Ammar, el niño de Cisjordania que soñaba con ser campeón de muay thai: "Le dejaron sangrando hasta morir"
- Fida Hamayel relata la trágica pérdida de su hijo de 13 años: "Salió de casa con un amigo y nunca más volvió"
- La ONU denuncia más de 1.000 muertos en las redadas del Ejército israelí en la Cisjordania ocupada desde el 7 de octubre
- Sigue en directo la última hora de la masacre en Gaza y aniversario del ataque de Hamás
Las voluptuosas colinas de Ramala conectan con los pueblos más remotos de la Cisjordania ocupada. Más lejos del muro de separación, sus carreteras serpentean hasta llegar a Kafr Malik, una pequeña localidad ubicada al noreste de Ramala. En lo más alto de alguna montaña aparece un asentamiento de colonos israelíes. De la realidad de esta tierra hablan los murales con banderas palestinas, dibujos de los mapas del territorio de Palestina y retratos de niños y jóvenes que ya no están. El objetivo es dejar constancia de los lugares donde se han producido ataques de soldados o colonos israelíes que han acabado con la vida de la juventud autóctona.
Carteles con la cara de un niño impregnan las fachadas de las viviendas en Kafr Malik. Es el rostro de Ammar Hamayel, un niño de solo 13 años que fue asesinado el 23 de junio. Mientras jugaba en bicicleta con un amigo, un soldado israelí le disparó. Estuvo dos horas desangrándose, sin asistencia sanitaria, hasta que murió. Su madre espera en la puerta con los brazos cruzados y preparándose para volver a contar la tragedia que la asoló. Su hijo soñaba con ser el próximo campeón de muay thai a nivel local e internacional.
Carte con la foto de Ammar Hamayel en los muros de las casas de Kofr Malik EBBABA HAMEIDA
"Desde ese día, el mundo se ha paralizado para mí", dice la madre, Fida Hamayel. Trae agua, dulces y se dispone a contar, de nuevo, la trágica pérdida de su niño. "Salió de casa con un amigo a comprar un zumo y nunca más volvió", asegura, en un intento de reconstruir los hechos de forma cronológica. Dos grandes retratos de Ammar cubren un rincón del salón, su foto se muestra también a la entrada de la casa, junto a un espejo con la forma de Palestina.
El día del asesinato, los niños pasaron por una carretera cerca de una base militar y un francotirador les disparó con dos proyectiles. "Una de las balas le dio en la espalda de mi hijo", relata. Enseguida, algunos vecinos la alertaron. Ella no se lo creía porque había hablado con él por teléfono hacía pocos minutos. Llamó a su marido para informarle y este intentó comunicarse con el pequeño, pero al otro lado encontró la voz de un soldado que le comunicó: "Tu hijo está aquí y está herido, pero es una herida leve". La familia se fue corriendo al lugar de los hechos. Les impidieron acercarse a su hijo, en todo momento les decían que no estaba en estado crítico. Poco a poco comenzó a llegar la gente de todo el pueblo.
Suplicaron entre todos que dejaran pasar a los padres. Una ambulancia palestina estaba lista para evacuar al niño. "Nos dijeron que no y comenzaron a amenazarnos con dispararnos a nosotros también y matar a más gente de nuestra familia", recuerda la madre. Asegura que fueron rodeados por una decena de militares. Durante su relato contiene el dolor y las lágrimas, se aprieta las manos en busca la fuerza.
Un niño que amaba el deporte
Después de una pequeña pausa, la madre retoma los hechos. "A mí me trajeron a casa en un coche", dice. Pero a su niño se lo llevaron a unos dos kilómetros, lejos, y no les permitieron acercarse. "Pasaron dos horas, dos horas eternas esperando y dejaron al niño morir", explica. Lo llevaron al hospital sin vida. Se hace un silencio en torno a Fida y el dolor de una madre desconsolada. Irrumpe en la casa Yaffar Hamayel, el tío paterno del pequeño que habla un español perfecto porque cursó un máster en Justicia Criminal en Chile. Mientras saluda, la madre recupera el aliento. Sonríe cuando describe lo alegre que era su hijo.
La madre Ammar Hamayel posa en su habitación junto con las medallas del niño que soñaba con ser campeón del mundo en Muay Thai EBBABA HAMEIDA
Ella se había esforzado y había ahorrado para que Ammar pudiese entrenar todos los días en Ramala y para que participase en competiciones internacionales. "Me pedía siempre las cosas con mucha diplomacia, era alegre y muy listo", destaca. Además, recuerda que siempre sacaba muy buenas notas y las quería mejorar. "En los últimos exámenes sacó 92 de 100 y se propuso llegar al menos a 96 de 100", dice con un orgullo truncado. Su tío coincide: siempre se portaba bien en casa y era muy maduro.
