La teocracia iraní sobrevive a la 'Guerra de los 12 días': así funciona el sistema de los ayatolás
- Irán e Israel cumplen el frágil alto el fuego anunciado por el presidente de Estados Unidos
- La República Islámica sale victoriosa al salvaguardar la vida de su líder supremo
Oriente Próximo vive uno de los momentos más convulsos de su historia reciente. A la sangrienta guerra en Gaza se ha sumado la 'Guerra de los 12 días' entre Israel e Irán. Tras largos días de tensión y de intercambio de misiles, las dos potencias regionales siguen cumpliendo con el alto el fuego impuesto y anunciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Una tregua que llegó después de que el estadounidense decidiera sumarse a la guerra contra Teherán bombardeando las tres principales instalaciones del programa nuclear iraní: Isfahán, Natanz y Fordow y que tuvo como respuesta iraní el bombardeo a la base militar de Washington en Catar.
La crisis ha abierto un escenario incierto sin precedentes en la región, pero también ha dejado una certeza, que Israel y Estados Unidos no han acabado con 46 años de Revolución Islámica. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no ocultó sus grandes metas con estos ataques al país persa: la primera era aniquilar una parte crucial de las instalaciones nucleares y la segunda, acabar con el régimen de los ayatolás. El primer objetivo está conseguido, según el primer ministro hebreo y el mandatario estadounidense. Sin embargo, no ha logrado "asesinar a Jameneí" que, como él mismo dijo, sería la única forma de poner "fin al conflicto".
El líder supremo y su régimen no solo han sobrevivido a una de las amenazas más graves de los últimos tiempos, sino que mantiene la resistencia a Washington. El jueves, en su primer mensaje tras la tregua, Jameneí aseguró que Trump "exagera" el impacto de su ataque en las bases nucleares y avisó de que cualquier agresión futura contra su territorio tendría un alto coste. Además, presumió de su capacidad para dañar bases militares estadounidenses y amenazó con repetir estas acciones si se reanuda la agresión.
La victoria para Jameneí
Una investigación del periódico The New York Times reveló el pasado sábado la decisión de Jameneí de trasladar tres nombres de posibles sucesores a la Asamblea de Expertos —el órgano que elige al líder supremo— en caso de que muriera en un ataque de Tel Aviv o Washington. Desde un búnker, a sus 86 años, el líder supremo se preparó para el peor de los escenarios, una decisión que inevitablemente abrió varios interrogantes dentro y fuera del país. ¿Sobrevivirá el régimen iraní? ¿Qué pasaría si muere Alí Jameneí? ¿Se encuentran los ayatolás en un momento de máxima debilidad?
La figura del líder supremo es crucial para la supervivencia del régimen ultraconservador: el país persa se levanta sobre los cimientos de una teocracia compleja y desconocida en Occidente. Se trata de un sistema impermeable basado en la interpretación más radical del chiismo, rama mayoritaria en Irán. Tiene una estructura piramidal cuya cima ocupa el líder supremo, la autoridad que dicta la última palabra por encima de la carta magna, tal y como recoge en el artículo 110 de la misma. Es el jefe del Estado del que dependen las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial, el Consejo de Discernimiento y el Consejo de los Guardianes.
Ratifica al presidente del Gobierno, a los altos cargos de la Justicia y nombra al director general de la radiotelevisión pública. Cuenta con el control de los órganos imprescindibles para el ejercer el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Ángel Losada, exembajador de España en Irán, tenía claro que el régimen no iba a caer en la reciente guerra. Sin embargo, el conflicto se ha producido en un momento de máxima debilidad del régimen por la situación interna del país, donde la abstención protagonizó las últimas elecciones en un claro mensaje a Jameneí.
