Atrapados en la dana, seis meses después: "Pasan los días y yo lo veo todo igual"
- Miles de valencianos continúan a la espera de poder recuperar la vida anterior a aquel fatídico 29 de octubre
- Medio año después, las heridas son aún muy visibles: en viviendas, ascensores, garajes, colegios, infraestructuras...
Medio año después de la dana, las heridas siguen aún muy visibles en las zonas más afectadas de la provincia de Valencia. Desde aquella trágica tarde del pasado 29 de octubre, cuando una lengua de agua y barro se llevó por delante 227 vidas y arrasó todo cuanto encontró a su paso, los trabajos de reconstrucción han avanzado, pero todavía quedan muchas secuelas del desastre, y miles de personas no han recuperado aún la vida anterior a la riada.
Las cifras son abrumadoras. La Generalitat valenciana calcula que la dana afectó a más de 300.000 personas, 11.250 viviendas, 141.000 vehículos y 830 kilómetros de carreteras, entre otras pérdidas destacadas. En total, cifra en alrededor de 18.000 millones de euros los daños ocasionados.
Para que estas localidades pudiesen regresar a la normalidad lo antes posible, se optó por retirar inmediatamente los miles de coches que quedaron destrozados por la fuerza de la riada. Durante las semanas posteriores, fueron apilados en las afueras, como inmensos cementerios de chatarra, antes de que los desguaces pudiesen hacerse cargo de ellos. Seis meses después apenas queda rastro de aquellas montañas de automóviles, pero todavía muchos valencianos siguen pendientes de que las empresas de desguace les den la baja definitiva de su vehículo perdido y el certificado de achatarramiento, para no tener que devolver las ayudas que han recibido.
Otra de las secuelas más visibles de la dana es la de los ascensores, ya que aún quedan miles sin reparar, por lo que muchas personas ancianas, o con movilidad reducida, siguen sin poder salir a la calle porque no tienen manera de bajar, o hacerlo es tan complicado que optan por permanecer en sus domicilios. Allí reciben regularmente la visita de médicos y personal sanitario; y también de familiares, vecinos y voluntarios que les traen los medicamentos y los alimentos que necesitan.
Trabajos de reconstrucción del barranco del Poyo, a su paso por la localidad de Paiporta. EFE / K. FORSTERLING
Miles de ascensores inoperativos
Es el caso de María, una vecina de 86 años que ha podido moverse de su domicilio por primera vez hace solo unas semanas gracias a una silla oruga, adaptada para subir y bajar escaleras sin apenas esfuerzo, y que ha sido aportada por Cruz Roja. “Antes salía todos los días, pero ahora llevo seis meses sin hacerlo, nada más que tres veces que me han sacado los voluntarios”, asegura a TVE. Según le han comentado, el ascensor podría volver a estar operativo en agosto, pero tampoco termina de creérselo porque han aprendido a desconfiar de los plazos que les han ido dando.
Pilar Salort, la responsable del plan dana en la provincia de Valencia de Cruz Roja, calcula que han realizado en torno a 2.000 movilizaciones con sus sillas oruga, "que suponen muchas Marías, y supone dar un poco de vida y de vuelta a la normalidad a las personas que han sufrido esta situación".
En las comunidades de vecinos, la reparación de los ascensores dañados por la riada se ha convertido en la gran asignatura pendiente. Más de 10.000 resultaron dañados, de los que entre 2.000 y 3.000 siguen aún fuera de servicio. La escasez de técnicos y piezas está ralentizando el proceso, pero Ascencoval, la Asociación de Empresas de Ascensores de la Comunidad Valenciana, calcula que para final de año prácticamente el 100% de ellos estará arreglado, mientras pide que se priorice la reparación de aquellos elevadores situados en edificios habitados por personas con movilidad reducida.
Luisa, de 77 años, lleva seis meses subiendo la compra por las escaleras. El suyo es uno de esos ascensores que siguen dañados, de momento sin fecha de reparación. “Aquí no ha venido nadie”, denuncia, y asegura que todos los días "llega a casa reventada con el carro”. “Siempre hay algún alma caritativa que entra al portal o que baja por las escaleras y me ayuda a subir el carrito, pero si no, soy yo la que me lo tengo que subir”, declara a TVE.
