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Alaska, la nueva capital de la diplomacia entre EE.UU y Rusia: por qué Trump y Putin se reúnen ahí

Alaska, la nueva capital de la diplomacia entre EE.UU y Rusia: por qué Trump y Putin se reúnen ahí

En política internacional, el escenario de una cumbre importa casi tanto como el contenido de las conversaciones. Alaska es el estado 49 de Estados Unidos y el territorio elegido para acoger la reunión entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y ruso, Vladímir Putin.

"Es un lugar donde las fronteras han cambiado, donde se compró y vendió tierra; donde Moscú y Washington se unieron y negociaron el futuro de un territorio de la misma manera que pueden hacerlo con Ucrania", expone el profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad de Colorado, Peter Harris.

Alaska se prepara para recibir a Putin y Trump en su cumbre sobre Ucrania en la ciudad de Anchorage

Para Moscú, Alaska es, en palabras del asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, una elección "lógica", tanto por razones históricas como geográficas. La razón también es práctica. "Tenía que ser un territorio donde no se fuera a detener a Putin, dado que tiene órdenes de arresto internacionales en la Corte Penal Internacional", recuerda el director del think tank Inteligencia Geopolítica, Mario Pérez. Dicha institución no es reconocida ni por Rusia ni por Estados Unidos, por lo que el mandatario encuentra en Alaska un territorio seguro y alejado de las turbulencias diplomáticas.

"Putin no tiene que sobrevolar ningún otro territorio, salvo los kilómetros de mar gélido que separa a ambos países por el estrecho de Bering", subraya el profesor de Política Rusa y Postsoviética en la Universidad de Bath, Stephen Hall. "Además, Putin considera a Alaska un territorio histórico de Rusia; estar allí reunido contribuye a su idea de la grandeza rusa", argumenta.

La última vez que la región fue protagonista de un momento diplomático global fue en marzo de 2021, cuando Anchorage recibió a una delegación china con la Administración Biden. En su momento, la "poco hospitalaria" acogida de los estadounidenses, en palabras de los asiáticos, provocó una larga queja por parte del exministro de Relaciones Exteriores chino, Yang Jiechi. Esta vez, la incógnita está en cuán cálido será el recibimiento estadounidense a Putin.

De colonia rusa a la "locura de Seward"

Alaska fue rusa antes que estadounidense. Descubierta oficialmente por la expedición del danés al servicio de la marina rusa, Vitus Bering, en 1732, durante casi un siglo vivió bajo la bandera del imperio. En 1867, mientras Rusia aún se recuperaba de la guerra de Crimea, el zar Alejandro II aceptó su venta a Estado Unidos por 7,2 millones de dólares de la época (unos 100 millones de dólares actuales).

Para Washington, aquella compra fue llamada la "locura de Seward", en referencia al entonces secretario de Estado, William Henry Seward. No hubo medio nacional que no considerase la adquisición un gasto absurdo. Décadas después, los yacimientos de oro y petróleo y la geoestrategia demostraron la rentabilidad del enclave.

Este evento histórico, bien documentado y amparado por el derecho internacional, es rechazado por los sectores rusos más nacionalistas. De hecho, en los 90 algunas aulas rusas aún enseñaban que Alaska nunca se vendió, sino que se "arrendó" por 100 años y que Estados Unidos falsificó el contrato.

Más recientemente, en 2022, aparecieron en la ciudad siberiana de Krasnoyark varios anuncios de una empresa de remolques con el lema "Alaska es nuestra". La iniciativa privada amplificó las palabras del portavoz de la Duma rusa y político pro-Putin, Vyacheslav Volodin, que sugirió recuperar Alaska en represalia por las sanciones económicas de Occidente.

Estos mensajes chauvinistas no son novedad en la política rusa: incluso la página web del Kremlin afirma que Alaska fue colonizada exclusivamente por sus nacionales. Para los sectores más extremistas del país, como lo concibe Harris, "el simbolismo de que Alaska solía ser territorio ruso es bastante poderoso" en estas negociaciones.

Cumbres frías: de Reikiavik a Ginebra

Las relaciones más significativas entre Washington y Moscú siempre han tenido un toque invernal. Antes de Biden y Trump, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov debatieron en Reikiavik (1986) la eliminación de las armas nucleares en la URSS y Estados Unidos.

Alaska, la nueva capital de la diplomacia entre Rusia y Estados Unidos

El expresidente estadounidense, Ronald Reagan, y expresidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, estrechan manos al término de su reunión en Reikiavik (1986)

Gorbachov quería que Reagan abandonara las pruebas de la iniciativa de defensa antimisiles de la Guerra de las Galaxias, pero el entonces presidente estadounidense no accedió. Cuando Gorbachov le preguntó qué más se podría haber hecho para lograr la paz, Reagan se limitó a responder: "Deberías haber dicho 'sí'".

