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Del "silencio castigador" al aislamiento de la víctima: claves para identificar una relación de abuso de poder y manipulación

Guía contra los abusos
Guía contra los abusos RTVE / GETTY
SOFÍA SOLER / FÁTIMA SOLANO

Una escuela de teatro, un taller de danza, un coro, una asociación juvenil… Las denuncias en redes sociales (anónimas o no) exponen unas dinámicas de abuso de poder, manipulación y violencia sexual que en ocasiones se han normalizado por amor al arte o, simplemente, por amor.

Pero, ¿cómo salir de ahí?, ¿cómo ayudar a una amiga o una hija que esté pasando por ello? Después de investigar y reconstruir el caso de un coro juvenil de una importante ciudad española, RTVE.es ha hablado con psicólogas expertas para reconocer y prevenir estos abusos, sufridos más a menudo por mujeres y con sus particularidades cuando afectan a menores de edad.

Reconocer el abuso de poder: ¿cuáles son los rasgos?

"Todas las formas de violencia son un abuso de poder: el acoso escolar, la violencia de género, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual", comienza la psicóloga y directora de las líneas de ayuda a niños y adolescentes de la Fundación ANAR, Diana Díaz. Pero el "desequilibrio" que da una autoridad o liderazgo, no tiene por qué usarse de forma abusiva. El problema está en usarlo con el "objetivo de someter" a otras personas.

"En la mayoría de las situaciones, el abuso de poder tiene como fin último la agresión sexual, aunque no tiene que ser necesariamente así", apunta el director técnico de ANAR, Benjamín Ballesteros, con base en los estudios realizados con los datos recogidos por sus líneas de ayuda.

En ello, las psicólogas consultadas reconocen distintas estrategias. En primer lugar, la manipulación dentro de grupos comienza a menudo con el favoritismo o trato especial. Sobre esto, Ballesteros explica que el colmar con regalos, premios o dinero puede crear la ilusión de un consentimiento y es común en los abusos sexuales a menores.

Seguidamente, es habitual que la persona que abusa quiera mantener los hechos en secreto, algo que de nuevo ocurre especialmente cuando las víctimas son niños o adolescentes. Según el director técnico de ANAR, a eso se suma el "chantaje emocional": te dice que si traicionas el secreto, "eso puede causarte un daño a ti o a otras personas de tu entorno".

Chantajes, regalos y secretos funcionan de forma que la responsabilidad se traslada a la víctima y esta se culpa de lo que le está pasando. Así, la "no responsabilidad y la culpabilización" son dos de las características de las relaciones de abuso y manipulación que nos describe la psicóloga Deborah Murcia y que se aplican también a las relaciones adultas.

"Yo te he gritado porque tú me has provocado. Te he pegado porque tú has hecho esto. Te dejo de hablar por esto otro. Su conducta siempre está justificada por algo que tú has hecho", ejemplifica, lo que se relaciona también con la llamada 'luz de gas', cuando el abusador cuestiona lo ocurrido hasta hacer dudar a la víctima de su "propia realidad".

Finalmente, la psicóloga forense Ruth Pérez Enríquez hace referencia a otras dos señales frecuentes en las relaciones abusivas: el aislamiento de la víctima de su entorno y el uso habitual de un "silencio castigador".

"El agresor siempre pretende que la víctima sepa lo que le pasa a él. Deberías saber lo que me pasa a mí, porque yo estoy enfadada, pero tú has tenido la culpa", apunta Pérez, algo que puede darse en relaciones sentimentales, pero también en el trabajo. "La violencia de género y el acoso laboral tienen en común la violencia psicológica", añade.

En entornos con niños y adolescentes, los responsables de la Fundación ANAR alertan también del uso de alcohol o drogas y de la exposición a contenidos sexuales. "Es también una forma de abuso", recalca Ballesteros.

"Presentarse como objeto de deseo para otros niños o adolescentes o hablar de ello como algo habitual también hace que se normalice, forma parte de la manipulación", completa Díaz.

¿Quiénes son más vulnerables?

Cualquier persona puede ser víctima de abusos de poder y violencias, sin embargo, las estadísticas reflejan que es más frecuente en personas vulnerables, porque han sufrido otros abusos en el pasado o porque tienen un entorno menos presente.

"Provienen muchas veces de familias desestructuradas", señalan desde Fundación ANAR. "Son personas más vulnerables porque tienen más tendencia a someterse y, además, no tienen a nadie del entorno que les pueda proteger. Los agresores eligen muy bien a sus víctimas".

