El Gobierno se ha llevado una de cal y otra de arena en el comienzo de la temporada política
- Apenas 48h después de las medidas de Sánchez contra Israel, la UE propuso suspender el acuerdo comercial
- El Gobierno sufrió una derrota parlamentaria con la no tramitación de la reducción de la jornada laboral
Tal y como ha ido pasando la semana, lo mejor que parece haberle salido al presidente del Gobierno ha sido su anuncio el lunes, en declaración institucional sin preguntas, de nueve medidas contra Israel por el genocidio contra Palestina. Y sí, dijo por primera vez expresamente "genocidio".
Las críticas contra esas medidas le llovieron a chuzos de la derecha y la ultraderecha españolas, de PP y VOX, hasta el punto de que Feijóo vinculó a Sánchez con Hamás en un post en el que aseguraba que los terroristas le habían aplaudido.
Pero como si de una secuencia organizada se tratara, la Unión Europea salía 48 horas después en ayuda del presidente español. La presidenta de la Comisión Europea —del mismo partido que Feijóo, el PPE— daba un paso que nadie esperaba, o casi nadie. Von der Leyen proponía suspender el tratado comercial de la UE con Israel.
Un paso adelante que después ratificaba el Parlamento Europeo y que rompe el pacato camino trazado hasta ahora por los 27. Un cambio que vuelve a dar oxígeno a Pedro Sánchez.
Aunque es verdad que el texto de la UE no habla directamente de genocido, como sí lo nombró Sánchez. Lo que hace Europa es citar la investigación de la ONU para ver si hay o no genocidio. Un subterfugio, vaya.
La arena: la jornada laboral
Luego está la capa de arena: el varapalo del Congreso al Gobierno en el Proyecto de Ley para reducir la jornada laboral. Y sí, varapalo al Gobierno, no solo a Sumar, no solo a Yolanda Díaz.
Lo que sale del Consejo de Ministros es de todo el Ejecutivo de coalición, no únicamente del ministerio que lo propone, sea de uno o de otro partido, por mucho que los socialistas quisieran escabullirse diciendo que ya advirtieron a Díaz de que todavía no era el momento. Por mucho que dejaran sola a la vicepresidenta segunda en el banco azul del Congreso con la escasa compañía del ministro Bolaños.
Y el sector socialista del Gobierno daba tanta apariencia de importarle poco esa derrota que, incluso, hemos visto imágenes del presidente del Gobierno con su mujer yendo al estreno de una película a la misma hora en la que el pleno debatía y votaba si ese Proyecto de Ley se tramitaba o no.
No es que Pedro Sánchez no pueda ir al cine cuando quiera, lo que faltaba. Pero no parece ni el mejor día ni la mejor hora hacerlo cuando se está discutiendo en las Cortes sobre el horario de todos los trabajadores del país que gobierna.
Decibelios de septiembre
También nos ha llamado la atención el primer cuerpo a cuerpo Sánchez-Feijóo. El líder del PP se muestran dispuesto a no dejar soltar la presa de la presunta corrupción que afectaría a Pedro Sánchez, ya sea a su familia o a su partido, el PSOE. Tampoco va a olvidar el líder del PP las derrotas parlamentarias del Gobierno o la falta de nuevos presupuestos generales del Estado.
Son dos asuntos que, en un mitin, le han servido para asegurar que quien gobierna en esas circunstancias "lo que hace es secuestrar la democracia española". Nada más y nada menos. Es difícil imaginar cuánto va a seguir subiendo los decibelios el presidente de los populares hasta que lleguen las elecciones generales.
Pero la impresión que nos ha dado es que el presidente del Gobierno no piensa picar el anzuelo y pretende un papel más propositivo en sus intereses. Aquello que dijo de "hacer de la necesidad virtud". Que, le diga lo que le diga Feijóo, él va a ir a colocar su discurso, a darle la vuelta a las críticas de Feijóo. O eso parecía cuando sin venir a cuento instó al presidente del PP en el Congreso: "Lo que está pasando con Gaza es un genocido. Repita conmigo, señoría, es un genocidio".
Así las cosas se comprueba semana a semana que la menor aproximación Gobierno-PP es imposible, ni siquiera sobre la masacre en Gaza, por lo visto.