Otra de las grandes asignaturas pendientes, aunque esta vez a nivel de infraestructuras, es la línea de Metrovalencia, cuya red quedó muy dañada tras el impacto de la riada, especialmente la Línea 1 entre Paiporta y Castelló. La Generalitat se ha comprometido a recuperar completamente el servicio antes del 21 de junio y, mientras tanto, siguen funcionando los autobuses lanzadera que conectan las localidades de l'Horta Sud con la ciudad de Valencia y con el resto de localidades.
Reconstrucción de sus hogares
Y también, por supuesto, están los daños ocasionados en viviendas. Se calcula que la riada afectó a más de 75.000 viviendas solo en la considerada como "zona cero" de l'Horta Sud, y aunque se ha avanzado en los trabajos de reconstrucción, muchos vecinos han tenido que decir adiós definitivamente a sus antiguos hogares, mientras que otros siguen a la espera de avanzar con los trámites y con los trabajos para recuperarlos.
José es un vecino de Aldaia que está haciendo frente a la reconstrucción de su casa con la ayuda de Cruz Roja. “Si no, no lo podríamos haber hecho”, a pesar de tener seguro, reconoce a TVE, y cuenta cómo tampoco hubiese podido amueblar la vivienda tras las obras, ya que se trata de muebles a medida. En su caso, calcula que no podrá regresar a su hogar hasta septiembre.
Barranco del Poyo a su paso por Picanya, donde los daños causado por la inundación son claramente visibles. EFE / MANUEL BRUQUE
Picanya se encuentra entre las localidades de la denominada "zona cero" de la dana, aunque la destrucción se concentra en las zonas más cercanas al Barranco del Poyo, que divide a la localidad. Felipe y Constanza vivían allí, y su hogar sufrió graves daños estructurales. Este matrimonio sigue a la espera de que por fin sea demolido parcialmente, para poder recuperar su vida anterior. Mientras tanto, se encuentran alojados en una vivienda social, porque no pueden pagar un alquiler. “Han pasado 6 meses y todavía estamos esperando a ver cuándo se realiza el derribo parcial para poder limpiar, que entre el arquitecto y que valore los daños de la vivienda", cuentan a TVE. “Hay que reconstruirla, porque derribarla por completo sería la ruina total”, se lamentan.
En la misma calle, Salvador es el propietario de una vivienda que tiene previsto reconstruir, y está a la espera de empezar a rehabilitarla para "poder seguir haciendo nuestras vidas". “El 90% de los vecinos hemos decidido seguir aquí, y lo que se pueda rehabilitar, se va a rehabilitar", manifiesta, y cuenta cómo "la gente quiere quedarse aquí porque es donde han nacido". “Ha pasado ya medio año, y seguimos prácticamente igual. Yo me he tenido que ir de alquiler a otro sitio”, afirma.
Más adelante, siguiendo el curso del Barranco del Poyo, se encuentra Alfafar. En el parque Alcosa, una de las zonas más afectadas, han comenzado las rehabilitaciones después de medio año. Para poder afrontarlas, María ha tenido que recurrir a sus ahorros y a las donaciones, porque, como les sucedió a miles de valencianos, la dana le sorprendió sin seguro y las ayudas solo cubren un 25% del coste. “Siento impotencia, porque pasan los días y yo lo veo todo igual. Es mucho tiempo ya, y mi casa sigue desastrada”, expresa.
Mercedes, otra vecina del parque Alcosa, ya está rehaciendo su casa. Igual que María, ella no tenía seguro, aunque en su caso ha contado con algunas ayudas y donaciones. “Estoy aquí luchando, tratando de recuperar lo que he perdido”, declara a TVE, sin poder ocultar que la situación se le está haciendo muy cuesta arriba porque tiene una pensión "muy bajita”.
