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Una exbecaria del catedrático señalado en la Universidad de Barcelona: "Cada vez estás más aislada y dependes de él"

  • Las denunciantes cuentan situaciones de control y presión de grupo que vivieron con el sociólogo Ramón Flecha
  • Miguel Perlado, psicólogo: “No piensas que en un contexto así haya abuso de poder"
  • Si tienes más información respecto a este caso, déjanos un mensaje
Alumnos y alumnas en clase en un campus universitario.
Alumnos y alumnas en clase en un campus universitario. Foto: Getty

"Cuando hablaba Ramón, todo el mundo se callaba. Si intentabas intervenir, no era bien recibido“. “La transformación social tiene un precio. Te dedicas 24 horas, siete días a la semana. Cada vez estás más aislada y dependes de él”. “Me dijo: ‘¿Te gustaría ir a estudiar a Harvard?“. “Si le decías que no a algo, te caía una bronca propia de maltrato psicológico”. Rosalía, Clara, Glòria y Marianam (nombres ficticios para preservar su privacidad ante el temor a represalias) hablan de situaciones de abuso de poder y presión que vivieron en el grupo de investigación CREA con el catedrático emérito Ramón Flecha, denunciado por catorce mujeres ante la Universidad de Barcelona (UB) por mantener relaciones sexuales con becarias y estudiantes.

La denuncia describe un sistema que se mantuvo durante años. ¿Cómo se explica que tantas mujeres se vieran atrapadas en él y no hayan podido hablar hasta ahora? El psicólogo experto en organizaciones sectarias y autor del libro ¡Captados!: Todo lo que debes saber sobre las sectas (Ariel, 2020), Miguel Perlado y la psicóloga experta en relaciones de abuso y manipulación y autora del libro No soy yo, eres tú, Deborah Murcia, explican a RTVE Noticias los patrones de comportamiento tóxicos que pueden seguir las personas jerárquicamente superiores en un entorno como el académico.

"Un patrón prolongado de coerción sexual"

Más de 20 personas -con nombres ficticios para salvaguardar su anonimato- que han pasado por CREA (Comunidad de Investigación sobre Excelencia para Todos, por sus siglas en inglés) han dado sus testimonios en este reportaje. Ilustran con ejemplos las situaciones de control emocional, presión de grupo, castigos y enfados ocurridas en el grupo de investigación a lo largo de tres décadas. El hombre señalado en la denuncia, Ramón Flecha, ha negado todos los hechos a los cuatro medios que han elaborado esta investigación: RTVE Noticias, Ràdio 4-RNE, elDiario.es e InfoLibre.

“Un superior puede hacer pensar a la víctima que va a llegar muy lejos”

“Cuando entró en contacto conmigo, yo tenía 19 años. Era mayor de edad, pero mirado ahora en perspectiva, creo que era muy inmadura y muy influenciable. Yo quería cambiar el mundo de verdad”, cuenta Clara sobre el momento en el que conoció al sociólogo, en segundo de carrera, como muchas de sus compañeras que han dado testimonio.

"Es un caramelo, y el día que lo coges ya estás atrapada, las promesas son constantes"

“Encuentras a un profesor que te ofrece trabajar en la universidad y estudiar en Estados Unidos. Para muchas de nosotras era inalcanzable, en situaciones familiares no especialmente boyantes. Es un caramelo, y el día que lo coges ya estás atrapada, las promesas son constantes”, cuenta Margarita, que conoció a Flecha hace más de 20 años.

Mariana explica: “Salían convocatorias y no te podías presentar libremente. Todos preguntábamos ‘a quién le toca’. Si eras persona de confianza, te mandaban a universidades muy buenas”.

Para el psicólogo Miguel Perlado, “el poder y la autoridad son piezas esenciales” en una fase de “seducción que pasa por promesas y propuestas”. Así, añade que los superiores suelen ser personas con carisma, que tienen “un estilo discursivo, una narrativa elaborada, y una puesta en escena creíble en un contexto que valida la autoridad”. “Esto complica más las cosas, porque no puedes pensar que en un contexto así vaya a darse una situación de abuso de poder”, remata.

Según la psicóloga Deborah Murcia, quienes tienen un puesto de poder “saben perfectamente cómo manipular a estas personas que tienen menos experiencia. Lo utilizan para conseguir su fin”. Subraya que un superior puede hacer pensar a la víctima que va a llegar muy lejos en su carrera si da lo que le propone o promete, pero aclara: “No lo hacen con la intención de ayudar a la persona. La intención es egoísta, obtener algo de ella”.

“Te hace creer que fuera de CREA no podrás seguir trabajando”

Las afectadas coinciden en que, desde que entraban a trabajar o a colaborar en CREA, aprendían a investigar y a llevar a cabo proyectos científicos, pero a base de trabajar durante jornadas muy amplias, incluyendo fines de semana, vacaciones y festivos.

"Te insiste mucho en que se lo debes todo a él"

En muchos casos, afirman varias denunciantes, hacían investigaciones y redactaban para que firmaran otras personas. “Yo he trabajado mucho, he estado hasta las tantas de la madrugada”, cuenta Margarita, quien reconoce: “Hemos hecho nuestro currículum, pero también el de Ramón y más personas de la dirección”. “Te insiste mucho en que se lo debes todo a él. Te hace creer que fuera de CREA no podrás seguir trabajando. Es lo que te atrapa y te impide salir”, subraya.

