¡Asesinos, queréis matar a mi hermano!": el lamento que despidió a Sánchez-Bravo, fusilado por el franquismo
- Victoria Sánchez-Bravo, hermana de José Luis, asesinado, retrata a RTVE Noticias esos últimos días de septiembre
- Se cumplen 50 años de los últimos fusilamientos del franquismo
Al alba del 27 de septiembre de 1975 se escuchan a lo lejos tres descargas de un pelotón de fusilamiento. Suena la primera y el grito desgarrador de Victoria Sánchez-Bravo rompe el sosiego de la madrugada: "¡Asesinos, asesinos!". Suena otra y y sobre el cadáver que yace en el suelo se inclina un párroco que nunca pudo olvidar la expresión de su rostro.
Suena la tercera y cae el silencio sobre esta finca de Hoyo de Manzanares, Madrid. En la distancia, decenas de personas a las que se les ha prohibido presenciar el espectáculo dan forma en su mente a la tétrica escena con el sonido de las balas.
"Oí todos los disparos. Pensé, ese ha sido mi hermano, y salí corriendo como una loca por la carretera". Lo cuenta Victoria a RTVE Noticias, que rompe a llorar al recordar a su hermano José Luis, condenado a muerte por la dictadura hace justo este sábado 50 años.
Son los últimos fusilamientos del franquismo, enmarcados en cuatro consejos de guerra faltos de garantías, según expertos y juristas que vivieron los hechos. Una "esperpéntica" función que arrastraría para siempre el sufrimiento de toda una familia: “No solamente le asesinaron a él, mi madre solo quería morirse", lamenta Victoria a RTVE Noticias.
De la DGS a Carabanchel: a la búsqueda de "Hidalgo"
José Luis Sánchez-Bravo responde desde hace meses al nombre de "Hidalgo". Es 1974 y el joven de 21 años se ha pasado a la clandestinidad porque la Policía franquista le persigue por repartir "propaganda subversiva" en una manifestación contra el régimen. Su mujer, Silvia Carretero, con quien se ha casado recientemente en Madrid, está embarazada, aunque la criatura nunca conocerá a su padre.
"Llegó a casa un día y dijo: 'Mamá me tengo escapar, no te preocupes por mí porque va a venir la Policía'. Vinieron a por él y vieron los libros de política". Ajena a las preocupaciones ontológicas de su hermano, militante en el PCE m-l (marxista leninista), Victoria desconocía por completo en qué andaba metido.
Apenas sabe de él, únicamente que se ha casado con su nombre en la capital madrileña. Y ese fue el error, cree Victoria, que le llevó frente al pelotón de fusilamiento: “Con el apellido que tenemos, compuesto, enseguida le localizaron”.
Victoria Sánchez-Bravo entrevistada por TVE en La Manga (Murcia) TVE
Ramón García Sanz, José Luis Sánchez-Bravo, Manuel Cañaveras, María Jesús Dasca, José Fonfría y Concepción Tristán fueron acusados, detenidos y procesados en el mismo consejo sumarísimo el 17 de septiembre de 1975. El régimen les involucró en el asesinato a manos de un comando del Frente Revolucionario Antifascista Patriota (FRAP) de un teniente de la Guardia Civil y el fiscal solicitó la pena de muerte para cinco de ellos.
"Aquello fue un circo, querían matarlos", opina su hermana Victoria muchos años después. Todos ellos fueron trasladados a la Dirección General de Seguridad (DGS) de la Puerta del Sol, cuartel general de la Policía política de Franco. En sus despachos, los agentes de la Brigada Político Social (BPS) interrogan a golpes a los jóvenes y redactaron su propia versión de los hechos: "A través de las torturas lo único que hacen es ratificar lo que ya han construido", explica a RTVE Noticias Roger Mateos, periodista de la agencia EFE y autor de El verano de los inocentes, libro donde expone la falta de garantías en estos procesos.