La fetua le convierte en Dios
El líder supremo, después de Alá, es el segundo Dios en la tierra persa. Jameneí tiene un mandato vitalicio. Según la Constitución de 1979 de la República Islámica, la autoridad islámica consiste en la "tutela religiosa". "La clave del sistema se basa en la interpretación particular del ayatolá Jomeini a la noción de tutela en el chiismo", explica Alfred Gutiérrez-Kavanagh, experto en Relaciones Internacionales y Oriente Medio. "El propio artículo 2.5 de la Constitución establece que el Gobierno se basa en el liderazgo continuo (imamat) y la guía perpetua del actual líder. Su papel es fundamental para asegurar el proceso ininterrumpido de la Revolución Islámica", añade.
El líder supremo es el único que tiene la potestad de dictar fetuas. "Puede declarar la pena de muerte de alguien o tomar cualquier decisión por su cuenta y esto le otorga un tremendo poder absolutista", explica Ángel Losada. Criticar su palabra puede ser castigado con prisión.
El claro favorito para suceder una hipotética sucesión de Jameneí era el ultraconservador Ebrahim Raisí, que falleció en 9 de mayo de 2024 en un accidente de helicóptero en una zona montañosa en el noroeste de Irán. Los iraníes lo apodaron como "un juez de la horca" o el "carnicero de Teherán".
Tras su muerte, otro de los nombres más sonados es el de su hijo: Mojtabá Jamenei, un clérigo de rango medio cuyo nombre provoca contradicciones dentro del propio sistema de los ayatolás que se levantaron contra la monarquía y su naturaleza hereditaria. "El actual líder tendrá ciertos reparos porque sea su hijo, pero es el candidato más avanzado y el que cuenta con el apoyo incondicional también de la Guardia Revolucionaria", explica Losada. Otro elemento espinoso es que no tiene el nivel de ayatolá, algo que ocurrió cuando nombraron a su padre, que en 1989 tuvo que reformar la ley fundamental para que pudiera gobernar.
La Guardia Revolucionaria, la gran dañada
La Guardia Revolucionaria es el corazón del sistema clerical. Es el órgano que más ha dañado Israel, dejándolo descabezado con el asesinato de su comandante en jefe, el general Hosein Salami, y el jefe Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Mohamad Hosein Baqerí, entre otros. Serán, de hecho, despedidos en un funeral de Estado este sábado. "El sistema de inteligencia, el de la Guardia Revolucionaria, parecía ser más eficaz, pero ha fallado", dice Losada. Tel Aviv tocó la cúpula, pero fueron repuestos inmediatamente. "No tardaron nada en reponerlos y lo mismo habría ocurrido con el líder supremo para que no haya vacío de poder", explica el exembajador en Teherán.
Aunque los golpes a la inteligencia iraní comenzaron tras el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 y la reactivación del conflicto palestino-israelí. "El Gobierno israelí comenzó a desarrollar una operación de gran envergadura para eliminar a los principales grupos terroristas financiados por Irán como Hamás e Hizbulá", argumenta el experto en Irán. Además, los ataques que se produjeron en suelo iraní se hicieron desde dentro de Irán, lo que implica que en los últimos años el Mosad (inteligencia de Israel) ha podido crear una red de inteligencia y avituallamiento dentro del país que ha vencido a las autoridades iraníes.
La Guardia Revolucionaria nació en los primeros años de la Revolución Islámica de la mano de su padre y fundador, Rouhan Jomeini, y sirve de protección al sistema político. "Cuando llegó al poder no se fiaba del ejército y creó esta guardia pretoriana que se convierte en una fuerza armada que impuso cuando comenzó la guerra con Irak (1980)", explica Losada. Cuenta con al menos 125.000 efectivos militantes que se encargan de blindar las normas islamistas, esquivan la interferencia extranjera y sobre todo evitan "movimientos desviados".
Además, el diplomático recuerda que este órgano tiene un poder abismal, no solo político, sino que concentra hasta el 70% del poder económico en la actualidad. Al contar con tanto poder, los guardias de la revolución harán todo lo posible para que el sistema de los ayatolás no se desmorone. También existe una fuerza paramilitar clave, el Basich, formada por voluntarios y utilizada para reprimir y controlar la desobediencia. "La represión ha generado una profunda desafección de la ciudadanía que ha permitido la proliferación de redes contraespionaje israelí en el territorio iraní", reitera Gutiérrez-Kavanagh.