Glòria, que fue becaria en CREA hace más de 20 años, aún recuerda el día que le dijeron: "Hoy vas a ir a casa de esta compañera para ayudarle a hacer su tesis doctoral". Por su parte, Fina, otra contratada en el grupo de investigación, se fue de Barcelona a trabajar a otra universidad. Recuerda dedicar hasta 50 horas semanales para cumplir con sus tareas y las de CREA. Al cabo de un tiempo fuera, cuenta: “Me aislaron, pasé mi cumpleaños sola. Todavía no sé por qué me castigaron”.

Respecto a las situaciones de explotación laboral que pueden darse en entornos universitarios, Perlado manifiesta que, “cuando se forma parte de un grupo o colectivo, sea intelectual, artístico, terapéutico o espiritual, las personas quieren ser aceptadas y no quedarse fuera”. “Te dicen que tienes que estar el fin de semana, y si no estás, te miran mal. Hay otras personas que trabajan más y tú no lo estás dando todo”, pone como ejemplo.

Además, el psicólogo alerta de que en cualquier contexto donde haya una relación de poder asimétrica, pueden aparecer, con el tiempo, grados variables de control bajo cualquier pretexto. “Ya no es sólo realizar una tarea o un proyecto: te prometen que estar ahí, con ellos, te va a transformar en otra persona. A partir de ahí, ocupan tu mente y empiezan a desplegarse todo tipo de mensajes orientados a trastocar tu percepción, subvertir tus valores y fomentar una mayor sumisión y miedo. Y en ese contexto, el grupo tendrá un efecto potenciador, porque actuará como extensión del fundador”, aclara.

Broncas en público, castigos y premios

Varias de las personas entrevistadas narran las “broncas”, “castigos” y “premios” que recibían del catedrático Ramón Flecha. “Si no hacías exactamente lo que él te decía, te hacía creer que lo destrozabas todo. Cuando alguna compañera discrepaba con él, las demás decíamos ‘calla, calla’, que esto va a peor”. “Cualquier error lo atribuye a que nos sale el tánatos de la socialización de la violencia que hemos tenido en nuestros rollos sexuales", subraya Àngela.

"Te echaba una bronca monumental delante de mucha gente "

“Te echaba una bronca monumental delante de mucha gente y te apartaba durante una semana o un mes. Luego te volvía a dar un caramelito como ‘he pensado que des esta charla”, afirma Margarita. Para Simona, lo peor de su estancia en el grupo de investigación llegó después de que acabaran las relaciones sexuales con Flecha: “Recibía broncas tremendas asociadas al trabajo, pero no explicaba nada a nadie. En CREA está prohibido exteriorizar sentimientos, tienes que sonreír”.

Pisos compartidos: contar intimidades una vez a la semana

La vida y el tiempo libre, aseguran las denunciantes, también giraban en torno al grupo de investigación. Miembros de CREA y voluntarios de la Escuela de Adultos de la Verneda -proyecto que cofundó Flecha en 1998- empezaron a vivir en pisos compartidos desde mediados de los 90 en adelante.

"Esos pisos acabaron convirtiéndose en espacios de control”

En opinión de Clara, esa convivencia tenía sentido en un principio, porque todos trabajaban juntos y eran amigos. “El problema es que poco a poco, esos pisos acabaron convirtiéndose en espacios de control”, cuenta.

Varias investigadoras indican que una vez a la semana había una sesión para contar intimidades sentimentales y sexuales, y que esa información llegaba a Flecha y a más personas de la dirección de CREA. También que había que explicar cómo transcurrían las citas de pareja a las compañeras y compañeros de piso, que decían si esa persona convenía o no, y qué tenían que hacer exactamente para conseguir una "relación transformadora".

Margarita relata: “Te metes en una rueda, ver partidos de fútbol, celebrar fin de año, fiestas de San Juan. Si te planteas salir de ahí, miras a tu alrededor y te preguntas ‘¿qué me queda?”. Por su parte, Fina, otra de las contratadas de CREA revela: “Le escribía millones de emails, todo se le tenía que consultar. Si te invitaban a cenar, le preguntabas si podías ir”.

"Respuestas más adecuadas, inmediatas y más cercanas"

En el escrito de denuncia que enviaron catorce mujeres al rector de la UB en junio de 2025, solicitan a la universidad que, como institución pública, actúe “de forma proactiva y diligente” ante los comportamientos de Flecha revelados estos días. También que use sus “mecanismos institucionales para prevenir y actuar frente a situaciones de acoso y violencia institucional”.

Por su parte, el especialista Miguel Perlado sugiere que el primer paso para las personas que pasan por este tipo de situaciones, es hablar y visibilizar lo vivido a la institución. “Si no, se enquista el problema y las personas pueden quedar doblemente dañadas”.

Recomienda que haya “diálogos abiertos, apertura, transparencia e incorporar la voz de las personas que sufrieron un abuso de poder”. Asimismo, aconseja poner en marcha medidas de saneamiento, como la renovación de los lugares de poder. “También es importante que las propias instituciones tengan canales éticos y de reclamación ágiles. Que pueda haber unas respuestas, más adecuadas, inmediatas y más cercanas”, remata.