La incomunicación entre los muros de Sol era total. "No nos daban señales de vida de mi hermano", cuenta Victoria al recordar los inútiles desplazamientos desde la prisión de Carabanchel hasta la DGS en busca de José Luis. "Luego entendí por qué me habían hecho eso. Era porque le estaban torturando, estaba todo deformado y desfigurado, no querían que nos pusiéramos en contacto con él por si se moría en una de esas palizas".
El despacho de la calle Lista
"El tribunal no admitió ni pruebas ni testigos (...) Todas las peticiones que cursaron las defensas fueron rechazadas", expone Mateos. Así lo acredita a RTVE Noticias la abogada laboralista Paquita Sauquillo, defensora en ese sumarísimo de María Jesús Dasca: "Pude ver a mi clienta en el furgón policial el día del juicio”.
Los letrados en la órbita de partidos y grupos antifranquistas fueron el único punto de apoyo para los represaliados políticos esos días. Sin embargo, esta ocasión fue distinta. El secretario general del Partido Comunista de España (PCE), Santiago Carrillo, prohibió a sus abogados defender a los militantes del FRAP para “distanciarse y condenar sin tapujos los atentados", explica Mateos.
Así lo hicieron también otras organizaciones obreras, que se excusaban con aquello entonces tan repetido de "lo ha dicho el partido", como amparándose en un mandamiento divino. Pero Sauquillo, histórica militante de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), no sucumbió a las directrices no intervencionistas.
Paquita Sauquillo entrevistada por TVE en 2005 desde su despacho de la calle Lista (Madrid) Archivo de TVE
"No hice caso, ni yo ni mi despacho, porque nos parecía que debíamos ir contra la pena de muerte y a favor de unos juicios justos”, argumenta reproduciendo las palabras que entonces le profirió su compañero Eduardo Carvajal: "A estos chicos hay que defenderles". Visto que nadie se quería hacer cargo de su defensa, finalmente decidieron aceptar el caso y una docena de letrados del despacho laboralista de la entonces calle Lista, —hoy José Ortega y Gasset— tomaron las riendas del asunto.
Sin embargo, la propia naturaleza de un proceso, que Sauquillo califica de "vengativo", acabó por consumirles. El 16 de septiembre, la Capitanía General de Madrid ordenó poner en marcha el consejo de guerra. “En dos días tuvimos que estudiarnos el sumario (...) Fue todo muy precipitado", protesta Sauquillo.
"¡Asesinos, asesinos, queréis matar a mi hermano!
La sala donde se celebra el consejo sumarísimo en el acuartelamiento de El Goloso (Madrid) está vigilada por un crucifijo, que parece anunciar el fatal destino de los seis procesados. Todo intento de los letrados por defender a sus clientes es inútil, dice Sauquillo, y las formas autoritarias del tribunal le obligaron a abandonar la sala. “Me escoltaron hasta la salida porque había miedo y venganza, no había condiciones, no había pruebas, todo fue rapidísimo”.
Sala donde tuvo lugar el consejo de guerra contra José Luis Sánchez-Bravo en El Goloso (Madrid) Archivo TVE
Fue lo más llamativo de estos procedimientos, apunta Roger Mateos, la "velocidad" con la que se resolvieron: "Fueron instrucciones fugaces en las que no se permitió a los abogados ejercer su derecho de defensa". Los militares despacharon el asunto con una deliberación de 19 minutos, según recoge una crónica de la época del diario ABC.
Los letrados cursaron más de 200 peticiones de pruebas balísticas, dactilares y testimoniales que fueron rechazadas en la totalidad, agrega el periodista Roger Mateos. Fue un proceso llevado a cabo "por la vía rápida y sin ningún tipo de garantías".
Tras oír el fallo del tribunal militar, Victoria no pudo evitar gritar desesperada el nombre de su hermano desde el público, abarrotado de policías y militares con afán de sangre: "¡Luis, Luis! Cuando dictaron sentencia, creía que le iban a matar en ese mismo momento". Al oír a su hermana, José Luis trató de darse la vuelta para tranquilizarla, pero uno de los agentes que le custodiaban le propinó un fuerte golpe, incorporándole de cara al crucifijo colgado en la pared. "Entonces, grité: ¡Asesinos, asesinos, queréis matar a mi hermano!".
