Un estudio genético prueba que Maria Branyas, la abuela de 117 años tenía "una microbiota como la de una niña"
- La mujer más vieja del mundo tenía una edad biológica 17 años inferior a la cronológica
- El investigador Manel Esteller explica que la vejez no va necesariamente asociada a la enfermedad
Los 117 años que vivió María Branyas han dado para mucho, incluso para estudiarla. Tras investigar sus genes y sus tejidos se ha visto que sus células eran casi dos décadas más jóvenes que ella.
Una genética envidiable, compañía familiar, un estilo de vida sano y una dieta mediterránea han sido también claves en su longevidad. De hecho, su microbiota intestinal era similar a la de un niño.
"Tenía unos genes que la protegían de la enfermedad cardiovascular, de la neurodemencia y de las enfermedades del metabolismo", explica a TVE el doctor Manel Esteller, responsable de grupo del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, que ha estudiado su genética.
El estudio hecho a María Branyas, que vivió hasta los 117 años en buen estado de salud, demuestra que la vejez no va necesariamente asociada a la enfermedad, ya que, según los investigadores, su genoma hacía que sus células "se sintieran" y "se comportaran" como células más jóvenes.
En Cataluña, de donde era María, la esperanza de vida de las mujeres es de 86 años, por lo que superó la media en más de 30 años. Esteller ha compartido en sus redes sociales las conclusiones del estudio: una combinación de genética y microbioma.
Una microbiota propia de una niña
De hecho, ha precisado Esteller que, María Branyas "tenía una microbiota intestinal como la de una niña", por lo que ambos factores, el genoma privilegiado y una microbiota muy sana, hacían que hubiera un decalaje entre su edad cronológica y la biológica»y aclara que:"Comía muchos yogures y eso está relacionado con la buena flora bacteriana"
Ella pensaba que su longevidad se debía a una vida ordenada y un entorno agradable, así lo declaró en una entrevista a TVE.
Otro de los investigadores, en este caso el autor Eloy Santos señala a RTVE que la supercentenaria tenía un metabolismo tremendamente eficiente, con niveles de colesterol muy buenos, consecuencia de una buena alimentación y concluye que: "Envejecimiento y enfermedad no tienen por qué estar relacionadas".
Manel Esteller, que está considerado como una de las máximas autoridades en epigenética y en el estudio del envejecimiento y el cáncer, considera que el estudio genético a María Branyas supone la investigación "más exhaustiva y completa" que se ha hecho a una persona supercentenaria.
Según ha indicado el investigador a esta agencia, el genoma privilegiado de María Branyas, heredado de su padre y de su madre "le concedía una gran protección frente a enfermedades cardiovasculares y de otros tipos, y su microbiota hacía que tuviera una baja inflamación intestinal".
En el estudio, participaron equipos de investigadores de prestigio internacional, y se llevó a cabo porque estaban convencidos del interés que podía tener el análisis de los genes de la abuela supercentenaria.
Unos análisis que, junto a los genéticos, también estudiaron otros parámetros de su organismo, como los tejidos y la microbiota intestinal y que, en su conjunto, han aportado datos muy valiosos para los científicos para ayudar a explicar los mecanismos del envejecimiento.
Variantes genéticas raras
Los investigadores identificaron variantes genéticas raras a través de la secuenciación completa del genoma, y constataron su excepcional perfil lipídico en sangre, con niveles de colesterol bueno (HDL) muy elevados y de colesterol malo (LDL) muy bajos.
María Branyas no tenía exceso de azúcar en sangre, lo que evitaba el riesgo de diabetes u obesidad, y observaron que sus genes mantenían bajo control las infecciones y la regulación autoinmune, además de presentar bajas concentraciones de glicoproteínas A y B, lo que indica un perfil inflamatorio saludable que evita la presencia de enfermedades inflamatorias sistémicas.
Esto ayuda a comprender su buen estado de salud, ya que al final de su vida tan solo sufrió sordera y dolor articular, mientras que su lucidez se mantuvo hasta casi al final, con un bajón que tuvo lugar solo en los últimos meses.
Un estilo de vida saludable
Los investigadores comprobaron que María Branyas seguía una dieta mediterránea que incluía la ingesta de tres yogures al día, y están convencidos de que esto contribuyó a mantener sanas sus bacterias intestinales.
«Le gustaba andar, no bebía alcohol ni fumaba y estaba acompañada muy a menudo por su familia, con lo cual no se sentía aislada y esto evitaba la demencia», ha explicado Manel Esteller a EFE.
Según los autores de este estudio, los resultados servirán para tratar de elaborar "tipos de patrones prebióticos asociados a la longevidad", y además, trabajarán para conseguir "fármacos útiles en la lucha contra el envejecimiento, junto a la definición de dietas adecuadas".
El estudio refuerza, asimismo, la idea de que el envejecimiento y la enfermedad pueden, bajo determinadas condiciones, desvincularse, lo que "desafía la percepción general de que están inexorablemente ligados", explican.