Por otro lado, las denuncias anónimas en @testimoniosartesescenicas y la investigación realizada por RTVE.es en un coro muestran que si los abusos se producen dentro de un grupo, la manipulación puede llevar a una espiral del silencio que encierra a las víctimas.

"El grupo sigue la norma, nadie quiere llevar la contraria para no tener problemas", señala la psicóloga forense Ruth Pérez Enríquez, que pone como ejemplo los casos de "acoso escolar", y explica que son situaciones en las que la responsabilidad de lo que está ocurriendo queda diluida en el grupo. "Como cuando alguien se cae en una calle llena de gente. A lo mejor acuden 10 personas, a lo mejor no acude nadie".

¿Cómo afecta a las víctimas? Las claves para identificarlo

Los psicólogos consultados insisten en que la red de apoyo es determinante para que las víctimas puedan abandonar una relación de maltrato o un ambiente abusivo. Por ello, les hemos preguntado por los signos para identificar lo que sucede cuando una persona próxima sufre esta situación.

"Por un lado, la víctima deja de contar cosas de la relación (…) Por otro, también podemos notar cómo se va a alejando de su entorno, te va poniendo excusas…", enumera la psicóloga Deborah Murcia, que afirma que esto sucede en paralelo a una actitud más triste o irritable. "Creo que es muy gráfico cuando ves que una persona va perdiendo su luz".

En cuanto a los daños psíquicos, la psicóloga forense Ruth Pérez advierte que son comunes en las víctimas de violencia de género, agresiones sexuales, acoso laboral u otro tipo de violencias. Estas suelen sufrir ansiedad, depresiones y, en algunos casos, trastorno de estrés postraumático, dolencias que pueden superarse a través de la terapia y la medicación supervisada por un médico especialista.

En el caso específico de los menores de edad víctimas de abusos (sexuales o no), desde Fundación ANAR hablan de señales como la caída del rendimiento escolar, la hispersexualización precoz, el rechazo a acudir al colegio, el retraimiento social o los trastornos del sueño y la conducta alimentaria. Aunque cada caso es distinto y no puede hablarse una lista de 'síntomas' inequívocos, se trata de detectar "cambios bruscos" en el carácter del niño o el adolescente, más agresivos o más tristes de lo normal. "La agresividad a veces es pura tristeza", apunta Diana Díaz, responsable de las líneas de atención de la organización.

¿Cómo ayudar a una víctima?

La psicóloga Deborah Murcia, que está especializada en relaciones de abuso, manipulación y dependencia emocional, recomienda mostrar a la víctima un "apoyo incondicional" para que no nos deje de contar por lo que está pasando.

"Se dice que [la víctima] está ahí porque quiere, pero no es así. Tenemos que tener en cuenta que hay mecanismos que la tienen enganchada y que no puede salir", expone. "Pero si esa persona sabe que tiene una red de apoyo fuera de la relación, posiblemente en algún momento se le puedan abrir los ojos".

Sobre la importancia de mantener los canales de comunicación abiertos, los expertos de la Fundación ANAR, centrados en menores y adolescentes, destacan la importancia de reaccionar siempre de forma sosegada y serena. "Si el familiar se asusta mucho, el menor de edad puede retractarse", apunta Díaz.

Las víctimas de relaciones abusivas a menudo tienen ideaciones suicidas como consecuencia de la manipulación y la 'luz de gas' que deriva en depresiones. Por eso, además de la presencia del entorno, es muy importante la ayuda profesional psicológica. "De forma irracional, la persona cree que solo puede solucionarlo así. Pero todo, absolutamente todo tiene solución", subraya Benjamín Ballesteros, de ANAR. "El tratamiento psicológico es clave, sobre todo, para entender que se ha producido una situación de sometimiento".

Desde esta organización recuerdan que si los abusos a menores son constitutivos de delitos, se puede denunciar años después. El plazo de prescripción no empieza a contar hasta que la víctima cumpla los 35 años y, dependiendo de la gravedad, los hechos prescribirán entre cinco y 15 años después. "Es muy pertinente la denuncia para prevenir futuros delitos", indican.

Un mensaje de esperanza… y prevención

Con todo, los especialistas insisten en dar también un mensaje de esperanza. "No solamente podemos superar este tipo de situaciones, sino que además podemos quedar reforzados y preparados para ayudar mejor a otras personas en la misma situación", concluye Ballesteros.

Y para que no siga ocurriendo, la clave está en la prevención, que comienza con la buena comunicación desde la infancia y pasa por una educación afectivo-sexual adecuada y adaptada a cada edad.