Por su actitud fue expulsada de la sala y llevada por la fuerza a su hotel. "Los observadores extranjeros vinieron con los coches detrás, por eso no me metieron en la cárcel, porque venía mal para la opinión pública". Precisamente, una de las encargadas de supervisar el consejo, la representante de la Federación Internacional de los Derechos del Hombre, Elisabeth Ziegler-Muller, llegaría a denunciar aquel sumarísimo como un "procedimiento inquisitorial" donde "todo acusado que comparece es automáticamente condenado”.
Años más tarde, Victoria descubriría que fue el sádico comisario Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, quien le acompañó esa tarde a la pensión donde se alojaba con su madre en Madrid: "Luego me enteré de que era Billy el Niño, bajito con la cabeza gorda: Me sacó fuera de la sala y me metió en un coche".
“Luego me enteré de que era Billy el Niño, bajito con la cabeza gorda. Me sacó fuera de la sala y me metió en un coche“
La noche más larga
“La noche del 26 nos acompañó a Carabanchel Fernando Salas, el abogado de mi hermano. Cuando estábamos entrando me llamó aparte para comentarme que habían dado el 'enterado', que habían indultado a unos cuantos compañeros, pero que a él lo iban a matar. Entonces, entramos para dentro y, en fin, aquello fue la noche más larga”.
Es la expresión con la que las víctimas se refieren a aquellas últimas horas en "capilla" que Victoria, sus dos hermanos pequeños de 15 y 17 años y su madre compartieron junto a José Luis en la víspera de su asesinato. “Me dijo Fernando [Salas] que tenía que ser yo la que se lo dijera [a su madre]. Entramos dentro de la cárcel, la registraron, con vergüenza, la desnudaron allí al entrar en capilla y a mi también. Fue un sufrimiento terrible”.
En esta tumba descansan los restos de José Luis Sánchez-Bravo en un cementerio de Murcia TVE
De ese sumarísimo, finalmente el Consejo de Ministros ratificó dos condenas a muerte: la Sánchez-Bravo y la de Ramón García Sanz. Pero Hoyo de Manzanares fue testigo de una tercera ejecución aquel día, la de Xose Humberto Baena, sentenciado en otro consejo de guerra que se ofició días antes también en El Goloso.
Nadie pudo presenciar los fusilamientos salvo don Antonio, párroco de la localidad, que confesó a Paquita Sauquillo estar "hundido" ante lo que había visto. “A mi hermano no lo mataron el 27 de septiembre, a mi hermano y a mi familia nos mataron antes, cuando se tuvo que ir de Vigo, dejar la universidad, irse de mi tierra, abandonar a su madre (...) Han destrozado una familia".
“A mi hermano no lo mataron el 27 de septiembre, a mi hermano y a mi familia nos mataron antes, cuando se tuvo que ir de Vigo, dejar la universidad, irse de mi tierra, abandonar a su madre (...) Han destrozado una familia“
El 18 de octubre de 2024, el Gobierno español entregó a Victoria Sánchez-Bravo una declaración de reconocimiento y reparación, figura contenida en la ley de memoria democrática aprobada en 2022 que anuló la condena de su hermano y del resto de acusados “por vicios de forma y fondo”. "Han pasado 50 años largos y penosos años para reconocer que mi hermano era inocente", lamenta apenada porque su madre "ya no está y no lo puede ver".
El asesinato de José Luis Sánchez-Bravo despertó en su hermana Victoria una "consciencia" que la impulsó a luchar por la reparación del crimen que se cometió contra él y muchos otros opositores al régimen. Hoy, se enorgullece también por otras causas en las que ha involucrado, como su participación en las muchas movilizaciones por la preservación del Mar Menor, en Murcia.
Precisamente allí, en Mazarrón, descansaba "Hidalgo" junto a su esposa el día en fue asesinado el teniente de la Guardia Civil por el que se le condenó a muerte, según atestigua hoy su hermana. Todo, muy lejos de la escena del crimen, donde hoy reposan los restos de este luchador antifranquista.