Consejo de los Guardianes y Asamblea de Expertos
Otro actor imprescindible para el funcionamiento de la República Islámica es el Consejo de los Guardianes, que está compuesto por 12 miembros, un número simbólico y relevante para los chiitas. "A los seis teólogos los nombra el propio líder supremo y a los otros seis, el presidente del Poder Judicial, que es designado directamente por el líder supremo", argumenta Gutiérrez-Kavanagh. El órgano equivale a un Tribunal Constitucional: "Una ley aprobada en el Parlamento necesita el visto bueno del Consejo de los Guardianes. Incluso es quien decide quiénes son aptos para postularse a diputado", explica Ángel Losada.
La Asamblea de Expertos, elegida o ratificada cada ocho años por sufragio universal, es otra de las columnas fundamentales de los ayatolás. Siempre está bajo la lupa del Consejo de los Guardianes y es la institución que tiene el poder en todo lo que se refiere a la elección del líder supremo.
Los que menos poder ostentan en la República Islámica son el Parlamento y el Gobierno. La figura del presidente tras la victoria de la Revolución Islámica se ha visto relegada a un segundo plano. Masoud Pezeshkian se impuso en las últimas elecciones presidenciales con un perfil reformista. Este médico y no religioso es un político conocido por su moderación, su acercamiento a Occidente y las críticas al velo. Pezeshkian entró en un sistema muy rígido y con un poder muy limitado. "El gran temor del régimen era la legitimidad ante la gran abstención y la asfixia económica les llevaba a buscar perfiles con capacidad para apaciguar el descontento interno y para negociar con Occidente", argumenta Losada.
Por otro lado, la mayoría de la los 290 escaños de la Asamblea Consultiva Islámica, el equivalente al Parlamento, están ocupados por ultraconservadores. En la 'Guerra de los 12 días', la Asamblea Consultiva votó a favor de suspender la cooperación con Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA). Justo después del ataque de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares iraníes, propuso cerrar el estrecho de Ormuz, uno de los corredores marítimos más relevantes para el comercio global de crudo.
El liderazgo desierto de la oposición
Pezeshkian cuenta también con el ministro de exteriores de Irán, Abbas Araqchi. Este diplomático aperturista, que fue embajador en otros países, estaba dispuesto a acercar posturas incluso con Donald Trump. Los políticos reformistas se han visto abocados a la imposibilidad de llevar a cabo su agenda por el veto permanente de la Oficina del Líder de la Revolución. "El sistema actual, particularmente tras el Gobierno de Mahmoud Ahmadinejad, ha experimentado una involución concentrando cada vez más poder en los asesores ultraconservadores del líder supremo", analiza Alfred Gutiérrez-Kavanagh. En cualquier caso, la brutal represión contra disidentes y críticos ha dejado desierto el liderazgo en la oposición. "No hay un claro líder opositor que pueda aunar las voces que exigen cambios y esa gran ausencia en los momentos más críticos ha permitido la supervivencia del régimen", asegura el exembajador en Teherán. En las protestas por la muerte de Mahsa Amini no emergió una figura para abanderar una alternativa, coinciden los analistas.
De hecho, la salida del presidente Ahmadineyad del Gobierno en 2013 marcó un punto de inflexión, pues comenzó a apreciarse una reacción social más contundente contra el régimen teocrático. "Esto se traduce en una mayor represión y en un aumento de la tasa de impopularidad. No hay que olvidar que millones de iraníes se han visto forzados a abandonar su país por ser considerados disidentes y desde el extranjero llevan años promoviendo la transición hacia un sistema democrático", alega el experto. Por esto, los que reinan en esta teocracia "harán lo que haga falta para sobrevivir. Negociará si hace falta. La supervivencia del régimen está por encima de las personas", concluye Losada.