El sesgo de género en las enfermedades cardiovasculares o cómo un infarto no avisa igual a hombres y mujeres
- Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad en mujeres
- Sus factores hormonales específicos influyen en el posible desarrollo de una patología coronaria
Cada ocho minutos muere una mujer por ictus, insuficiencia cardiaca o enfermedad coronaria en España, según datos de la Sociedad Española de Cardiología, que indica que las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad en mujeres a nivel mundial y también en nuestro país, por delante del cáncer. Y esto es así porque la mortalidad cardiovascular en las mujeres se dispara a edades avanzadas. Y como en otras muchas patologías, el sesgo de género existe y en este caso puede ser mortal.
Además de los factores de riesgo comunes en hombres y mujeres para desarrollar problemas cardiovasculares, existen unos riesgos propios en la mujer como pueden ser acontecimientos adversos durante el embarazo, el síndrome del ovario poliquístico, la llegada de la menopausia y otros antecedentes obstétricos que aumentan las posibilidades de sufrir patologías cardiovasculares en las mujeres.
Este lunes se celebra el Día Mundial del Corazón y cuando hablamos de enfermedades cardiovasculares lo primero que se viene a la cabeza es el infarto. El análisis de cómo se presenta, cómo se diagnostica y cómo se trata en mujeres y en hombres es clave para entender cómo el sesgo de género puede enfrentar a las mujeres a un retraso en el diagnóstico o directamente a un diagnóstico incorrecto.
Diferencias en los infartos de mujeres y hombres
"El dolor torácico es un síntoma común tanto en hombres y mujeres cuando hablamos de infartos, pero en las mujeres puede haber otros síntomas inespecíficos y atípicos como palpitaciones, sudoración, cansancio, falta de aire, dolor en la espalda, síntomas que no se reconocen o no se vinculan con un infarto y esto dificulta la toma de decisiones médicas", asegura a RTVE Noticias Carolina Ortiz, cardióloga en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón y coordinadora del proyecto 'Mujer y Corazón' de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Añade que los infartos "se han vinculado históricamente a los hombres", de tal forma que el uso del patrón de síntomas masculinos puede ser perjudicial para una buena detección y tratamiento en las mujeres.
Desde la SEC afirman así que hay retrasos en el diagnóstico de patologías tan prevalentes y graves como el infarto de miocardio o la insuficiencia cardiaca en las mujeres y que en muchas ocasiones, ellas mismas y los profesionales sanitarios minimizan los síntomas o los atribuyen a otras patologías.
También que reciben una atención con procedimientos diagnósticos y terapeúticos menos intervencionistas y con una menor prescripción de fármacos para reducir o paliar los efectos de los factores de riesgo cardiovascular. Además, a las mujeres se les deriva menos a las unidades de rehabilitación cardiaca y existe una falta de aplicación de protocolos específicos.
Otro de los problemas es que la mayoría de los medicamentos se han probado principalmente en hombres, generando riesgos en dosis, eficacia y efectos adversos para las mujeres.
Infrarrepresentación histórica en los ensayos clínicos
En este claro sesgo de género hay un factor clave y determinante que es la infrarrepresentación histórica de las mujeres en los ensayos clínicos y en las investigaciones médicas- que Ortiz cifra en un 30%- que lleva a las mujeres a tener más probabilidades que los hombres de reingresar y de morir cuando sufren determinadas enfermedades cardiovasculares como un infarto de miocardio.
"Los ensayos llevan a conclusiones médicas en las que se sabe qué hacer con los hombres, pero no con la población femenina, que no se comporta igual en estas patologías", se queja la cardióloga, que pone de manifiesto que es la propia mujer la que tarda más en ir al médico porque algunos síntomas que tiene no los identifica con enfermedades cardiovasculares: "Cuando van ya son patologías más evolucionadas y esto se traduce en un peor diagnóstico. Se diagnostica más tarde y se complica el tratamiento".
La investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y jefa de Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona, Ana García Álvarez, coincide en que "a veces se malinterpretan" en consulta síntomas que refieren una enfermedad coronaria "y se pueden confundir con un caso de ansiedad, un dolor muscular o un dolor de espalda".
García pone también el foco en la importancia de aplicar la perspectiva de género a la investigación médica y los ensayos clínicos, de tal forma que las evidencias en tratamiento y sintomatología sean más certeras para la población femenina y se alejen de una 'literatura científica' que tradicionalmente ha analizado solo a hombres. Considera que se extrapola la información de hombres a mujeres y esto no es lo adecuado.
Por ello ve necesaria una mayor concienciación general entre las mujeres y los profesionales de la medicina para tener en cuenta este sesgo de género que lleva a un "peor pronóstico" de las mujeres en enfermedades coronarias.
Ambas expertas consideran que se mantiene- "aunque con avances"- el mito de que estas patologías son eminentemente masculinas, lo que provoca problemas en la detección, la atención, el diagnóstico y el tratamiento.
Patologías que aparecen en las mujeres 10 años después que en los hombres
Ambas cardiólogas explican que el debut de la enfermedad cardiaca en la mujer se produce en edades más avanzadas, con mayores complicaciones, presentándose 10 años más tarde que en los hombres.
En este punto aparece una palabra clave- menopausia- ya que el aumento de la prevalencia de estas enfermedades se produce tras la interrupción de la menstruación con la caída de estrógenos. Pero no solo tras la menopausia, todos los cambios hormonales de las mujeres a lo largo de su vida pueden ser determinantes en la salud de su corazón.
La investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares explica a RTVE Noticias cómo todo lo que ocurre durante la vida fértil de la mujer- menarquías tempranas o tardías, diabetes gestacional, hipertensión durante el embarazo o parto pretérmino- pueden ser factores de riesgo específicos en las mujeres: "Esto condiciona en un futuro para poder desarrollar una enfermedad coronaria, de tal manera que las mujeres deben hacer un seguimiento, acudir más a las consultas y seguir programas de revisión periódica", aconseja, para concluir que "las mujeres tienden a llamar antes a una ambulancia por un marido e hijo que por un problema propio".
Carolina Ortiz coordina el programa 'Mujer y corazón' de la Sociedad Española de Cardiología con el que se pretende, precisamente, alejar de la sociedad la idea errónea de que las enfermedades cardiovasculares "son cosa de hombres" y concienciar a las mujeres de la importancia de vigilar más todo lo referente a su corazón: "Cuando alguien no conoce su riesgo de infarto o insuficiencia cardiaca no consulta al médico y así es más difícil prevenir".
A su juicio, incrementar el conocimiento y concienciación existente sobre las enfermedades cardiovasculares en la mujer es imprescindible y aporta un dato de una encuesta realizada por la SEC en 2024: el 74 % de los españoles no sabe que este tipo de patologías constituyen la primera causa de muerte en la mujer.
Precisamente este mismo año se ha creado una alianza de entidades denominada Carmen (por ser uno de los nombres de mujer más comunes en España) para sensibilizar y profundizar en las diferencias entre mujeres y hombres en su salud integral, diferencias que tienen distintos orígenes (biológicos, pero también sociales, culturales y sanitarios) y están acreditadas ya en más de 700 enfermedades diferentes.
La portavoz de esta plataforma y miembro de la Real Academia de Medicina, María Trinidad Herrero, afirma que "los aspectos biológicos de las mujeres han sido ignorados históricamente, tanto en la investigación clínica como preclínica" y que este desconocimiento ha provocado que las mujeres estén "infraestudiadas, infradiagnosticadas e infratratadas", lo que se traduce en peores estándares de bienestar en todas las etapas vitales, siendo acuciante en la medicina de longevidad.