Acoso sexual en la Universidad: de la impunidad a la denuncia social
- Las personas que sufren acoso denuncian impunidad y protocolos que se incumplen
- Las Unidades de Igualdad tienen el objetivo de acabar con todo tipo de violencia sexista
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Las denuncias públicas por presunto acoso sexual contra el profesor de la Universidad Complutense de Madrid y exdirigente de Podemos Juan Carlos Monedero, que también está siendo investigado por su centro por la denuncia de una alumna, han puesto en primera plana la violencia sexual que se da en las universidades. Objetivo igualdad analiza en un reportaje las dinámicas y el contexto que permiten que ocurra, así como las consecuencias para las personas que la sufren.
La directora de la Unidad de igualdad de la Universidad Autónoma de Madrid, Itziar Ruiz-Giménez, explica que una de las principales razones para que se produzca acoso en la Universidad es la desigualdad de género que hay en el contexto universitario: “Tanto en la carrera profesional del personal de investigación como del personal funcionarial, se producen brechas salariales, lo que llamamos techos de cristal”.
La profesora del departamento de Economía aplicada de la Universidad UPV-EHU Mari Luz de la Cal, una de las autoras del informe “Brecha salarial de género en las universidades públicas españolas”, manifiesta que se da un laberinto de cristal. Es decir: “Barreras que se van encontrando las mujeres a lo largo de la carrera académica. Vemos que hay una serie de sesgos de género que son difíciles de identificar, de detectar, a menudo no reconocidos, y que limitan la proyección de las mujeres en la Universidad”, manifiesta.
Su informe de 2023 calcula que la Brecha Salarial Global tiene un valor medio de un 12,7%, mientras que en los complementos salariales alcanza un 19,1%.
En qué consiste el acoso y consecuencias
La psicóloga y directora de Activa Psicología, Natalia Ortega, explica que el acoso sexual consiste en aquellas conductas relacionadas con la intimidación, la humillación, tocamientos, situaciones de vejación o amenazas. “En muchos casos, se dan entre profesores universitarios, pero también entre alumnos o alumnas”, cuenta y continúa: “El abuso sexual se refiere a conductas explícitas sexuales en las que puede haber ya algún tipo de violencia sexual con contacto carnal”.
“Estar en contacto continuo con el agresor produce situaciones de indefensión y altos niveles de ansiedad “
Estas situaciones provocan en las pacientes -aunque también se dan casos en hombres- un estrés postraumático. “Tienen que seguir acudiendo a sus clases porque su meta es poder acabar sus estudios. Estar en contacto continuo con el agresor y mantenerlo silenciado produce al final en la víctima situaciones de indefensión, altos niveles de ansiedad y bloqueos emocionales muy grandes que repercuten directamente en su rendimiento, en la capacidad de socializar y tienden a aislarse muchísimo”, subraya.
Primera denuncia por acoso en España
La investigadora Ramón y Cajal en Blanquerna-Universidad Ramon Llull Ana Vidu denunció en 2011 junto a más de una decena de personas a un profesor que la acosó sexualmente durante toda la carrera en la Universidad de Barcelona. ”Llevaba 29 años acosando a cinco o seis estudiantes cada año. Los tipos de acoso empezaban con correos electrónicos con contenido como ‘me gustas mucho. En clase te mueves muy bien’. Había siempre un componente sexual físico y un componente académico”, relata Ana.
Tras dos años de proceso interno en la UB, llevaron el caso a Fiscalía. “Lo archivaron porque prescribieron los hechos, pero fue muy importante para nosotros, porque pudimos difundirlo a la prensa, por un lado, y, por otro lado, pudimos juntarnos y crear red”, manifiesta. Vidu señala que en la Universidad hay “una ley del silencio y total impunidad”, ya que es “muy difícil apartar a los profesores de la docencia”.
En ese sentido, casi una década después de que se aprobara la Ley 2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, empezaron a aprobarse los primeros protocolos antiacoso en las universidades españolas.
La directora de la Unidad de igualdad de la UAM explica que los protocolos no implican únicamente denunciar e iniciar un procedimiento disciplinario. “El elemento más importante es que las mujeres y las personas que sufren una situación de acoso se sientan acompañadas, que tengan asesoramiento jurídico, psicológico y que decidan si quieren ir a un tribunal, iniciar un procedimiento disciplinario o que se les derive al sistema público de protección, que tiene que tener recursos”, manifiesta.
“El acoso es un atentado contra la igualdad en la educación”
Por su parte, la integrante del punto violeta de la Facultad de Ciencias Políticas de la UCM y doctora en Estudios feministas y de género, Paula Martín Peláez, es bastante escéptica respecto a los protocolos y aboga por el apoyo social. Así, en el punto violeta intentan generar un entorno de seguridad en el que las personas acosadas se sientan cómodas y que “puedan seguir habitando la Universidad y estudiando en un entorno lo menos discriminatorio posible”.
“Algunas mujeres acosadas acaban abandonando la carrera o pidiendo traslados a otras universidades“
Destaca que se dan muchos casos entre estudiantes que comparten el aula. “Esas chicas que han vivido agresiones sexuales por parte de un compañero tienen que seguir acudiendo al aula con su agresor. Algunas acaban abandonando la carrera, pidiendo traslados a otras universidades o becas Erasmus para no coincidir en el aula. Y cuando tienen este tipo de encuentros, salen del aula con ataques de ansiedad. El acoso en la Universidad es un atentado contra la igualdad en la educación”, remata.
Objetivo Igualdad