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El miedo marca el voto de los ecuatorianos en España: "Te duermes con el temor a que secuestren a un familiar tuyo"

  • Cerca de 190.000 ecuatorianos en España están llamados a las urnas en la segunda vuelta de las elecciones
  • Las dos opciones son la mano dura de Daniel Noboa o la vuelta al correísmo con Luisa González
  • Elecciones en Ecuador, en directo

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Elecciones Ecuador 2025: Los ecuatorianos en España serán decisivos
Miembros de una mesa electoral de Madrid esperan a los votantes Marcos del Mazo/LightRocket vía Getty Images

En el barrio madrileño de la Latina se siente el pulso democrático ecuatoriano. Unos 9.000 kilómetros separan Madrid de Quito, pero la propaganda electoral en las calles recuerda la cita con las urnas de este domingo. Es una expresión lógica, ya que la mayoría de la comunidad ecuatoriana residente en España se asienta desde hace décadas en la capital. Estas personas conforman la quinta nacionalidad extranjera más numerosa del país, con cerca de 400.000 residentes, de los cuales 189.654 están llamados para ejercer su derecho al voto en la segunda vuelta. Se enfrentan a una decisión clave y se debaten entre dos opciones: la mano dura del presidente, Daniel Noboa, o la vuelta al correísmo con Luisa González.

Estos comicios tienen lugar en medio de la peor crisis de seguridad de la historia de Ecuador, ya que, con un homicidio por hora, se ha convertido en el país más violento del continente. Es algo que no se puede obviar desde este lado del Atlántico. "Te duermes con el temor a la llamada nocturna, que suene el teléfono para informar de que han secuestrado o amenazado a un familiar tuyo", lamenta el presidente de la asociación hispanoecuatoriana Rumiñahui, Vladímir Paspuel. En enero de 2024 el Gobierno confirmó la existencia de un conflicto interno y Ecuador, después de Colombia, se convirtió en el segundo país de América Latina en reconocer oficialmente la existencia de un enfrentamiento entre grupos criminales y las instituciones estatales.

Pilar, que reside en España desde hace casi tres décadas, también lo vive con angustia. "Tuve que dejar de ver las noticias porque cada día eran robos y matanzas. Me gusta estar informada y ver lo que pasa en mi país, pero ahora es una decepción tras otra y una impotencia enorme", explica a este medio. Ella nació en la costa, actualmente una de las zonas más peligrosas del país. Es precisamente en los puertos, como el de su Machala natal, donde se vuelve innegable la expansión del crimen organizado. Lo sabe de primera mano. "Mi sobrina tenía un pequeño negocio y le quemaron el coche porque no pudo pagar a los vacunadores (como llaman en Ecuador a los pandilleros). Tenía que pagarles un mensual, si no, le amenazaban con quemarle sus pertenencias o asesinar a su familia", manifiesta. Explica que el miedo le hizo huir con sus hijas a Estados Unidos, pero en ella persiste el temor de que otro familiar sea alcanzado por la violencia de los narcos.

"Antes creíamos que éramos una isla de seguridad en Latinoamérica. Nunca pensé que íbamos a ver a personas que salen de Ecuador y vienen a España a buscar protección internacional. Salen en calidad de refugiados porque en Ecuador han sido amenazados de muerte o han perdido a un familiar a manos de la violencia", relata Paspuel, que alude a aquellos momentos en los que su país era uno de los más seguros de la región.

Violencia y economía, las dos grandes preocupaciones

Pero el conflicto armado no fue el catalizador inicial del proceso migratorio. El grueso de la comunidad ecuatoriana llegó a España a principios de los 2000. En aquellos años eran la nacionalidad más popular en la península, con más de un millón de residentes. Huían de la pobreza y la gran crisis bancaria que asoló al país a finales de los 90. Fue en ese momento cuando Pilar llegó a Madrid con su marido Marcelo. Él recuerda que "los bancos cerraron de la noche a la mañana. Yo tenía dinero en uno de ellos y tardé mucho en recuperarlo. Pero hubo gente, como mis abuelos, que tenían más dinero a plazo fijo y lo perdieron para siempre".

Esta crisis coincidió con la dolarización del país y, después de perder la que era su moneda oficial, el sucre, el nivel de vida aumentó tanto que se volvió insostenible para las clases populares. "Todo eso fue lo que impulsó esta migración masiva. Muchos eligieron España porque estaba en una situación económica favorable y requería mano de obra. Había facilidades para migrar hacia aquí y conseguir empleo. Además, el factor cultural y lingüístico era un plus", explica la politóloga ecuatoriana afincada en España, Dolores Ordóñez. Ella misma analiza cómo, tres décadas después, sus compatriotas se han convertido en "una población asentada, el 90% con doble nacionalidad, que, de alguna manera, ya tiene un arraigo aquí en España".