Amaba el deporte. La madre aún guarda la mochila de los entrenos. Abre el armario de la habitación que compartía con su hermano y, meses después, sigue oliendo su ropa. Recuerda que participó en tres campeonatos mundiales y que estuvo en el de Tailandia. Logró un bronce, pero soñaba con conseguir la medalla de oro. "Un fusil, un disparo, ha matado todo esto", dice. Expone en la cama todas sus medallas y un cojín con su foto, enseña el líquido y los guantes Karate Mitts para protegerse de los golpes. En un papel plastificado guarda sus últimas notas. "Lo que ha pasado demuestra que nuestros hijos, por ser palestinos, no pueden soñar", asegura.
Fida Hamayel la madre del pequeño Ammar muestra el material de entrenamiento de su hijo fallecido EBBABA HAMEIDA
No confía en la justicia. La muerte de su hijo ha tenido mucho impacto e Israel ha asegurado que abrirá una investigación de la cual "no espera absolutamente nada". El asesinato de Ammar fue condenado por la Federación Internacional de Asociaciones de Muay Thai (IFMA), que expresó su profunda conmoción y pesar. Además, ha impedido al equipo israelí participar como país, sus atletas tendrán que hacerlo a nivel particular. "Es un milagro y hay milagros que no son fáciles y ocurren pagando un precio muy alto", dice el tío Yaffar.
"Tiran piedras y ellos responden con balas": 124 niños asesinados
La madre se rompe por dentro y por fuera. Las lágrimas le invaden los ojos y el rostro. Yaffar retoma el relato sobre las historias que ocurren "bajo la ocupación", denuncia. Una opresión que se ha recrudecido en Cisjordania desde el 7 de octubre de 2023, cuando comenzó la masacre en Gaza tras el atentado de Hamás en Israel. No es el primer caso de un niño asesinado en manos de los soldados israelíes. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia calcula que la violencia relacionada con el conflicto ha costado la vida a 124 niños y niñas palestinos y de seis niños y niñas israelíes en los últimos dos años. "Nuestros hijos tiran piedras y ellos responden con balas", señala Yaffar. Según la ONU, más de 1.000 personas han sido asesinadas en las redadas del Ejército israelí a la Cisjordania ocupada desde el 7 de octubre de 2023.
Hasta el 29 de septiembre, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) había documentado la retención de los cadáveres de 199 palestinos de Cisjordania por parte de las fuerzas israelíes, de los cuales siete fueron entregados posteriormente y 192 permanecen retenidos. "No hemos elegido ser palestinos, nacimos aquí y esta es la vida que nos ha tocado", asevera.
Las cámaras de las bases miliares, que cada vez se extienden más por todo el territorio, vieron a Ammar y a su amigo jugando en una carretera frecuentada por los colonos y afirman que "los militares vinieron a por ellos". "Estuvo dos horas sangrando con la intención clara de dejarle morir", repite una y otra vez en un intento de expresar la crueldad de las fuerzas israelíes. Han pasado algo más de tres meses, pero la familia y todo el pueblo aún siguen conmocionados. "Esperaron a que se muriese para entregar su cadáver a la ambulancia palestina", vuelve a denunciar.
“Estuvo dos horas sangrando con la intención clara de dejarle morir“
Esta pequeña localidad de 3.000 habitantes decretó tres días de luto oficial. Al segundo día, recuerda Yaffar, un grupo de diez colonos se presentó para atacar casas de vecinos, pero todos estaban acompañando a la familia del pequeño fallecido, así que "Ammar les salvó", dice su tío. Desde 2009, OCHA ha documentado el desplazamiento de más de 1.060 palestinos en Cisjordania, incluidos más de 400 niños, debido a la demolición o al sellado de al menos 177 casas y otras 33 estructuras por motivos punitivos en toda Cisjordania.
La madre de Ammar se sigue secando las lágrimas con pañuelos y con la mirada fijada en el suelo. Israel, denuncian, ha incrementado la violencia y la "matanza de civiles" desde que declaró la guerra tras los atentados de hace dos años. Lo hacen soldados y colonos porque cuentan con una "impunidad total", concluye Yaffar.