El fracaso fue tan sonado como productivo: un año después firmarían el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. En 2019, Putin suspendió su participación del acuerdo.

Durante la primera era Trump, la reunión más notable con Putin fue en Helsinki (2018). En la capital finlandesa, el presidente puso a su favor al Kremlin y en su contra a los servicios de inteligencia estadounidenses y sus acusaciones de interferencia electoral rusa en 2016. Su frase dio la vuelta al mundo: "Simplemente [Putin] dijo que no es Rusia. Les diré esto: no veo ninguna razón para que lo sea".

El presidente ruso Vladímir Putin (derecha) y el presidente estadounidense Donald Trump se dan la mano antes de una reunión en Helsinki, el 16 de julio de 2018.

El presidente ruso Vladímir Putin y el presidente estadounidense Donald Trump se dan la mano durante la cumbre en Helsinki (16 de julio de 2018) BRENDAN SMIALOWSKI / AFP

Mucho ha cambiado desde entonces. Ahora que Finlandia es un país miembro de la OTAN desde 2023, así como Suecia, el Báltico ha quedado descartado por Putin como punto de encuentro neutral.

En Ginebra (2021), con Joe Biden al mando, el ambiente fue más frío y los resultados nulos. Rusia ya comenzaba a concentrar tropas en la frontera con Ucrania, y el Donbás llevaba tiempo ocupado por fuerzas separatistas prorrusas. Ambos líderes conversaron durante tres horas, sin ningún avance. Menos de un año después, Putin ordenó la invasión de Ucrania.

Alaska, la nueva capital de la diplomacia entre Rusia y Estados Unidos

El expresidente estadounidense, Joe Biden, y el presidente ruso, Vladímir Putin, estrechan la mano en Ginebra PETER KLAUNZER

En las tres reuniones, los resultados fueron dispares, lo que alimenta la duda sobre el resultado en Alaska. De momento, cabe señalar que, más allá de una cumbre bilateral, Trump la interpreta como la antesala a un encuentro tripartito entre él, Putin y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. "Putin y Trump no pueden negociar individualmente el fin de la guerra, porque en último término Ucrania tiene que aceptarlo", recuerda Harris.

Europa, fuera del mapa

Elegir Alaska como destino es también un mensaje a Europa. Situada a miles de kilómetros de Ucrania y de las capitales europeas, la cumbre deja al Viejo Continente en un segundo plano. Por otro lado, era difícil imaginar a Putin aceptando un escenario que permitiera la presencia de la crítica europea.

Zelenski y Merz, en una rueda de prensa en Berlín

El canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, durante una rueda de prensa en Berlín EFE/EPA/FILIP SINGER

"Se trata de ubicar cierto poder e influencia en medio de Estados Unidos y Rusia como una especie de símbolo del pasado, cuando las dos superpotencias de la Guerra Fría se enfrentaban sin involucrar en sus asuntos a las potencias menores", asume Harris.

José Manuel Albares: "El destino de Ucrania no se puede decidir sin Ucrania ni sin los europeos"

Para el Kremlin, el premio real es negociar directamente con la Casa Blanca sobre el conflicto, las sanciones y la OTAN sin que Bruselas intervenga. Alaska ofrece un territorio remoto que aísla a Europa de las grandes decisiones que afectan a su seguridad. Esto, sumado a la confirmación de Trump de que la OTAN no estaría implicada en las garantías de seguridad a Ucrania si hay acuerdo con Rusia, reduce el margen de maniobra europeo.

Por otro lado, expertos como Hall cuestionan el valor real de Europa como mediador: "Ha hecho la vista gorda desde 2014 [cuando Rusia invadió Crimea] e incluso todavía hay países que no creen que esto sea una amenaza para su seguridad y que sea existencial De hecho, Reino Unido anunció que va a reducir su fuerza de paz en Ucrania, lo que demuestra las idas y venidas de la Coalición de Voluntarios y cómo nunca existió realmente", señala.

Sin embargo, Pérez también resalta cómo, ante el retroceso de ayuda estadounidense a Ucrania, "a fecha de agosto de 2025, Europa ya ha financiado más a Ucrania que Estados Unidos. Ahora es cuando el continente está adquiriendo un peso especialmente económico en la guerra, y es importante recordar que el dinero es el que manda a la hora de forzar a Ucrania", concluye.