Los testigos señalan ante el juez la "cara de felicidad" del presunto yihadista tras el asesinato del sacristán de Algeciras
- Los agentes que lo detuvieron han relatado que lo encontraron en la calle rezando con un cuchillo de grandes dimensiones
- La Fiscalía reclama 50 años de cárcel por asesinato terrorista, asesinato terrorista en grado de tentativa y lesiones
Uno de los policías locales de Algeciras que detuvo a Yassine Kanjaa el presunto yihadista acusado de asesinar al sacristán de la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma ha declarado ante la Audiencia Nacional que en el momento de la detención lo notaron satisfecho por la "cara de felicidad" que puso. Un testimonio que coincide con el de otra testigo, ya fallecida, la sacristana de la iglesia de San Isidro —la primera de las dos parroquias en las que se produjeron los hechos— en cuya declaración anterior, reproducida este martes ante el tribunal, dijo que no se lo podía creer cuando vio su cara "como diciendo lo bien que lo he hecho".
"Lo vi en la puerta de la iglesia viendo como el padre se moría y fue cuando cerré el portalón, estaba tranquilo mirando como el padre se desangraba te prometo que lo vi que estaba gozando", aseguraba la testigo que acababa de abrir la iglesia, alrededor de las 18:30 horas, y el acusado entró en el templo tras ella.
La sacristana le preguntó qué quería y no le respondió, según su declaración, empezó a "insultar a la virgen", y ella entonces le pidió que respetara su religión, igual que ella "respetaba la suya". Le dijo que por favor abandonara la iglesia y cuando lo cogió del brazo le dio un manotazo, pero finalmente consiguió "echarlo", justo en el momento en que llegó el cura. Habían transcurrido unos 10 minutos cuando Kanjaa salió del templo y según aseguró la testigo empezó a gritar en su idioma.
"Yo me salvé porque me fui a tomar un café", afirmaba la sacristana ante el juez al recordar el momento en que volvió a la iglesia y escuchó los gritos que alertaban de que habían matado al cura.
La Fiscalía reclama para el acusado 50 años de cárcel por presuntos delitos de asesinato terrorista, asesinato terrorista en grado de tentativa y lesiones terroristas.
"Dijo que había sido liberado ya por su Dios"
El policía, al ser preguntado por si cree que Kanjaa expresaba satisfacción en el momento de su detención por lo que había ocurrido, ha respondido afirmativamente y ha añadido que un oficial que hablaba árabe les tradujo lo que estaba diciendo el acusado en el momento de la detención: "Dijo que había sido liberado ya por su Dios".
"Después de haber perpetrado este hecho, la cara de felicidad que él puso ante nosotros yo entendí que era por satisfacción", ha agregado, subrayando que no le conocían por ningún hecho ocurrido anteriormente.
Cuando llegaron a la plaza alta un agente de Policía Nacional que en ese momento se encontraba fuera de servicio les indicó por dónde había huido Kanjaa, en la calle Muro, y lo encontraron a la altura del mirador "rezando y con un cuchillo de grandes dimensiones junto a él en el suelo, a la altura de la pierna derecha con bastante sangre, con la chilaba puesta". En su mano izquierda sujetaba algo parecido a un rosario, de color blanco.
Decidieron aprovechar el "factor sorpresa" al encontrarse el acusado de espaldas "en dirección a Gibraltar" en ese momento, y se fueron acercando "sigilosamente" hasta que pudieron "darle alcance y echarlo al suelo para poder engrilletarlo".
El primero de los testigos que ha declarado en la sesión de este martes ha asegurado que el acusado le atacó por la espalda cuando iba al instituto, cerca de la plaza alta donde se produjeron los hechos, y le dio un golpe en la cara que le rompió las gafas. Según este testigo, de origen marroquí, Kanjaa le gritó que estaba "trabajando al contrario de mi religión para la magia". En ese momento pudo ver que llevaba un machete, que no llegó a usar contra él. Esta agresión, según el escrito de la Fiscalía que recoge Europa Press, se produjo sobre las 19.00 horas, en la calle Cristóbal Colón.