos a los bonos de la corona. El resultado es que el avispado Voltaire hizo acopio de billetes a un coste muy por debajo del real y se forró.

Retornando a los libros, Anton Chéjov también abordó el tema en una pequeña joya en forma de relato corto: El billete de lotería (1887), que aflora lo peor del ser humano en el episodio de una pareja que cree que ha ganado el premio- a falta de comprobar la cifra final-.

Ambos fantasean con lo que harán con el dinero: desde comprar una finca en el campo a viajar por el mundo. El matrimonio lucha por anteponer sus sueños excluyendo al otro en una pelea feroz con desenlace impactante.

Portada de la novela de Julio Verne

En la novela Un billete de lotería: El número 9672, Julio Verne destiló toda su genialidad en la rica descripción de personajes en una narración aventurera. Un naúfrago noruego, en paradero desconocido, hace llegar a su novia acuciada por las deudas un boleto de lotería dentro de una botella. Alrededor de este hecho se desata una pugna codiciosa con la intriga del accidente marítimo como trasfondo donde asoman los giros del destino-y el amor-.

La personalidad de Verne, que despreciaba las riquezas materiales, nos da algunas pistas sobre las claves de este libro publicado en 1886, que está valorado junto a El rayo verde como sus dos únicas incursiones en el género romántico.

El terror de la lotería

La estadounidense Shirley Jackson (La maldición de Hill House), maestra del terror, firmó uno de los cuentos más tétricos y desasosegantes de la literatura contemporánea con La lotería, como medida del impacto cuando el New Yorker lo publicó en 1948 llovieron las quejas e insultos de los lectores durante una buena temporada.

[SPOILER] Cuenta la historia de un pequeño pueblo que mantiene un oscuro ritual, las familias se reúnen en la plaza y a través de un sorteo se decide quién debe ser lapidado para asegurar la buena cosecha en la próxima estación.

Ante el escándalo, Jackson tuvo que explicarse: "Supongo que esperaba establecer un rito antiguo brutal en el presente y en mi pueblo para conmocionar a los lectores con una dramatización de la violencia inútil y la inhumanidad general en sus propias vidas".

Emilia Pardo Bazán escribió más de 400 relatos cortos de misterio con maestría. La literatura gótica estaba de moda en el siglo XIX y la gallega canalizaba a su antojo: espectros, vámpiros o asesinatos que hilan historias perturbadoras con su particular ironía.

En esta sopa ambiental Pardo no podía dejar escapar la "maldición" aparejada a los vencedores de la lotería. Suerte macabra (1898) es el cuento de un jugador empedernido al que la suerte le sonríe cuando le toca el Gordo con consecuencias que acaban en un cementerio.

El relato arranca así: "¿Queréis saber por qué Don Donato, el de los carrillos bermejos y la risueña y regordeta boca se puso abatido, se quedó color tierra y acabó muriéndose de ictericia? Fue que -oídlo bien- le cayó el premio gordo de Navidad, los millones de pesetas..."

Borges y una sociedad gobernada por el azar

"No es del todo inocente de simbolismo". Jorge Luis Borges anticipó la complejidad existencial de lo aleatorio en La lotería de Babilonia, un cuento profundo que fue publicado en 1941 incluido en el libro Ficciones, y que en un regusto plenamente borgiano el escritor argentino ya calificó como "ficción política".

El relato se presta a múltiples interpretaciones a través de la historia de la ciudad de Babilonia, que muestra la evolución de la lotería como juego económico hasta convertirse en un sistema que rige las vidas de los ciudadanos con el azar como guía manejado por La Compañía.

Una organización opaca que no da razón de sus decisiones en un ambiente donde reina la incertidumbre. Entre la ciencia ficción y la (supuesta) metáfora sobre el poder de los gobiernos, la explicación es que no hay explicación porque "Babilonia no es otra cosa que un infinito juego de azares" o lo impredecible como elemento consustancial a la existencia.

Otros ilustres escritores también han transitado el camino de la suerte, en lo personal y en lo literario, como el último Premio Cervantes, Luis Mateo Díez. El autor leonés participa en el juego aunque "sin fortuna" y confiesa que comparte décimos de un número aleatorio con otros académicos de la RAE.

El Gordo le rozó hace años cuando le tocó a unas compañeras del Ayuntamiento de Madrid, "las chicas de oro", cuando él era funcionario. Díez ha escrito un microrrelato, inquietante y corrosivo, titulado La papelera, donde fía una felicidad ficticia a ganar lotería. [Lee el cuento en este enlace]

Y más referencias: Roald Dahl escribió en 1964 Charlie y la fábrica de chocolate donde Charlie Bucket triunfa en un sorteo y el pasaporte al mundo de Willy Wonka y sus dulces mágicos. Una sublimación literaria permeada en la cultura popular a través del cine, donde la suerte puede virar el rumbo de nuestras vidas o no.

RTVE

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