Aunque la violencia acapara el foco mediático, el índice de pobreza sigue marcando a la población. Ha vuelto a repuntar y actualmente se sitúa en el 28%. En el 2023 había 4,8 millones de ecuatorianos que vivían con menos de tres dólares al día, pero en 2025 ya son 5,2 millones los que tienen un ingreso mensual de 51 dólares (unos 42 euros). De igual manera afectan los apagones que, en algunos casos, superaran las 12 horas diarias, provocados por la peor sequía de los últimos 60 años. Son estos datos los que inquietan a los votantes y forman parte del debate en las urnas

Una contienda profundamente polarizada

El turbulento año y medio que Noboa lleva en el poder le ha pasado factura. Su partido Acción Democrática Nacional ha pasado de contar con un apoyo de más del 80% en los primeros días del conflicto armado interno, a conseguir menos del 50% necesario para ganar en la primera vuelta electoral. En las elecciones de agosto de 2023 se presentaba como un nuevo candidato de centroizquierda dispuesto a romper con el bipartidismo y aplicar medidas contra el crimen. Sin embargo, su mano dura y la aplicación del "método Bukele" le han ido acercando cada vez más a la derecha reaccionaria.

A pesar del descenso de su popularidad, sigue siendo uno de los favoritos, también en Europa. En la primera vuelta, "entre los ecuatorianos que residen fuera, el candidato Noboa ha sido el ganador en todos los escenarios. Representa esa franja más neoliberal y llama la atención porque generalmente la gente que emigra son las clases más bajas, las clases populares. Es contradictorio que le voten a él porque es el candidato que menos responde a sus intereses", analiza Ordoñez.

La gran rival de Noboa en la lucha por el Palacio de Carondelet es Luisa González, protegida del expresidente Rafael Correa y líder progresista del Movimiento Revolución Ciudadana. Muchos votantes se decantan por la nostalgia correísta, cuando la economía crecía y el Estado invertía en políticas sociales.

Los datos oficiales del Consejo Nacional Electoral demuestran que se vive una polarización política muy marcada porque las dos candidaturas concentraron cerca del 80% de los votos. Según Ordoñez, "hay un manejo político y mediático de que todo lo que pasa actualmente ha sido engendrado por la mala política de Correa, que ya terminó hace siete años. No hay una revisión de qué es lo que se ha hecho mal estos siete últimos años. Muy poca gente se sitúa fuera de esta dualidad correísmo-anticorreísmo. No hay una propuesta distinta. Entonces, eso hace que el discurso y la calidad democrática en el Ecuador este muy mermada". Pilar lo ve igual, y recuerda la última visita a su país: "Hay muchas construcciones que la gente odia porque las hizo Correa y no las quieren. No entienden que no son de Correa, que son del pueblo".

Sin embargo, la corrupción de Gobiernos anteriores genera desconfianza hacia la mayoría de los candidatos y debilita la confianza en el sistema democrático. "Al final uno ya sabe que, entre quien entre, va a robar", denuncia Marcelo. Lo expresa así porque en los últimos ocho años ha habido cuatro presidentes diferentes y todos ellos se han visto acorralados por casos de corrupción. También dice que él, si votase, lo haría "por el documento". Habla de una justificación de su voto, porque en Ecuador acudir a las urnas es obligatorio, y sin "el papelito" no se puede hacer ningún tipo de gestión administrativa. Pilar, en cambio, dice que votará por "esperanza", con la confianza puesta en que las cosas cambien.

Desde España también preocupa la falta de propuestas para quienes residen fuera del país y constituyen una parte esencial del voto en el exterior. "La oferta electoral es muy pobre. Se limita a la repatriación de cadáveres y a situaciones intrascendentes. ¿Qué pasa con los hijos de los migrantes en el exterior? ¿Cómo intentar que rompan ese techo de cristal? ¿Cómo acompañar a los migrantes que han llegado? No hay políticas reales. La repatriación de cadáveres está bien, pero creo que la gente hay que entenderla cuando está viva. Hay que darle servicios", expone Paspuel.

Una "amplia motivación" electoral

Puede haber muchos motivos que empujen a uno a votar, incluida la nostalgia. La embajadora de Ecuador en Madrid, Wilma Andrade, ve una "amplia motivación" en los ecuatorianos residentes en España y cree que la participación aumentará este domingo en la segunda vuelta. Se basa en los datos de la primera convocatoria, del 9 de febrero, cuando la participación fue del 38%, superando en tres puntos la media de procesos anteriores.

Ordoñez reflexiona que "se da porque cuando uno está lejos está más interesado por cualquier cosa que tenga que ver con su país. Incluso, probablemente, hay gente que estará más interesada hoy en ir a votar que cuando vivía mismo en Ecuador". De la misma forma destaca una clara "parte emocional" del proceso. "Te ves con tus compatriotas y en comunidad. De verdad es muy emocionante. Te ves con tantas personas, que en esos minutos que vas a votar sientes que estuviste en Ecuador. Eso a las personas también les llama emocionalmente, porque la vida del migrante que está lejos es una experiencia dura". Sin embargo, Marcelo es incapaz de olvidar todas las crisis a las que se vio avocadas su país y que tanto le afectaron a nivel personal. "Lo que más rabia me da es que por culpa de los políticos es que tuvimos que salir de Ecuador".