Recuperación de los garajes
Los garajes, situados habitualmente en zonas subterráneas, fueron una de las infraestructuras más dañadas por la riada. Después de sacar el barro, es momento de rehabilitar, pero muchas comunidades son incapaces de hacer frente al coste. Es lo que les ocurre a unos 40 vecinos de Massanassa, que no pueden desembolsar los los más de 230.000 euros que suponen las obras. En su caso, tendrían que pagarlos de su bolsillo porque el administrador devolvió el recibo del seguro, y nadie les avisó.
José Javier, presidente del garaje de la comunidad, manifiesta a TVE que "llevamos medio año sin poder utilizar el garaje por un cúmulo de negligencias”. “Algunos vecinos tienen dos plazas, lo que supone entre 14.000 y 16.000 euros. A eso añádele los dos vehículos que has perdido, los enseres se han arruinado en el trastero y la problemática de no tener dónde aparcar los nuevos coches que has comprado", dice.
“Es mucha ansiedad la que tenemos”, reconoce, mientras cuenta cómo ahora se ven obligados a aparcar en la calle, a pesar de que "sigue habiendo barro y se pinchan los coches con los residuos que todavía quedan de la dana".
Primer puente reconstruido sobre el barranco del Poyo, que forma parte de la red de Metrovalencia. EFE/ K. FORSTERLING
Ocho colegios e institutos, aún inoperativos
Los niños y menores han sido otros de los grandes afectados por la dana del 29 de octubre, y seis meses después miles de ellos siguen sufriendo sus secuelas. Cerca de 4.000 alumnos han sido reubicados, en algunos casos perdiendo horas de clase diarias, mientras continúa sin fecha el inicio de las obras de los ocho colegios e institutos que tendrán que ser demolidos y reconstruidos.
El colegio L´Horta es el más afectado de Paiporta, ya que es el único que no va a volver a la presencialidad en el edificio anterior, sino que los alumnos van a ser reinstalados en aulas modulares. Toni Martínez, presidente del AMPA de este centro educativo, denuncia que "va a haber un atraso comparativo con el resto de centros de Paiporta desde el punto de vista de que tienen una hora lectiva menos al día”.
“Lo que más hemos echado en falta ha sido tener un servicio de autobuses bueno”, critica, y cree que “no ha habido una planificación como tocaba por parte de la Consellería de Educación”, ya que “no se han sentado para ver lo que realmente hacía falta”, y han ido “dando bandazos”.
Casi 500 alumnos de este colegio están desplazados desde el día 5 de diciembre en otros centros educativos de la provincia. Sin embargo, según denuncian, hay falta de autobuses y todos los días los alumnos están llegando tarde, con la pérdida de horas lectivas que eso conlleva. Calculan que volverán a las aulas modulares como mínimo a mediados de mayo.
“Son niños que acaban de salir de una situación excepcional, y necesitan más apoyo que nunca, y lo que estamos obteniendo es todo lo contrario. Se les está quitando horas escolares y se está irrumpiendo su rutina", desaprueba Tamara, una de las madres. "Esto es un descontrol, porque los autobuses a veces llegan a las 9, o a las 10. No están cumpliendo con lo acordado y está repercutiendo en los niños", añade.
Mireia, vecina de Paiporta, cuenta a TVE cómo “hay que levantar a los niños casi una hora antes, porque están acostumbrados a entrar a las 9 pero tenemos que venir aquí a los autobuses a las 08:20". También describe cómo, después de reunirse con la Consellería autonómica y con el Ayuntamiento de la localidad, los plazos se han ido dilatando con el paso de los meses. “No os preocupéis, que después de Navidades estáis en Paiporta", les dijeron, y "después que el 10 de febrero, luego que después de Fallas y finalmente que antes de Semana Santa todos los colegios iban a estar en sus pueblos a excepción de uno". Sin embargo, las obras se han ido demorando por falta de permisos, de operarios...
Aline, también de Paiporta, tiene dos niños, que han sido reubicados temporalmente en un colegio de Alaquàs, “Ya no hay conciliación familiar. Yo he tenido que dejar mi trabajo porque no podía conciliar la hora del autobús con la hora del trabajo”, declara a TVE, mientras cuenta cómo los menores han tenido que renunciar a actividades extraescolares.